La Razón (Madrid) - Lifestyle

“DE NIÑA, ME DABA VERGÜENZA HASTA PEDIR UN VASO DE AGUA”

- Por Luis Nemolato. Fotos Santiago Esteban. Estilismo Jose Herrera

Verá los Goya como todos, online. Pero ella aspira a conseguir uno. El de mejor actriz por su papel de bruja, perdón, de chica libre y a mucha honra, en Akelarre, un filme en donde habla en su lengua materna y reivindica los derechos de la mujer, que son los mismos en 1600 y ahora. Amaia Aberasturi pugna por arrebatarl­e el cabezón a Candela Peña en una edición de premios tan rara que a ella le toca verlos desde la habitación de su hotel. Gajes del oficio.

PudoPudo ser una niña prodigio. La típica niña pelma que, durante un tiempo, ves hasta la extenuació­n en películas, series y anuncios hasta que azares de la vida, del físico o de la industria, nunca más se supo. A no ser que seas Ana Belén, de carrera impoluta o, en el extremo más loco, Drew Barrymore y te hayas bebido Tennessee y La Rioja antes de convertirs­e en empresaria de éxito. Amaia Aberasturi no. Hizo una peli porque ella quería bailar y actuar… pero vivía en su pueblo, en el País Vasco, y lo de estar yendo y viniendo a Madrid, pues, chico, no. Sus padres optaron porque estudiara y que cuando la niña fuera adulta, ya que decidiera. Pero el gusanillo de la interpreta­ción debe de ser como la sequía, muy pertinaz, y cuando decidió estudiar educación, decidió compaginar­lo también con la interpreta­ción. Dos planes A por si el otro plan A no funcionaba. Nada de B. Porque de ambiciosa nada. Quizás por eso todo fluye. Y fluye con tanta ligereza que, aún estudiando la carrera, rodó Akelarre y, en plena pandemia ha sido un éxito y, ahora, es candidata al Goya a la mejor interpreta­ción femenina. La misma niña que no se atrevía a pedir un vaso de agua en un bar porque le daba vergüenza… Porque Amaia fue precoz en la interpreta­ción, sí, pero sin pretension­es. Y todo es tan natural en esta consecució­n de las cosas que ella es vasca y el papel por el que aspira al Goya es en euskera. Porque ahora, cosas de la industria, de la globalizac­ión, de las plataforma­s, todo es posible cuando antes era superdifíc­il y un filme pequeñito en una lengua no mainstream puede convertirs­e en una revelación de carácter mundial y de repente granjearte millones de followers en Turquía o Italia porque allí lo petaste. Que se lo digan a La casa de papel, ¿no? A Amaia esto ni se lo cuentes. Notas como se abruma, como se agobia, como, de repente, dice, oye, step by step, que, a fin de cuentas ella está en su pueblo y todavía tiene que tumbarse en la cama y pensar ¿de verdad que esto me está pasando a mí? Enhorabuen­a por esa candidatur­a. Gracias.

¿Cómo recibiste la noticia? Estaba en un ensayo. Previament­e, le dije a mi familia: “Estad atentos porque se va a dar la lectura de los Goya, en el canal 24 horas. Va a estar muy difícil, pero bueno, si queréis verlo…”. Estaba en mi primer día de trabajo y se me olvido totalmente. Y, de repente, veo que el móvil está sonando y pensé ¿no será esto una nominación?” Y efectivame­nte. La pena fue que no me pude poner a gritar… Guardaste las formas. Totalmente (risas). Les dije: “Oye, que me han nominado a un Goya”. Y ya. Lo veía tan lejos de la realidad que todavía estoy digiriendo la noticia.

Ahora queda recibirlo, lástima que sea todo tan raro. Un poco raro, sí… Por un lado, da pena, ¿no? Porque para los nominados, será completame­nte online. Es cierto que los presentado­res estarán en Málaga, pero los demás estaremos de manera virtual…

Akelarre, ¿la rodasteis ya en esta situación o fue en la otra vida? Fue previo a todo esto. En la otra vida y gracias a Dios que fue así. Los PCRS, el miedo de que alguien dé positivo, quitarte y ponerte la mascarilla… Para nuestro trabajo es complejo rodar así.

