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CAMARIÑAS
LA ARTESANÍA ES LA PUNTA DE LANZA DE UN MUNICIPIO QUE PRESUME TAMBIÉN DE ESPACIOS EMBLEMÁTICOS COMO EL CABO VILÁN, EL CEMITERIO DOS INGLESES, EL MUSEO DE MAN Y LA DUNA DE REIRA.
El encaixe es desde hace muchos años el principal embajador de Camariñas y su muestra monográfica — que se celebra cada Semana Santa desde hace casi tres decenios— está marcada a fuego en el calendario de los amantes de la artesanía, pero los atractivos de la localidad van mucho más allá de esta tradición cuidada con mimo por los vecinos y a la que el Concello ha consagrado su propio museo.
Decir Camariñas es decir también mar, historia, paisajes y patrimonio. Pocas localidades reflejan tan bien la esencia de la Costa da Morte como esta, escenario de tráficos sucesos, pero también de episodios de valor y coraje que se pueden rememorar caminando por su Ruta dos Naufraxios y visitando el Cemiterio dos Ingleses, donde reposan las víctimas del Serpent. Los accidentes marítimos que jalonan sus costas son el mejor recordatorio de los peligros que esconde la belleza del mar y de la difícil convivencia que las gentes que conviven con él. Bien lo saben los marineros de la localidad, protagonistas junto con sus barcos de una de las tradiciones más vistosas de la localidad, la procesión marítima en honor a la Virxe do Carme.
El majestuoso Faro Vilán es otro de los lugares de paso obligado para quienes se acercan a Camariñas. No solo por el espectacular edificio —un ejemplo de ingeniería que supuso toda una novedad en la época en la que fue levantado, allá a finales del siglo XIX— ni por sus sobrecogedoras vistas, sino también porque en los últimos años se ha convertido en un importante foco de difusión artística desde su activa sala de exposiciones.
El recinto refuerza así una oferta museística integrada también por el Museo Man de Camelle, la instalación con la que el Concello ha comenzado a saldar la deuda pen- diente con el anacoreta Manfred Gnädinger. El testimonio de su paso por la localidad y de la huella artística que dejó es visible también, pese a la acción combinada del tiempo, el mar y la burocracia, en la casa museo que Man habitó durante varias décadas junto al dique del muelle de la localidad.
El litoral camariñán presume también de espectaculares manifestaciones de la naturaleza, como la duna rampante de Monte Branco, en Reira, que con sus 170 metros de altura es la formación de este tipo más alta de Europa. Otro faro más para una localidad que merece la pena descubrir.