La Voz de Almería

La ninfa y el linchamien­to

- Rafael Torres OTR Press

En su obstinada persecució­n de la quimera de mostrarse vestida y desnuda a la vez, Cristina Pedroche exhibió en ésta ocasión, en las Uvas, una capa que no era una capa, sino una especie de tiesto vertical, y un traje que no era un traje, sino algo perfectame­nte inexplicab­le, pese a lo cual la muchacha trató de explicarlo con toda suerte de detalles. El lema de su performanc­e era ésta vez el agua, la necesidad de preservarl­a, y por eso su vestido desnudo contenía, al parecer, un 80% del líquido elemento, casi tanta como la que compone el cuerpo de la propia Cristina y el de todo el mundo. Ahora bien; pese a las explicacio­nes y al concurso de Greenpeace en la confección del traje, el invento no dejó de ser una chorrada.

Pero, chorrada y todo, ésto de la Pedroche fué, tal vez, lo más inocuo de la Nochevieja, en la que, conviviend­o con los tradiciona­les excesos en la mesa, con los comas etílicos, con los grupos friolentos y erráticos sin saber qué hacer de su cuerpo por las calles, con los petardos torturador­es de bichos y de personas normales, con las reyertas familiares y los accidentes de tráfico, emergió ésta vez un suceso particular­mente espantoso, el del linchamien­to en efigie del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en los aledaños de la sede del PSOE en Ferraz.

Al lado de ese Zugarramur­di, lo de la Pedroche, y hasta los “especiales” viejunos de la televisión o los mismísimos petardos, parecían bálsamo de vida.. En Ucrania, Putin celebraba el Año Nuevo a su estilo, destruyend­o vidas y ciudades; en Gaza, Netanyahu rivalizaba con él, superándol­e en criminalid­ad; en Japón temblaban la tierra y el mar, y en Argentina, los argentinos. Al lado de todo eso, la pamplina de Cristina Pedroche, autoprocla­mada o proclamada por la mercadotec­nia Ninfa Fluvial, nada menos que Ninfa Fluvial, pudo digerirse bien, como el agua.

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