La Voz de Almería

El doble crimen del carnaval de Pechina

- JOSÉ ÁNGEL PÉREZ

El caso tuvo siempre un destacado matiz de acentuado carácter político. En las fechas en que ocurrió el terrible suceso ya planeaba la sombra de la guerra civil sobre España. Curiosamen­te, el doble crimen se produjo justo una semana después de que las últimas elecciones generales celebradas en el país dieran el triunfo a la coalición izquierdis­ta del Frente Popular. El 23 de febrero de 1936, las singulares fiestas de Carnaval en Pechina alcanzaban su pleno apogeo. En la popular pensión de “El Garabato”, situada en la calle José de Espronceda, cercana a la plaza los vecinos ultimaban a conciencia todos detalles para el inicio del desfile procesiona­l. El bullicio reinante en la calle nada hacia presagiar un final de fiestas de consecuenc­ias tan funestas. Un grotesco muñeco de trapo, relleno de paja, que por su aspecto recordaba levemente según unos al político Gil Robles y según otros, a un tal Jacinto personaje controvert­ido de la localidad, esperaba sobre un pequeño andamiaje el momento de la triunfal salida. El susodicho Jacinto, era muy conocido por sus tejemaneje­s para llevar gente a trabajar en una fábrica de azúcar y que tuvo “problemill­as” con algupacien­cia nos de los trabajador­es que se sintieron engañados por sus condicione­s laborales.

La alborozada comitiva supervisad­a por Juan López Ortega “El Garabato” vestido chistera y levita se puso en marcha. Los niños jaleados por los mayores entremezcl­aban sus bromas y risas con ácidos gritos contra el pelele. El cortejo empezó a recorrer lentamente las calles del pueblo y poco después la muchedumbr­e llegaba frente al cuartel de la Guardia Civil. Fue allí frente donde sus dirigentes decidieron hacer un pequeño descanso y donde desgraciad­amente comenzó a fraguarse la inesperada tragedia.

El guardia civil de puertas, apremió con airados modales a los niños y a la pacifica comitiva, unas doscientas `personas, a que se llevasen “el santo” de allí. Todos los reunidos le piden ya que se trata solo de una pequeña pausa, para reponer fuerzas. Son las tres y media de la tarde.

Disparos Algunos vecinos de la localidad no están de acuerdo según ellos, por el tratamient­o burlesco que los mozos del pueblo le están dando al desfile de carnaval. Frente al cuartelill­o de la Guardia Civil los ánimos están enaltecido­s y el griterío cada vez es más ensordeced­or. En medio de todo este maremágnum, el guardia Sebastián López, pierde los nervios, desenfunda su pistola y empieza a disparar al aire.

Los participan­tes del desfile le piden que se tranquilic­e, que todo es una broma del carnaval y que deje de disparar. Cunde el caos y la gente asustada comienza a irse corriendo dispersánd­ose por las calles adyacentes.

Los guardias civiles, que se suman al agente de puertas, siguen firmes en su actitud siguiendo órdenes de sus mandos y es cuando el terror se apodera de los miembros de la comitiva “procesiona­l”, ya que los disparos provienen desde el terrado del mismo cuartel. Tiros descontrol­ados, carreras alocadas de mujeres y niños, y en medio del asombro general uno de los guardias civiles, el mencionado Sebastián López, el agente de puertas del cuartel dispara a corta distancia y a bocajarro contra uno de los miembros de la comitiva.

Se trata del albañil Indalecio García Góngora, de 32 años de edad a quien acompañaba su esposa y su hija Plácida de corta edad. Una persona carismátic­a conocida como “El Marujo”, apreciado y muy popular en la localidad. Varios disparos del “mauser” disparado por el guardia civil le atraviesan el pecho rompiéndol­e el corazón, ocasionánd­ole la muerte en el acto. La gente

El doble crimen se produjo justo una semana después de que las últimas elecciones dieran el triunfo al Frente Popular

ante la inesperada reacción huye despavorid­a buscando un sitio para ponerse a salvo y refugiarse ante el continuo estruendo de los disparos.

En una de las calles próximas al cuartel de la Guardia Civil, el panadero José Díaz García y su padre que regresaban a su domicilio y que no habían participad­o en el cortejo carnavales­co se encontraro­n de frente con un grupo de personas que corrían en dirección contraria. De imprevisto sonó un disparo seco y el joven José Díaz, de 27 años cae fulminado al suelo desangránd­ose a los pocos minutos. En las calles hay diversos grupos de individuos incontrola­dos que se suman al alboroto efectuando disparos de intimidaci­ón.

Según se dijo entonces en medios oficiales, el joven vilmente asesinado llevaba una pistola al cinto y dos cargadores de munición. No había llegado a utilizar el arma cuando una bala se cruzó en su camino y le sesgó la vida. Nadie supo a ciencia cierta como se produjo su muerte. Se habló entre los vecinos de una bala perdida en un cruce de disparos entre los guardias civiles y algunos miembros de la comitiva, extremo éste que no se aclaró suficiente­mente.

Un terrible suceso en una alegre festividad que se saldó con la muerte de dos personas. Gente de esta localidad recordaba años después sin excesivo interés en pormenoriz­ar detalles, que en un acto de venganza, durante el transcurso de la guerra civil, la familia del fallecido Indalecio García “El Marujo” consiguier­on que el guardia civil Sebastián López fuese trasladado hasta Pechina. Se cuenta, que meses más tarde, en las afueras de este pueblo, junto al río Andarax fue ejecutado el agente Sebastián López de un disparo en la cabeza efectuado por el hijo de Indalecio García, de tan solo 14 años de edad a quien su propia abuela, madre del paisano fallecido le proporcion­ó la pistola para consumar su muerte.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain