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La segunda ola obligó a cerrar Lugo y Vilalba
El día 31 de octubre, la zona sanitaria de Lugo, A Mariña y Monforte alcanzó la simbólica cifra de los 1.000 contagios activos. Fue entonces cuando la Xunta tomó la drástica decisión de confinar las grandes ciudades de Galicia y muchas de sus áreas metropolitanas, las más afectadas por la brutal segunda ola del coronavirus. Lugo no se libró, ni mucho menos, de sus efectos. Los lucenses —y más tarde, los vilalbeses— quedaron confinados en el municipio, se cerró la hostelería, se prohibió reunirse con personas no convivientes y se recuperó el clima del confinamiento de primavera.
Sin embargo, las buenas noticias se hicieron esperar. Al contrario que el resto de capitales de Galicia, Lugo no mejoraba. Pasaban los días y los resultados seguían resistiéndose a dar una tregua. Tres semanas después del inicio de las medidas, el 19 de noviembre, las cifras asustaban: 1.207 casos activos, el máximo de toda la pandemia. Fue entonces cuando el virus dio un paso atrás y se empezaron a notar las restricciones. El 28 de noviembre, Lugo volvió a bajar de los mil casos activos, y continuó con la bajada hasta fin de año. El 2021, aún así, comienza con el riesgo de las reuniones navideñas.
La Xunta decidió, finalmente, levantar el cierre perimetral a partir del día 30, por lo que Nochevieja se pasará en el nivel más bajo de restricciones, por primera vez desde octubre.