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Crisol de paisajes con encanto
Arranque del Camino Portugués de la Costa, su oferta gastronómica es de primer orden
A Guarda es una villa marinera limítrofe con el norte de Portugal cargada de encanto e historia en cada uno de sus rincones. Se trata del primer municipio del Camino Portugués de la Costa, envuelto por el entorno natural que proporciona el estuario y la desembocadura del río Miño.
La costa atlántica baña sus playas marítimas, condiciona las fluviales y rinde homenaje al puerto. Su monte de Santa Trega protagoniza la panorámica deslumbrante de O Baixo Miño y, desde sus alturas, se puede disfrutar de vistas espectaculares de toda la frontera galaicoportuguesa y de la inmensidad del océano Atlántico.
Esta convergencia de paisajes, que enamora a cada uno de los peregrinos que se deciden por la variante portuguesa del Camino, se completa con la cultura gastronómica de calidad que ofrecen cada uno de los locales de A Guarda. En un verano en el que comienzan a aliviarse las restricciones derivadas de la emergencia sanitaria, las emblemáticas fiestas guardesas, como la que rinde homenaje a la langosta, todavía no se podrán celebrar. Pero en la villa se podrá seguir disfrutando de la cocina marinera que defienden los profesionales culinarios locales en sus establecimientos. Cada uno de ellos ha conseguido que el municipio sea reconocido como un destino gastronómico destacado, a base de creaciones en las que la calidad del marisco y de la pesca de bajura son los protagonistas. La cocina de la langosta, en todas sus variedades, y del pez espada son dos manjares típicos. La rosca de yema guardesa, elaborada artesanalmente en confiterías y pastelerías, es el postre que no se debe perder ningún visitante.
A Guarda configura la primera etapa gallega del Camino jacobeo de la costa. Antes de continuar la peregrinación, los visitantes pueden dejarse encantar por los rincones singulares como el castro de Santa Tregra, la Casa Forestal que encamina hasta un yacimiento arqueológico, el barrio de Mergelina, el Museo Arqueológico de Santa Tregra, el puerto pesquero, las casas marineras del entorno de la calle Malteses, las salinas romanas o el Museo del Mar.