Los últimos de la calle Ferrobús: “Queremos irnos, pero no podemos”
Varias familias resisten aún en estas viviendas, que serán demolidas, al no encontrar alquileres asequibles
Desde primera hora de ayer varios vecinos de la calle Ferrobús seguían sacando a la acera enseres y algunos elementos que se pueden aprovechar de las viejas viviendas construidas en 1957. Esas mismas que en pocos meses serán demolidas por las obras del soterramiento y de cara a la llegada del AVE a la capital, prevista para el año 2026.
En estas casas a pie de vías han residido en los últimos años cerca de cuarenta familias que tendrían que haber entregado las llaves a Adif el lunes, fecha tope que fue comunicada ya el pasado mes de octubre a los propietarios. La mayoría de ellos, tras largas negociaciones, aceptaron las condiciones de una expropiación forzosa por la que deben ser compensados económicamente, pero en algunos casos este pago aún no se habría hecho efectivo.
La mayoría de las familias se marcharon ya el pasado domingo, aunque según denuncian propietarios de estas viviendas, la compensación “ha llegado tarde y no se ha podido gestionar una compra de otro piso o cerrar un alquiler”. Además informan que “hay cinco propietarios que todavía no han cobrado y hasta que no lo hagan no se van a entregar las llaves”. Así lo explicaba a LA VOZ Manuel Álvarez, presidente de la comunidad
Soterramiento: casi todos los propietarios se fueron el domingo, puesto que el lunes debían entregar las llaves a Adif
de vecinos, que considera que “no pueden pretender que la gente se vaya sin tener dinero para poder irse a otro lugar”.
Inquilinos La imagen de la ropa recién tendida en varias de las ventanas deja claro que algunas familias aguantarán ahí hasta que las máquinas de demolición arranquen sus motores en la calle Ferrobús. Mayormente son las que están en régimen de alquiler, que también están a la espera de poder negociar indemnizaciones que les faciliten poder encontrar otro techo en el que vivir.
“No encontramos un alquiler asequible. Estamos en una situación límite. No tenemos ni tiempo ni dinero”, confiesa uno de los inquilinos que, a pesar de que Adif no hizo finalmente efectiva la recogida de llaves este lunes como estaba previsto, asegura que los vecinos que aún siguen en estas casas tienen “una inquietud tremenda”. Aún no les han notificado nada oficialmente, pero saben que ese día llegará.
Ninguno se opone a la demolición. De hecho celebran la futura llegada de la Alta Velocidad a Almería y creen que es algo que esta ciudad necesitaba desde hace mucho tiempo, pero no creen que sea justo que dejen sin tiempo a familias que “no tienen liquidez para buscar otra vivienda”. Es por ello que esperan que todo se pueda resolver llegando a un acuerdo con Adif y con la intervención de las administraciones públicas competentes, puesto que “se trata de personas en situación de vulnerabilidad”.
Incertidumbre “Entendemos que es una cosa de interés común, pero nosotros somos personas humildes. No es que no queramos irnos, es que no podemos. Necesitamos un techo en el que vivir”, afirma Luciano, que forma parte de los cerca de sesenta afectados que ya han tocado a las puertas de LexIberia Abogados para asesorarse y tener un respaldo jurídico si no les quedara más remedio que acudir a la Justicia.
Este despacho, ubicado en el Paseo de Almería, confirma que los inquilinos no han cesado en su empeño de contactar con Adif y que incluso han elevado esta situación al Defensor del Pueblo Andaluz para poder encontrar “una solución adecuada”. Consideran que “tal y cómo está el mercado de los alquileres actualmente estas familias van a tener imposible encontrar algo que se puedan permitir”. Y es que muchos de estos inquilinos llevan varias décadas pagando unos 300 euros al mes de alquiler y ahora tendrían que desembolsar el doble.
Viven con la preocupación de no saber dónde ir cuando llegue el momento y es por ello que seguirán luchando por llegar a un acuerdo que resuelva esta complicada situación. Mientras, resistirán hasta que puedan en estas viejas viviendas que ya habían convertido en su hogar.