El curioso y pintoresco caso del narco ludópata
La madrugada del 18 de septiembre de 2006, una operación antidroga de la Guardia Civil, activada en simultáneo en la provincia de Almería y Melilla, se cerró con la detención de cinco personas miembros de una importante organización internacional dedicada al tráfico de drogas y blanqueo de capitales, que desde un cierto tiempo tenían como “tapadera” un negocio de compra-venta de vehículos de alta gama para darle cobertura legal a sus movimientos económicos. La afición a las máquinas tragaperras de uno de sus cabecillas, fue uno de los elementos “casuales” y determinantes para localizar un alijo de unos 3.200 kilos de resina de hachís desembarcados en una playa de Aguadulce. Se localizaron 128 fardos lastrados y recubiertos con saco de arpillera. Una vez que los detenidos y la droga intervenida fueron custodiados en el acuartelamiento de Aguadulce, unas horas más tarde se realizaron en simultáneo varios registros domiciliarios en la urbaniotros zación de Roquetas de Mar, urbanización de Almerimar en El Ejido y en Melilla, donde residían los restantes miembros y los cabecillas de la organización.
En estas viviendas, garajes y locales comerciales fue incautada abundante documentación, ordenadores personales, teléfonos móviles y placas de matrícula de vehículos falsas, que utilizaban exclusivamente durante los alijos y que solían colocar a los coches de alta gama que utilizaban para desplazarse. A lo largo de esa misma jornada, durante otro control de seguimiento, en la comarca de Poniente fue interceptado uno de los “correos “de la organización circulando con su coche y llevando consigo millón y medio de euros producto del narcotráfico, alojado y camuflado entre enseres y herramientas en el interior del maletero. El dinero intervenido estaba repartido en billetes pequeños de cinco euros y en moneda fraccionaria de 50 céntimos y un euro, ocupando de esta forma un enorme volumen por lo que los agentes antidroga necesitaron unas doce horas para su contabilización utilizando para ello máquinas precisas en una entidad bancaria de la localidad
Marruecos era el lugar donde residía el responsable de la recogida del dinero utilizado en el tráfico de hachís, para su posterior blanqueo en compras de todo tipo y que era traslado a este país utilizando como tapadera una empresa de compra y venta de vehículos ubicada en Melilla. En la “operación Klon” fueron intervenidos diez modernos vehículos la mayoría de ellos de alta gama, así como la intervención cautelar de dos chalets de lujo en las inmediaciones de Roquetas de Mar. Tras ser desmantelada la red, se pudo conocer que una vez que la droga llegaba hasta las costas almerienses era ocultada en “guarderías” (almacenes o naves agrícolas) y que una vez “enfriado” el alijo y remitiese la presión policial, transportada en camiones de alto tonelaje a distintos países comunitarios, Una vez hecho el envío de la mercancía, miembros de la organización se dirigían hasta diversas ciudades de Francia, a Málaga y Alicante donde recogían el dinero procedente del beneficio del narcotráfico y de inmediato blanquearlo mediante compras de inmuebles en la
Costa del Sol y Almería, que era introducción a través de Melilla en Marruecos como pago de la mercancía.
Hace 10 o 15 años, las aprehensiones de resina de hachís en la provincia de Almería superaban las ochenta o cien toneladas anuales. En los años ochenta y noventa, los narcotraficantes marroquíes fuertemente asentados en la provincia empezaron a crear su propia infraestructura para poder efectuar los “pases” buscando siempre la mayor seguridad. Las “sociedades hispano marroquíes” que empezaron a funcionar esos años han ido bajando paulatinamente y el control actual está en manos de los marroquíes, aunque ya se han incorporado grupos organizados procedentes de los Países del Este se han puesto al frente. La presencia del
SIVE y la fuerte presión policial están provocando un enorme descenso en cuanto al número de incautaciones de hachís ya que Almería después de Cádiz fueron entonces las dos principales provincias por donde se “colaba “todo el hachís procedente del reino de Marruecos. Los traficantes se vieron entonces obligados por las circunstancias a tomar otras rutas, más lejanas y de mayor riesgo a través del mar de Alborán aproximándose a la provincia de Málaga o al levante murciano. Desde la playa de La Juana hasta Cabo de Gata, durante los últimos cuarenta años han sido puntos clave para introducir hachís en España a través de las costas almerienses y que desgraciadamente en la actualidad siguen siendo rutas activas para los traficantes de redes de seres humanos, trasladando inmigrantes irregulares desde el Reino de Marruecos a la península en frágiles embarcaciones que en ocasiones, demasiada, se cobran muchas vidas de estas personas que huyen desesperadamente de la miseria de sus países de origen y buscan en Europa otros horizontes de bienestar.