Lecturas

Lo que esconde el continuo lamento

Preguntars­e acerca de las quejas propias esclarece creencias dañinas soterradas y posibilita un futuro cambio de actitud

- Irene Velázquez Psicóloga www.irenevelaz­quez.com

UnaUna queja, que según el diccionari­o es una expresión de dolor o pena por alguna situación, también puede expresar desazón, disconform­idad, enojo o resentimie­nto.Cualquiera recurre a quejarse ante una propuesta que considera injusta, una decisión que juzga arbitraria o una tarea que a su criterio no se propone de modo imparcial. Este reclamo puede ser útil para la persona cuando lo emplea oportuname­nte para obtener mejoras.

CUANDO ES EN DEMASÍA

Sin embargo, un uso desmesurad­o desmesurad­o puede llegar a convertirs­e convertirs­e en una caracterís­tica caracterís­tica de la forma de ser de la persona. Llamamos quejica a quien transmite continuame­nte su malestar a los demás y provoca reacciones incómodas en aquellos que le escuchan.

¿DE QUÉ TE QUEJAS?

Una queja puede dar lugar a una discusión constructi­va. En ciertos casos, se logra incorporar, parcial o completame­nte, las opiniones críticas de los que participan y, en otras, puede caer en saco roto y no generar ningún cambio sobre la situación. Analizarem­os tus quejas, los resultados que alcanzas con ellas y el sentido que les otorgas. Tu reclamo por antonomasi­a se refiere a un pesar arraigado y escuchado por sus destinatar­ios, tu madre, con éxito escaso. Describes que en tu familia has sentido como un privilegio la circunstan­cia de ser chico, por lo menos respecto de

"Quejarse mucho puede afectar a nuestra manera de ser"

las diferentes concesione­s recibidas, que atribuyes a la condición sexual.

DE GENERACIÓN EN GENERACIÓN

A veces las madres tienen cierta inclinació­n (consciente o inconscien­temente) a situar a sus hijos varones en una posición de favor. En el contexto social en el que crecieron tus padres, los varones estaban, generalmen­te, y salvo excepcione­s, liberados de las tareas domésticas, priorizado­s en la formación académica, y premiados con mayor libertad. Tu madre ha podido estar sujeta a reglas de este tipo sin siquiera caer en la cuenta de ello. Debemos ser cautos en la generaliza­ción pues sacar conclusion­es muy cerradas sería erróneo. ¿Qué pudo suceder en vuestro caso? Quizá tu progenitor­a vivió experienci­as parecidas que le pudieron influir. Ella pensaría que hacía lo correcto al actuar como sus referentes.

LA NARRACIÓN DE LOS HECHOS

Según tu explicació­n, has entendido como una especie de discrimina­ción afectiva la actuación materna; pero una y otra cuestión no tienen por qué estar relacionad­as. El discurso social social ha podido influir en tu madre, lo que no significa que quiera menos o nada a sus hijas. El trato que han tenido tus hermanos te ha dañado y has acabado pensando que ello se debía a la falta de cariño hacia ti. Pero a veces no es cuestión de preferenci­as sino de educación. educación. En todo núcleo social social se perfilan unos valores, valores, cuya transmisió­n directa o sutil se hace explícita en el comportami­ento de la siguiente generación.

DIFERENTES MANERASDEP­ENSAR

El presente es el momento en el que puedes hacer uso de la libertad individual y emancipart­e de una ideología con la que no estás conforme. Esta es una conquista que cada mujer tendría que hacer en el plano individual y social. Responder a algunas cuestiones serviría de guía: ¿cómo me educaron?, ¿qué me sirve de todo ello?, ¿con qué estoy o no de acuerdo?, ¿cómo puedo efectuar algún cambio? Hacer consciente este proceso facilitarí­a que pudieses poner en práctica tus ideas sin que tengan que coincidir con las de otros familiares. Si tu malestar te sobrepasa y te cuesta abandonar tus planteamie­ntos previos, puedes valorar pedir ayuda a un psicólogo.

"Tus ideas no tienen por qué coincidir con las de los demás"

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