Tribus urbanas
/ La industria se apropia de los cánones estéticos de las subculturas y los movimientos contraculturales de finales del siglo XX para reivindicar su poder en un contexto de inestabilidad económica y creativa.
Aparente dejadez
La moda recupera el estilo grunge para explorar otros valores que van más allá de lo comercial, como la mezcla, el individualismo, la diferencia y la cultura del upcycling, que consiste en crear nuevos productos a partir de las materias en desuso. Esta temporada las firmas de lujo han recuperado sus códigos estéticos a través de looks de aspecto falsamente desaliñados, compuestos por vestidos lenceros, vaqueros rotos, gorros de lana, camisas de leñador, zapatillas deportivas y botas de estilo militar. Un mix&max de propuestas eclécticas que nos recuerdan que es la propia industria la que mejor sabe inspirar, copiar y reciclar para vender.
Transgresión contenida
La moda intenta emular la furia de la cultura punk para mostrar su lado más radical y lo hace apostando por algunos de sus elementos más reconocibles. Firmas como Marni, A.W.A.K.E o Marine Serre no han dudado en incluir en sus actuales colecciones algunos elementos rescatados de la vestimenta punk: corsés, cuadros tartán, camisetas desgastadas, pantalones pitillo, chaquetas vaqueras en negro, camisas rotas, estampado de leopardo, remaches, cadenas y accesorios de cuero y charol. Todo desde una versión más descafeinada.
Fundido a negro
Corren tiempos inciertos para la moda y, ante la incertidumbre de lo que está por venir, llega una nueva oleada de prendas de inspiración gótica y neoromántica.
Sus códigos son ampliamente descifrables: estética victoriana que evoca la opulencia, tejidos suntuosos que van desde la piel y el terciopelo hasta el encaje. Complementos acharolados, estampados florales, elementos esotéricos y la ausencia total de color. El negro como símbolo de identidad.