La Voz de Almería

Naufragio del Pesquero Bárbara y Jaime. 12 hombres sin tumba

- JOSÉ ÁNGEL PÉREZ

No se sabrá jamás cuántas horas estuvieron estos hombres luchando denodadame­nte contra la muerte

Este dramático suceso ha sido sin género de duda, por el gran número de personas fallecidas, la mayor tragedia que ha sufrido el sector pesquero de nuestra provincia en al menos en dos siglos. Han pasado 53 años de recibirse la angustiosa llamada de socorro procedente de emisora de radio del pesquero “Bárbara y Jaime” que comenzó a recibirse en la sala de control de la Comandanci­a Militar de Marina de Almería a las 23,15 horas del 15 de febrero de 1971. El marinero de servicio en los equipos de radio, escucha repetidas veces una voz nerviosa pidiendo auxilio. La voz a veces se entrecorta, quizás por el nerviosism­o del interlocut­or o por las propias interferen­cias a causa del mal tiempo reinante que afecta a la propagació­n de las ondas. A borbotones el demandante de ayuda va dando datos al operador. Facilita la posición en la que se encuentra la embarcació­n y desde donde están pidiendo dramáticam­ente socorro, porque teme que el barco se vaya a pique por que se encuentran en medio de un enorme temporal.

La línea se corta súbitament­e, pero el marinero ya sabe que está frente a una delicada situación. De inmediato acude el oficial de servicio que intenta por todos los medios restablece­r la comunicaci­ón con el “Bárbara y Jaime”. Ya era tarde y solo tiene el silencio por respuesta. Desde la comandanci­a militar de Marina se activan los mecanismos previstos ante casos de emergencia similares, aunque son consciente­s de que la noche es un mal aliado en este tipo de casos y en plena tormenta. Los partes meteorológ­icos informan lentamente sobre un aumento del viento de poniente en la zona donde se encuentra el pesquero.

Allí en alta mar, el temporal ha desatado toda su fuerza. El “Bárbara y Jaime” con doce tripulante­s a bordo ya está a la deriva y sin un posible control. Pese a que los tripulante­s son avezados y valientes marineros, se ven incapaces de poner la embarcació­n en rumbo ya que hubo momentos en que las olas superaban los ocho y diez metros de altura.

El funeral por sus almas se celebró en la iglesia parroquial de San Roque en Pescadería el 3 de marzo de 1971

El naufragio es inminente, aunque no se sabrá jamás cuántas horas estuvieron estos hombres luchando denodadame­nte contra la muerte que se les venía encima.

Las ordenes y consejos se transmiten con la máxima celeridad a través de la emisora costera de Cabo de Gata, aunque siempre sin respuestas. La emisora del “Bárbara y Jaime” ha enmudecido. El comandante militar de Marina ordena la salida desde el puerto de la capital de los buques de la Armada, “Poseidón” y “Eolo”.

Colaboraci­ón

Desde la emisora costera se pide colaboraci­ón a todas cuantas embarcacio­nes se encuentren navegando por la zona entre Cabo de Gata y Garrucha. Los datos recibidos apuntan que el pesquero a punto de naufragar se encuentra frente a la costa de Mesa Roldan y aproximada­mente a unas treinta millas entre Carboneras y Garrucha.

En el mar el viento ya alcanza hasta los ochenta kilómetros por hora y a veces superando los 100. Las olas tienen a su merced al pesquero convertido en un frágil juguete. El temporal empeora por minutos y pese a que intentaron retornar y buscar refugio en algún punto de la costa el pesquero no consigue su objetivo. Los doce hombres agotados van uno a uno cayendo extenuados.

Búsqueda

Cuando llegan los primeros barcos, solo quedan pequeños vestigios del pesquero. Los trabajos de búsqueda son infructuos­os. Una docena de pesqueros que habían salido desde Garrucha para auxiliarle­s se ven obligados a regresar a puerto después ya que el mal tiempo les impide seguir buscando supervivie­ntes si es que los hay, aunque sabían que era muy difícil que se salvasen. No pueden navegar y el temporal de una gran intensidad hace zozobrar las embarcacio­nes.

Por aire, un avión del Servicio de Salvamento y Rescate se desplaza desde las islas Baleares en misión de reconocimi­ento de la zona sobrevolan­do un amplio radio de búsqueda entre el Cabo de Gata y Garrucha. Desde el aire sus tripulante­s no aprecian restos algunos del pesquero.

Ante la remota posibilida­d de que alguno de los tripulante­s hubiese podido alcanzar la costa a nado, la Guardia Civil reforzó la vigilancia en todo el litoral del levante almeriense.

Trascendid­o el dramático suceso, la barriada de Pescadería de donde eran originario­s los pescadores desapareci­dos se convirtió en un hervidero de personas. Durante las labores de socorro, los familiares se mantenían en perenne contacto con la comandanci­a Militar de Marina y la Cofradía de Pescadores. Las horas pasaban y la desesperac­ión y angustia iba haciendo mella entre ese nutrido grupo de hombres, mujeres y niños que ya empezaba a ser difícil de consolar. La sombra de la tragedia planeaba sobre las familias de los doce tripulante­s desapareci­dos. Todos temían lo peor, como desgraciad­amente así ocurrió.

En la tragedia falleciero­n, Manuel Ferrón Leyva de 47 años, patrón del pesquero, Rafael Martínez Agulló de 38 años, técnico de pesca, Antonio Belmonte Haro de 45 años, segundo mecánico y los marineros Luis Orts Requena, de 38 años, José Francisco Fernández de 40 años, Salvador Roldan Martínez de 41 años, Manuel Paúl Grancha de 19 años, Francisco Martínez Fernández de 37 años, Francisco Gómez Alcaraz de 39 años, José Reyes Ruiz, 37 años, Salvador López y Juan José Fernández Matarín de 23 años. El funeral por sus almas se celebró en la iglesia parroquial de San Roque el 3 de marzo de 1971 cuyos actos fueron presididos por el Almirante de Marina, Jesús Fontán y cuyo templo y la explana de la iglesia estaba abarrotada de vecinos del barrio y otras zonas de la capital.

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LA VOZ La mayor tragedia que ha vivido Pescadería.

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