Llorar y reír

Los almerienses sabemos que puede llover, hacer viento y un sol espléndido en un mismo día. Igual que puedes enterrar a tu abuela un día, y a la semana siguiente ser padre por primera vez y rebosar de alegría. Los sabios saben llorar y reír casi al mismo tiempo.

Pienso en el personaje de Escarlata O´Hara en “Lo que el viento se llevó”, y en cómo evoluciona por una guerra que la lleva a poner a Dios por testigo de su esperanza. Y también recuerdo al personaje de María, la madre de Jesús en “La Pasión de Cristo”; cómo sabía conservar las circunstancias en su interior, con esa paz que otorga la relación con Dios. Dos mujeres maravillosas llenas de creatividad y grandeza, dos formas diversas de acoger la vida.

El cine, como arte, puede convertirse en una escuela de nuestra propia naturaleza. Podemos tratar de vivir imperturbables, diciéndonos que el sabio ni llora ni ríe; pero también podemos recordar personajes como el replicante de “Blade Runner”, una especie de máquina casi humana que ve cómo sus deseos más profundos se pierden como lágrimas entre la lluvia. O el niño robot de “Inteligencia Artificial”, de Spielberg, que tan solo anhelaba el cariño de una madre.

Podemos empeñarnos en ser firmes y estoicos. O podemos abrazar la vida con el llanto y las alegrías que conlleva. Veamos un ejemplo de la saga de “Harry Potter”: el profesor Severus Snape entrega en silencio su vida por amor, y sus lágrimas son las que revelan a Harry la verdad para derrotar al malvado Voldemort. Otro ejemplo lo encontramos en la exitosa serie “The Chosen”; es hermoso ver cómo Jesús de Nazaret expresa sus emociones humanas sin miedo. Parece que Dios mismo ríe y llora sin temor, desvelando, como diría el teólogo la amplitud insospechada que tiene el destino humano.

Por eso, debemos fijarnos en aquellas personas que saben reñir y perdonar casi al mismo tiempo; aquellas que afirman todo lo bueno que les rodea; incluso el bien oculto que hay en las lágrimas o el dolor. Como dice Gandalf en “El Señor de los Anillos”, no diré no lloréis, pues no todas las lágrimas son amargas. Como decíamos al principio: ¿lloverá hoy en Almería y saldrá el sol en el mismo día?