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Arbo, vinos con corazón
Diez bodegas del territorio ofrecen los sabores de albariños y condados con personalidad
Arbo es un municipio al sur del territorio de los rías biaxas que limita con la freguesía portuguesa de Melgaço a través del puente internacional. Pese a no tener una gran extensión, está posicionándose en el mapa de la geografía turística gracias a la calidad y a la variedad de vinos que ofrece. En todos sus paisajes dominan los colores verdes y los kilómetros de viñas paralelas de las que cuelgan uvas de diferentes categorías. Las montañas envuelven a Arbo, que presume de un microclima propio que brinda personalidad a cada una de las variedades que cultivan muchos de los 3.000 vecinos de este encantador rincón del sur de Galicia. Los tres ríos que cruzan el municipio, el Deva, el Cea y el Miño, condicionan las temperaturas suaves, idóneas para el cultivo de la vid.
Es una tierra de albariños y condados, donde un total de diez bodegas trabajan en la proyección de la Denominación de Origen Rías Baixas. Entre las variedades, Arbo congrega al caíño, el brancello, el espadeiro o el Pedral, que logran tintos frescos y frutales, agradecidos en verano. Para los amantes de las elaboraciones de vino blanco, en el valle arbense se producen vinos como el albariño y el torrontés. Son sabores exquisitos al paladar y de delicada fragancia. Otras uvas de referencia son treixadura o loureiro. Son vinos secos, elegantes, intensamente afrutados y con un retrogusto muy fino y prolongado.
Además, en Arbo también se están proyectando los vinos espumosos a partir de variedades autóctonas. Estas elaboraciones se consolidan cada vez más entre los consumidores vanguardistas, como una alternativa diferenciada y atractiva.
De la mano del vino, la lamprea protagoniza la tradicional oferta gastronómica de Arbo. El municipio es la capital mundial de esta especie del río Miño que cuenta con más de 500 millones de años de existencia. La temporada de lamprea transcurre entre los meses de enero y abril. No obstante, por su tradición y vinculación al territorio, restaurantes y cafeterías la cocinan durante todo el año.
La forma de preparar la lamprea más arraigada aquí es «a la arbense», es decir, guisada en su propia sangre. Los cocineros del municipio son los creadores de esta receta, pero también se han convertido en verdaderos artífices de la lamprea a la bordalesa, rellena, asada, a la brasa, en empanada o con fideos. La tradición de esta especie fluvial, un manjar de dioses, la reflejan las pesqueiras, estructuras que los romanos dejaron a la orilla del río.