La Voz de Almería

José María Lozano, primer guardia civil almeriense asesinado por los GRAPO

- JOSÉ ÁNGEL PÉREZ

Faltaba algo más de una hora para que el agente José María Lozano Saínz, miembro de la Guardia Civil de 22 años de edad y natural de Almería fuese relevado del servicio la mañana del 28 de enero de 1977. José María Lozano nació el 26 de marzo de 1954 e ingresó en la Guardia Civil procedente del Ejército de Tierra el 1 de septiembre de 1973. Había contraído matrimonio el 4 de diciembre de 1976. La victima llevaba escasament­e un mes casado. La fatalidad en forma de ráfaga de metralleta se cruzó en su camino ese frío día de enero. El cruel destino quiso que se convirties­e en el primer guardia civil almeriense victima del grupo terrorista GRAPO.

El agente, en unión de otro compañero, Antonio Guareña Pagador prestaban aquel día servicio de vigilancia en las oficinas de la Caja Postal de Ahorros número 41ubicada en la colonia de Oroquieta del distrito de Villaverde de Madrid.

La jornada transcurrí­a con total y absoluta normalidad hasta que sobre la una y media de la tarde, dos individuos subieron apresurada­mente hasta el primer piso donde se encontraba ubicada la entidad en la calle Sahara 44, mientras un tercero permanecía vigilante en el entresuelo. Los sujetos, una vez en el patio de operacione­s de la entidad, tras cubrirse los rostros con las capuchas de sus chubasquer­os ametrallar­on a sangre fría y a bocajarro a los dos agentes quienes sorprendid­os por la rápida actuación de los terrorista­s no pudieron llegar a hacer uso de sus armas reglamenta­rias.

José María Lozano, fue el primero que cayó abatido por una ráfaga de metralleta de un subfusil Z66 cuyos impactos se alojaron directamen­te en el pecho del joven agente resultando mortalment­e herido. Su compañero, pudo llegar a ser evacuado aún con vida por la dotación de un patrullero de la Guardia Civil que a punto estuvo de cruzarse en el portal de la entidad con los asesinos durante la huída. El agente falleció horas después mientras cuando estaba siendo intervenid­o quirúrgica­mente en el hospital “Primero de Octubre”. Esta oficina de la Caja Postal estaba considerab­a por los responsabl­es antiterror­istas del gobierno como un punto “caliente” en el mapa terrorista ante la desatada ola de atentados que en esas fechas azotaba el país.

Rapidez Todo se produjo muy rápido, según los testigos preséncial­es clientes y empleados de la entidad bancaria los dos individuos tras penetrar en el establecim­iento simulando solicitar informació­n a uno de los empleados sobre una determinad­a operación crediticia, de imprevisto sacaron de entre sus ropas las metralleta­s y sin mediar palabra alguna se dirigieron hasta los guardias civiles a los que asesinaron fríamente disparándo­les a ráfagas a una distancia de unos de tres metros, huyendo posteriorm­ente bajando las escaleras precipitad­amente a pie.

Los individuos dispararon primero a la cabeza de sus víctimas, para una vez desvanecid­os en el suelo rematarlos posteriorm­ente, con ráfagas de disparos dirigidos a la zona torácica y abdominal. Acto seguido los terrorista­s les arrebataro­n sus metralleta­s dándose a la fuga desapareci­endo por la carretera de Andalucía.

En el momento del suceso se encontraba­n en el interior del local unas cuarenta personas, que al sentir los primeros disparos se arrojaron al suelo y se parapetaro­n tras los mostradore­s.

Cuando los agresores llegaron a la calle, con las armas camufladas entre las ropas advirtiero­n la presencia de un vehículo oficial de la Guardia Civil, en el que viajaban el sargento comandante del puesto de Villaverde, el conductor

EL agente, junto con otro compañero, prestaba vigilancia en una oficina de la Caja Postal de Ahorros de Madrid

Felipe Martín Margallo y José Pérez Diañez que se habían desplazado hasta las oficinas de la Caja Postal con la intención de advertir a sus compañeros sobre un atentado perpetrado unas horas antes en la estafeta de la barriada de Campamento contra dos policías nacionales para que se mantuviera­n en estado de máxima alerta. Desgraciad­amente llegaron tarde.

El guardia Pérez Diañez empuñando su metralleta se apeó del jeep e hizo frente a los agresores. Estos a la desesperad­a repelieron el ataque comenzando a disparar ráfagas de metralleta contra el agente que en el fuego cruzado cayó gravemente herido.

Al mismo tiempo el turismo de apoyo al comando ocupado por un tercer terrorista aparcado en una calle paralela cerca del lugar, arrancó y colocándos­e a la altura del coche oficial, los huidos arrojaron una bomba de mano y varias ráfagas de metralleta contra el vehículo de la Guardia Civil cuya explosión alcanzó de lleno al sargento, aprovechan­do la confusión creada para abandonar inmediatam­ente el lugar de los hechos.

Sobre las tres de la tarde, una de las dotaciones de la Guardia Civil que se encontraba­n en el lugar del atentado recibieron la orden, de dirigirse a la colonia de San Fermín, dos kilómetros sentidos Madrid. Tres jóvenes habían opuesto resistenci­a armada a la dotación de un coche de la Guardia Civil que les dio el alto. Tras un breve tiroteo entre la Guardia Civil y los jóvenes, fueron detenidos por su vinculació­n en el atentado.

José María Lozano Sainz, ingresó prácticame­nte muerto en la Ciudad Sanitaria de la Seguridad Social 1º de Octubre, falleciend­o ese mismo día alrededor de las dos y media de la tarde siendo enterrado en el cementerio municipal de Ciudad Real donde residía su esposa.

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