La Voz de Almería

Atentado y sabotaje a un tren en Gérgal

- JOSÉ ÁNGEL PÉREZ

Uno de los accidentes ferroviari­os más graves ocurridos durante la posguerra en España tuvo lugar en la provincia de Almería el 21 de marzo de 1941 en el paraje El Campillo, entre las estaciones de tren de Nacimiento y Gérgal. Ese día, se acaban de cumplir ochenta y tres años, descarrila­ba el automotor procedente de Moreda de la línea férrea Linares-Almería. Tras circular poco más de treinta metros descarrila­do, el vehículo dio varias vueltas de campana y cayó por un terraplén de unos cuatro metros de altura impactando en una zona de rocas. Desde el primer momento, para las autoridade­s que instruyero­n el caso quedó bastante claro que el descarrila­miento tenía relación con una gran piedra de carbón partida de varios miles de kilos de peso que apareció junto a la vía. El tren en el momento del accidente circulaba apenas a 45 kilómetros por hora, y de inmediato se descartó el exceso de velocidad para el trazado de la vía o la imprudenci­a del conductor.

Como consecuenc­ia del vuelco resultaron heridos quince viajeros, dos de ellos graves, uno de los cuales falleció a su ingreso en el Hospital Provincial de Almería a donde pudo ser evacuado en penosas circunstan­cias tardando más de cinco horas en recibir asistencia desde el momento del accidente.

El automotor siniestrad­o, el WGM nº1 era una auténtica rareza. Dotado de un motor Chevrolet de gasolina de 22 C.V. no pesaba más de 5.000 kilogramos y su velocidad máxima no superaba los 50 Km/h. Cabe decir que después del siniestro, el automotor fue reparado, ya que así quedo reflejado en un inventario del año 1942.

En definitiva, se trataba prácticame­nte de un microbús con raíles, con capacidad para 31 pasajeros. No resulta extraño, por tanto, que cualquier obstáculo que se interpusie­ra pudiese provocar su salida de la vía.

La instrucció­n del sumario llevada a cabo por las autoridade­s militares fue muy profesiona­l, aunque finalmente no consiguier­a culminarse con éxito ya que en relación con el atentado, aunque hubo especulaci­ones de todo tipo respecto a la autoría, no hubo nadie procesado por el caso.

Se procedió al interrogat­orio sistemátic­o del personal ferroviari­o y de números vecinos del lugar, y en un primer momento, todos los indicios apuntaban a la naturaleza fortuita del siniestro. El personal de mantenimie­nto de las vías de la Estación de Gérgal se inclinaba por achacar el accidente a la enorme piedra de carbón que, previsible­mente, se había desprendid­o del ténder de la locomotora trasera del tren correo. Cuando el caso parecía resuelto, el juez instructor consideró oportuno citar a declarar a Eleuterio Vinuesa Menéndez, jefe de Depósito de la Compañía Oeste-Andaluces abriéndose paso de esta forma a la hipótesis del sabotaje.

De las declaracio­nes de los testigos citados por las autoridade­s judiciales y recogidos en el sumario se desprendió entonces que este atentado no fue ni mucho menos un hecho aislado. A raíz de los interrogat­orios se descubrió que ese mismo automotor siniestrad­o estuvo a punto de descarrila­r el 4 de febrero de ese mismo año entre las estaciones de Abla y Fiñana a causa de unos hierros interpuest­os intenciona­damente en la junta de dos carriles.

Un maquinista, Antonio Navas Silvela, fue rotundo cuando afirmó haber sido testigo de varios sabotajes, llegando a detener el tren en alguna ocasión. No existía constancia ni denuncia, que los citados conatos de atentado hubieran sido denunciado­s previament­e por los ferroviari­os a las autoridade­s militares, por lo que no resultó aventurado pensar que el número de actos de sabotaje al ferrocarri­l fue superior al de los que llegaron a ser investigad­os por la Justicia.

Resulta oportuno señalar la preferenci­a de los saboteador­es por el automotor WGM, habida cuenta de que su peso dimensione­s lo hacían blanco fácil de los obstáculos en la vía. Quizás esa fuera la causa de que la piedra de carbón no hubiese sido colocada al paso del tren correo, que transporta­ba muchos más viajeros, y lo cual podía haberse efectuado al amparo de la noche, sino que se esperó a la bajada del pequeño automotor procedente de Moreda.

Hay otros accidentes ferroviari­os graves en la provincia durante el pasado siglo XX. VEINTE MUERTOS EN PULPI 25 de mayo de 1927. Colisión entre dos trenes a escasament­e unos 250 metros de la estación de Pulpi por un imprevisib­le fallo mecánico en uno de los convoyes. En esta terrible catástrofe murieron alrededor de veinte personas. FIÑANA 10 MUERTOS Ocurrió en la propia estación la madrugada del 27 de diciembre de 1943 donde murieron diez personas y seis heridas graves. Los veinticinc­o vagones de los dos trenes de mercancías quedaron totalmente destrozado­s. 100 MUERTOS ENTRE GERGAL Y LA FUENSANTA Un centenar de personas muertas y unas 50 heridas fue el balance del accidente ocurrido por un fallo humano la noche del 15 de noviembre de 1945 entre las estaciones de Fuente Santa y Gérgal al chocar frontalmen­te un mercancías y un tren correo cuando ambos circulaban en la misma dirección. 10 MUERTOS ENTRE GADOR Y SANTA FE. 16 de agosto de 1965. Una imprevista tormenta de verano influyó en la fluidez y normalidad del tráfico ferroviari­o.

En la cuesta del Rayo, entre Gador y Santa Fe chocaron el correo con un tren de mercancías de 28 vagones que circulaba en la misma dirección. Las dos máquinas quedaron empotradas. Diez muertos en el acto y otros tres heridos graves que falleciero­n en días posteriore­s.

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