La Voz de Galicia (Ferrol) - Especial2

Testemuño de Acción de Grazas, Sor Paola Orellana

Testimonio de acción de gracias por sus bodas de plata como religiosa

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Bendice alma mía al Señor, y todo mi ser a su santo nombre; no olvides sus muchos beneficios, bendice alma mía al Señor” (Sal 102) Junto a las palabras de este salmo, quiero elevar mi Acción de Gracias al Señor por su infinito amor y misericord­ia para conmigo, por haberme llamado a su seguimient­o y por permitirme con su gracia llegar hasta este día, en el que he celebrado los 25 años de mi Consagraci­ón Religiosa. La Eucaristía tuvo lugar el día 28 de octubre en la Capilla del Hospital Juan Cardona de Ferrol, lugar donde vivimos y realizamos nuestro apostolado, y fue presidida por nuestro capellán D. José Velo Nieto.

Mi nombre es Sor Paola Orellana Fierro y pertenezco al Instituto “Siervas de Jesús de la Caridad”, Congregaci­ón fundada por Santa María Josefa del Corazón de Jesús, cuya misión principal es el cuidado de los enfermos en sus domicilios, y también en los hospitales, clínicas, centros para ancianos; el cuidado de niños en guarderías infantiles y demás obras de beneficenc­ia y caridad.

Al celebrar esta efeméride, ¿cómo no llenarme de alegría y gratitud a Dios por tantos beneficios recibidos, por sentirme amada por Él y por todo cuanto ha realizado en mi vida? Al igual que la Virgen María, puedo cantar mi “Magnificat” y decir que “ha hecho obras grandes en mí”. Primeramen­te me regaló el don de la vida, haciéndome nacer en el seno de una familia cristiana y después me concedió el don de la vocación, llamán- dome a seguirle como Sierva de Jesús de la Caridad, para llevar su amor y misericord­ia a todos los hermanos que sufren en su cuerpo y en su espíritu. Vengo del otro lado del océano, concretame­nte de Ecuador, de una ciudad llamada Loja, y también allí el Señor se hizo el encontradi­zo y me invitó a seguirle como esposa y sierva suya. Desde que di mi “Sí” al Señor, puedo decir que ha sido Él quien ha guiado mis pasos; vine a España para realizar mi formación religiosa, y también aquí y en Italia (Roma), he desarrolla­do mi misión como Sierva de Jesús en los diferentes destinos que la obediencia me ha asignado. Al igual que todo discípulo que sigue al Señor, mi vocación ha sido un camino de alegrías y de luchas, con mis caídas y levantadas, pero como San Pablo puedo asegurar que la gracia del Señor nunca me ha faltado y que gracias a su amor y misericord­ia he podido perseverar y llegar hasta este día. Doy gracias al Señor por todas las personas que Él supo poner en mi camino y que son las que me han ayudado en mi vocación para custodiar este tesoro que me ha sido confiado.

“Tu fidelidad Señor sea el sostén de la mía, con la gracia de tu Espíritu”, pues sí, me sigo apoyando en Él, ya que sólo con su ayuda podré serle fiel hasta el final. Mi deseo es seguir trabajando por su mayor gloria y la salvación de las almas, llevando con mi vida el amor y bondad de Dios a los hermanos enfermos y más necesitado­s; esto es lo que siempre he intentado y que quiero seguir transmitie­ndo a todas aquellas personas que el Señor presenta en mi misión, para que le sirva en ellas, pues Él mismo dijo: “Cada vez que lo hicisteis con uno de estos, mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis”. En la Virgen María, mi dulce Madre, también confío y me acojo, y le pido que me ayude a perseverar y a ser fiel al amor de su Divino Hijo, que cuide de mi vocación y que siga conduciend­o mis pasos por el camino que me lleve hasta el encuentro definitivo con Él. A la intercesió­n de Santa María Josefa, nuestra querida Madre fundadora también acudo, y le pido que me ayude a ser una verdadera Sierva de Jesús y que nos alcance del Señor generosas vocaciones, para seguir prolongand­o su Reino. Agradezco de corazón a todas las personas que me acompañaro­n con su afecto y cercanía en el día de mi Acción de Gracias: A mis hermanas Siervas de Jesús, a los Siervos de Jesús laicos, a los Señores del Cabildo de Gobierno del Hospital y personal del mismo, a los religiosos y religiosas de nuestra diócesis, a los amigos y personas cercanas que quisieron estar presentes y a tantos otros que desde la distancia, sobre todo mi querida familia, me acompañaro­n con su recuerdo y oración. Espero seguir contando con vuestra oración y pido al Señor que a todos bendiga y recompense por tanta generosida­d. Sor Paola Orellana Fierro S. de J.

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Sor Paola, en el centro (completame­nte de blanco), acompañada de cinco hermanas de su comunidad

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