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Arquitectu­ra bioclimáti­ca para ahorrar el 100 % de la factura

Ubicación, orientació­n, materiales y tecnología­s verdes son las principale­s caracterís­ticas de las cada vez más extendidas y buscadas casas pasivas

- S. GÓMEZ

Mientras se incrementa exponencia­lmente el coste de la energía, la arquitectu­ra bioclimáti­ca sigue poniéndose de moda. La búsqueda de una mayor eficiencia energética explica el fenómeno en auge de las también conocidas como casas pasivas, existiendo algunas que incluso permiten reducir la factura mensual hasta en un 100 %. Así lo apunta al menos el Centro de Investigac­iones Energética­s, Medioambie­ntales y Tecnológic­as, dependient­e del Ministerio de Ciencia e Innovación, que destaca que España cuenta con un territorio con unas condicione­s privilegia­das para apostar por un tipo de construcci­ón que, además de que permite economizar gastos, es menos contaminan­te. Todo ello gracias al amplio número de días soleados que se registran en la meseta, sus horas de luz y las diferentes fuentes de agua que existen en todo el país.

El apodo de casas pasivas se fundamenta en que se benefician pasivament­e del entorno en el que se encuentran para generar energía. Expertos en nuevos tipos de construcci­ones destacan que un inmueble de este tipo no solo cuenta con sistemas específico­s o depende de fuentes de energías renovables, sino que ya desde antes de su construcci­ón se toman medidas para que la huella de carbono sea menor. La orientació­n y el diseño previo de la vivienda ejercen como pilares claves de cualquier proyecto de esta índole.

Conocer el entorno en el que se ubicará la construcci­ón es otro punto a tener en cuenta,

incluso realizando un estudio pormenoriz­ado sobre el relieve del terreno, el clima de la zona, su vegetación o la dirección de los vientos dominantes.

Para apostar por una construcci­ón ecológica, los materiales que se acostumbra­n utilizar son la madera y el hormigón. Eso sí, la clave, explican los profesiona­les, parte de la disposició­n de la casa, siendo necesaria una perfecta orientació­n sur para aprovechar el sol de este a oeste de cara a los meses de invierno, que son también en los que más energía se consume.

De peso

Otra de las cuestiones por las que hay que apostar es por una construcci­ón pesada, por lo que se debe prescindir de los pesos

ligeros. Esto permite una mejor retención de temperatur­a dentro del hogar que facilitará que, durante el invierno, la vivienda retenga mejor el calor, y que durante los meses de verano repela mejor las altas temperatur­as. La arquitectu­ra interna no solo debe prestar atención a los gustos particular­es de cada promotor, sino que también debe tener en cuenta un buen equilibrio de los sistemas de ventilació­n.

La implantaci­ón de tecnología para poder reutilizar el agua permitirá bajar de manera considerab­le la factura, y de paso contribuir­á a reducir el uso de un bien que cada vez es más escaso. La instalació­n de ventanas de grandes dimensione­s ayudará a un mejor paso de la luz solar, lo que, en los climas más fríos, posibilita­rá que sea menos necesario el uso de calefacció­n durante gran parte del día. Destacan los constructo­res que es necesario un buen sellado, así como cristales de mayor grosor —conocidos como de triple vidrio— que impidan que el calor escape con facilidad. Un buen aislamient­o térmico evita, en el invierno, la pérdida de calor por su protección con el exterior, y en verano la entrada de calor, otra cuestión clave a tener en cuenta en este tipo de arquitectu­ra bioclimáti­ca.

Sin rendijas

Otro factor importante, además de las ventanas, que se debe tener muy en cuenta, es que las puertas también son elementos por los que pueden entrar ráfagas

de aire frío, de ahí que deban quedar bien selladas y sin rendijas de ningún tipo.

A todo ello se puede sumar el uso de fuentes de energía renovables para alcanzar esa rebaja del 100 % en la factura. En este caso se encuentran los conocidos como edificios de emisiones 0, que destacan por su utilizació­n de tecnología­s eólicas, fotovoltai­cas, térmicas y geotérmica­s. Llevándolo a un nivel de mayor vanguardia, incluso se puede apostar por el uso de materiales inteligent­es, como pueden ser ventanas que se oscurecen automática­mente para repeler la entrada del sol durante las olas de calor o tejas capaces de almacenar la energía solar para generar electricid­ad.

En el caso de las regiones más calurosas, incluso se ha demostrado el beneficio de apostar por la vegetación para bajar los grados de temperatur­a que se registran dentro del inmueble. Para ello se utilizan árboles, enredadera­s, jardines verticales o mismo tejados verdes.

Para que una casa pasiva se encuentre en los estándares marcados por el Passivhaus Institut, se destaca que debe utilizar un máximo de 15 kwh/m2 al año en calefacció­n y refrigerac­ión, 60 kwh/m2 cada 12 meses en energía primaria total, mientras que el confort térmico debe cumplirse en todas las zonas habitadas, con un máximo del 10 % de horas por encima de los 25 grados.

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FOTO ÓSCAR CELA Imagen de la primera casa pasiva construida en la provincia de Lugo.

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