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«La Costa da Morte es un entorno muy propicio para la producción maderera»
La construcción en este material y la producción de viscosas son vías de futuro
Máximo responsable del Clúster da Madeira e do Deseño de Galicia, José Manuel Iglesias Vilas da cuenta de que el impacto del estado de alarma por el covid-19 ha sido diferente según sectores: no lo vivieron lo mismo los aserraderos, que pudieron reenfocarse hacia el embalaje; el ámbito de los tableros, muy dependiente de reforma y construcción; la fabricación de mueble; o el sector del contract, «con empresas de las mejores del mundo», ligado a hoteles, restaurantes y cafeterías, obligados al cierre. Pese la disparidad, parece que en algunos casos la recuperación va mejor de lo esperado. Hay futuro: «Las capacidades están ahí». Y el potencial de la Costa da Morte y de Galicia, también.
— ¿Qué se plantean ahora para los próximos años?
—Precisamente este pasado viernes celebramos junta directiva, la primera presencial después del confinamiento, y en ella aprobamos el plan estratégico que guiará el trabajo del Clúster en los próximos cuatro años. Seguimos haciendo énfasis en el trabajo conjunto, con los prescriptores; en la formación; en el márketing digital, ahora más necesario que nunca; en el diseño; la construcción en madera; la mejora de la competitividad... Recientemente firmamos un convenio con el clúster de la salud, para detectar necesidades en el ámbito de los centros de mayores, espacios públicos...
— ¿La conciencia de la construcción en madera cala aquí?
—Hay muchísimo interés por parte de los prescriptores y muchísimos arquitectos que quieren promover en madera. Se nota en las consultas. La gente cada vez está más comprometida con el medio ambiente y con la salud. La madera es un ámbito biofílico, mejora nuestro bienestar e incluso nuestro sistema inmunológico. De otro lado, creemos que la Administración está muy sensibilizada: en el Consello da Xunta del viernes se promovieron varios concursos de proyectos tanto para construcción unifamiliar como para naves en madera. Es una tendencia que viene muy fuerte, se están haciendo hasta rascacielos, y que va a aumentar exponencialmente. Ahí, Galicia tiene una situación privilegiada. A través de la Fundación
Arume se está fomentando la plantación de coníferas, y esta será una forma, también, de dar más valor al monte. Otro tema muy interesante, y que se va a promover, es la producción de viscosas, tejidos a partir de la madera. Eso permitirá que los tejidos sean reciclables, biodegradables, sostenibles... Todo lo que ahora estamos vistiendo, con derivados del petróleo, lo vamos a conseguir con lo que produce nuestro oro verde, los montes.
— La Costa da Morte tiene una tradición maderera muy arraigada. ¿Qué papel podría jugar la comarca a nivel gallego?
—Toda la comarca tiene un potencial enorme, por su situación climatológica. Tenemos un entorno muy propicio para la producción maderera. Con relación a la caída de la producción en algunos aserraderos, tiene que ver en gran medida con un cambio de paradigma: el uso del plástico, por ejemplo. La evolución en el monte es muy lenta, así como los ciclos de corta, y también es cierto que los usos han cambiado. Ahora ese potencial se circunscribiría a esas líneas de trabajo mencionadas, como la construcción en madera, no solo la estructural, sino también para revestimientos; y la evolución hacia producciones más sostenibles. El petróleo afecta mucho al medio ambiente. ¿Cuándo se notará esa evolución hacia producciones más sostenibles? «Espero que muy pronto, espero que antes de un decenio. La demanda de madera ya está ahí y nosotros tenemos estos montes, en los que se escribió nuestro himno», dice Iglesias Vilas. Conoce bien la comarca, también, porque en O Acevedo (Cerceda) se asienta el Grupo Cetus, suma de Galopín y la firma Geficus. Cerró el 2019 con 15,5 millones de euros de facturación, 103 empleos directos y 900 indirectos. Iglesias compagina la responsabilidad de este proyecto con el liderazgo del Clúster da Madeira.
Con ese potencial maderero que existe, considera que, ahora, «el futuro depende de la inteligencia y de la innovación de los gallegos, de su capacidad para adaptarse a esa demanda».
— ¿La madera es futuro?
—Ahí está, y es un futuro sostenible. Es un producto que lo plantamos y que vuelve a salir. No es, por ejemplo, como el carbón, que se acaba. También están los aprovechamientos que tiene: residuos de la madera, por ejemplo, para producir energía. Estamos viendo que hay otros países donde todo esto ya está funcionando muy bien. Nosotros hemos perdido la cultura popular de la construcción en madera, antes se hacían las cosas de otra manera. En estos momentos nos toca reaprender y, al mismo tiempo, aplicar líneas de investigación que ya están implantadas en otros puntos: tecnologías para el secado, los tratamientos...