La Voz de Almería

Cuevas de los Medinas despide a una estrella del campo almeriense

- TONY FERNÁNDEZ

El pequeño municipio almeriense de Cuevas de los Medinas está de luto desde ayer a mediodía cuando nos dejó para siempre Juan García Aguirre, al que todos conocían como Juan Molina por su abuelo paterno Antonio García Molina. Juan, pasó por la vida haciendo amigos por su don de gentes y pocos conocen de su afición al flamenco y por los toros ya que no se perdía una corrida en el coso de la Avenida de Vilches y hasta ejerció de maletilla lanzándose a la plaza en una tarde de Feria.

Agricultor desde su tierna infancia y procedente de una familia numerosa, su vida era de puertas para dentro una felicidad y hacia fuera la eterna lucha por ganar el pan para que nada le faltara a sus hijos. En Cuevas de los Medinas todos le recuerdan por su afición a la caza y al flamenco y por ser un vecino ejemplar. Ahora se ha llenado de mucho dolor con la noticia de la muerte de Juan Molina una sociedad cercana que sabe compartir las penas y alegrías con gran unión.

Este jueves a las cuatro de la tarde será la Misa y el último adiós en Cuevas de los Medinas donde no faltarán esos vecinos y amigos que conocieron a un Juan Molina enamorado de la familia y un agricultor que supo aprovechar la explosión de nuestro campo. Juan estaba casado con Antonia García Lorenzo, de Rodalquila­r, y él vino desde Cuevas a encontrar en el barrio almeriense su vida, su casa y su gran obra familiar.

El hombre Los 86 años que ha durado su vida los ha pasado trabajando y disfrutand­o de la familia. Cuando trabajaba como jornalero para otros costaba llegar a fin de mes pero eso nunca le frenaba para hacer numerosa la familia ya que ellos eran 6 hermanos y en su casa solo encontró alegría por malos que fueran los tiempos. Cuando llegó al mundo Juan (q. e. p. d.) la casa se llenó de felicidad. Luego le tocó a Antonia y más tarde a Paco. Entonces dijo Antonia que ya eran muchos y había que parar. Juan, pidió una prórroga para un hijo más y vino al mundo Jorge. No se conformaba con cuatro, eran muchos hombres y solo una niña y fueron a por Araceli, que elevó el número de hijos a cinco en su familia.

Juan era una estrella en su profesión y se lo rifaban los jefes de las explotacio­nes agrícolas hasta que en 1979 cambió para siempre y compró tierras en el paraje el 21 de Níjar y empezó a trabajar de sol a sol hasta poner su finca entre las mejores y a ganar dinero como antes hicieron sus jefes. No tenía tiempo de parar y en casa no faltaba de nada a una familia que veía cómo los hijos volaban y quedaban solos Antonia y Juan. Las tierras en su sitio y él siempre en Cuevas de los Medinas. Su sobrino ‘El Niño de Las Cuevas’, también formaba parte de sus grandes pasiones.

El padre Sus hijos lo recuerdan hoy como un hombre entregado a su familia amante de flamenco, de los toros y del fútbol ya que era fiel seguidor del ‘Bilbao’, como él decía. Los cuatro hermanos que viven, porque Juan y la madre se marcharon, tienen un bello recuerdo de una persona del campo saliendo cada día de casa para ganarse el pan y formar una familia numerosa que fue su sueño realizado. Todos han recibido una buena educación y han sabido recibir esos principios que Juan y Antonia le transmitie­ron. Lo que antes se llamaba educación y que se daba en las casas antes que en las aulas.

Nunca faltaron las magníficas comidas familiares en Cuevas de los Medinas donde todos asistían a la llamada de Juan Molina. No sabía cantar flamenco pero escuchando era el número uno y de lo más divertido cuando estaba toda la familia por la que tanto luchó unida y que nada le faltaba.

Sus pasiones Muchos de sus allegados lo saben de memoria pero para muchos será una sorpresa conocer que Juan Molina era maletilla y se lanzó al ruedo de la Plaza de Toros de Almería pidiendo una oportunida­d que nunca llegó. Su pasión era tal que desde niño iba en bicicleta a ver las corridas de todos y no se perdía un festejo en nuestra capital.

Nunca sabremos si era más la pasión por la caza que la del mundo de los toros porque no faltaba a una buena cacería por Níjar para cobrar unas buenas piezas que él mismo preparaba cuando llegaba a caza. El campo era su vida y la sencillez con la que vivió la supo transmitir a unos hijos que bien colocados en la vida de la que tan orgulloso estaba Juan Molina.

Ahora son tres los Molinas en el cielo ya que Antonia y su hijo Juan han recibido a papá con los brazos abiertos.

Los 86 años que ha durado su vida los ha pasado trabajando y disfrutand­o junto a familiares y amigos

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LA VOZ Juan Molina en una comida con la familia.

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