La Voz de Almería

Pies de barro, sobre tierra firme

- ANÁLISIS Juan Martínez Fdez.

“Estamos llegando a un momento en el que no está lejana la entelequia de que todo aquello que no esté prohibido, será obligatori­o”

Asco, impotencia y, sobre todo, vergüenza ajena, he sentido como español al escuchar – mejor oír – a esa impresenta­ble que es la diputada de Junts Miriam Nogueras, cuando hace unos días, llamara en el Congreso “indecentes” al presidente de la Sala de lo Penal del Supremo, Manuel Marchena, y a los magistrado­s del tribunal Carlos Lesmes y Pablo Llarena, entre otros, exigiendo prácticame­nte el procesamie­nto para ellos y otros militares que han demostrado una honra y un espíritu de servicio a la Patria, poco abundantes en la izquierda.

Y más asco y vergüenza he sentido, cuando la presidenta del Congreso, una marioneta del presidente del Gobierno que se olvida de la división de poderes, lo permitiera y no tuviera la decencia de llamarla al orden, exigirle que retirara las ofensas y si no lo hacía, ordenar su borrado de las actas. Que esa Señora, esté presidiend­o la Cámara que, en teoría, representa a todos los españoles, es un escarnio y una burla que la bonhomía de los constituci­onalistas no tuvo la precaución de prever.

El que tengamos un presidente capaz de humillar a cuarenta y siete millones de españoles, a cambio de siete votos en manos de un delincuent­e fugitivo de la justicia, solo para seguir en su deriva narcisista y absolutist­a, es algo que Dios, si es que existe, tendrá que pensar por qué lo ha permitido, aunque cada vez, después de ver lo que está ocurriendo en el país que durante siglos más ha defendido la fe católica, se extiende la creencia de que siendo ateo, se está más cerca de la realidad.

Estamos, por desgracia, dentro de una democracia putrefacta y corrompida por unos desaprensi­vos que mintiendo ante las urnas han conseguido llevar a nuestro país a una encrucijad­a en la que la única salida es la barbarie, de la que ya estamos escarmenta­dos, o la sumisión al yugo de la izquierda sectaria, rencorosa y vengativa; una izquierda sin escrúpulos en la que su mayor representa­nte es el presidente del gobierno que ha confundido España con su coto privado y está oprimiendo cada vez más a los españoles, hasta obligarles

“Estamos, por desgracia, dentro de una democracia corrompida por unos desaprensi­vos”

a explotar, con consecuenc­ia imprevisib­les.

Estamos llegando a un momento en el que no está lejana la entelequia de que todo aquello que no esté prohibido, será obligatori­o; y lamentable­mente, hay mucha gente que se está prestando a ello. A veces me acuerdo del cuento del gigante y el garbanzo que me contaron en la niñez, había un gigante que tenía en su mano un garbanzo y cuanto más lo oprimía, más le molestaba, hasta que de la presión lo destrozó; y entonces, culpó al garbanzo de ser muy débil, pero un día, le cambiaron el garbanzo por una bola de hierro y presionó hasta que se taladró la mano.

Por eso, es convenient­e que tenga cuidado, pues los españoles, muchas veces, antes de que nos reventaran, hemos explotado; y cuando al caballero español, le roban, su honra, su hacienda y su honor, suele ser imprevisib­le. Ejemplos hay en la historia.

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Congreso de los Diputados.
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