Cinturón y mascarillas para atravesar 2024
Trump, Putin, Netanyahu, Orban y Milei les desean un feliz 2024. Aunque lo de “feliz” lo pongan en peligro ellos mismos, y otros colaboradores al desaguisado, como los sanguinarios líderes de Hamás. Incluyan a los nombres inquietantes, al siempre imprevisible Elon Musk, candidato a mejor aliado de Donald Trump, si vuelve a la Casa Blanca el próximo noviembre. Los estados de Colorado y Maine le prohíben participar en las primarias por apoyar una rebelión; Michigan lo acepta. El Tribunal Supremo decidirá. Trump ya ha anunciado que cuando retome el poder será dictador, sí, pero solo el primer día. En 24 horas firmará decretos y destituirá cargos a los que se la tiene jurada por su persecución fiscal y política en estos cuatro años de ausencia. Volverá con sed de venganza. Putin
se saldrá en parte con la suya: trescientos mil muertos después y con media Ucrania arrasada, se anexionará previsiblemente el Dombás; y solo el ingreso acelerado, aunque gradual, de Ucrania en la Unión Europea, será premio de consolación para Zelensky al que le van fallando apoyos por cansancio, o por entender que es imposible ganar esa guerra. La cruel batalla de Israel contra Hamás, que pagan dolorosamente los civiles palestinos, tiene visos de durar porque Netanyahu está hundido en las encuestas y si hay elecciones las perderá. Le interesa un conflicto permanente para no convocarlas. Entretanto en Europa, el ultraliberal húngaro Orban se ha erigido como el líder que cuestiona, en sintonía con la ultraderecha en ascenso, la unidad europea tal como la conocemos entorpeciendo su marcha y sus reformas. En las elecciones del 9 de junio próximo, conservadores y socialdemócratas retrocederán, mientras que la ultraderecha crecerá, según tendencia consolidada en el Eurobarómetro. El ingeniero alemán Manfred Weber se perfila como el sucesor de la conservadora Úrsula von der Leyen en la presidencia de la Comisión. Y la vicepresidenta española Teresa Ribera, como referente de los socialdemócratas europeos.