¿Cómo llegaste a Akelarre? Es una peli en la que entiendo que hay muchas señales que llevan a ti. Tu personaje se llamaba como tú aunque luego se le cambió el

nombre. Sucede en Euskadi, y tú eres de allí… Recuerdo que el anuncio del casting estaba en todas partes. Que buscaban chicas, actrices o no, entre 15 y veintitant­os años. Que era para una película que iba a dirigir Pablo Agüero. Yo lo ví y, claro, yo soy actriz, pero dije “yo voy”, porque me gustaba la idea de que la peli contara una historia en mi País Vasco y que fuera un poco en euskera. Como tú has dicho, el personaje se llamaba Amaia, y fue como una conexión directa. Leí las dos primeras páginas, y nunca me había pasado, pero yo ya veía el personaje. Sentí unas ganas de hacerlo como nunca. Se lo dije a mi madre: “Esto tiene que ser mío, tengo que trabajar mucho para que esto sea mío”. Y fue un casting duro, largo… De hecho, Pablo (Agüero) estaba empeñado en que no quería que mi personaje fuera para una actriz, pero al final se dio cuenta de que para hacer un personaje tan complejo como el mío, realmente era importante ser actriz.

¿Quería una amateur para darle frescura? El no tener la experienci­a da una frescura que no tiene la persona con formación, que puede estar más viciada, ¿no? Pero creo que la formación es imprescind­ible porque te da unas herramient­as para afrontar un buen trabajo.

“LA FORMACIÓN ES IMPRESCIND­IBLE PORQUE TE DA UNAS HERRAMIENT­AS PARA AFRONTAR EL TRABAJO. UN BUEN TRABAJO”.

“NO SOY DE GRANDES METAS. SOY MÁS DE TRABAJAR LO QUE TENGO E INTENTAR HACERLO LO MEJOR QUE PUEDA”.

Además, la historia de Akelarre sucede en el siglo XVII, que eso requiere también una formación añadida… Claro, la sociedad era otra. Se comportaba­n de manera diferente porque las normas eran diferentes y las cosas que hoy en día nos pueden parecer completame­nte normales, no lo eran entonces.

Y en realidad ese es un mensaje muy moderno también. Muy feminista. Eran brujas porque eran mujeres que se salían de la norma. Totalmente de acuerdo. De hecho, la película, aunque está ambientada en el año 1600, quisimos darle esa atemporali­dad con, por ejemplo, la lengua. El euskera que hablamos en la película es el euskera batúa, que es el que se habla hoy en día, que es una forma de decir, “Oye, que esto que sucede en 1600 pasa hoy en día”.

¿Está basada en un hecho real? ¿Tú lo conocías? Está basada en hechos reales, pero no es una historia real, es decir, Ana, mi personaje, no existió como tal. Sabía que se quemaban brujas. De hecho, aquí en San Juan, en mi pueblo, se quema una bruja de tela.

¿De verdad? Sí, sí. Se suele quemar el día de San Juan… Es una fiesta que, ahora, claro, me parece una cosa muy macabra. Lo piensas y dices: “Dios mío, cómo podemos seguir haciendo esto, ¿no?”. Es una muñeca que se cose solo para quemarla.

Entiendo que es una fiesta que responde al folclore popular, pero representa a una mujer… Y que no hubiera brujos, ¿verdad? (risas) Efectivame­nte es eso. La palabra “bruja”. En Akelarre, las brujas son chicas que son libres. Mujeres libres. Eso es lo que estaba mal visto. No eran chicas que hicieran magia o hechizos. Hacían cosas que los demás no veían normal y ¿qué es lo que no veían normal? Que las mujeres disfrutara­n, se lo pasaran bien y, en realidad, que pensaran que tenían los mismos derechos que el resto de personas. De hombres, en realidad. Oye, qué bien que el cine español sea cada vez menos “madridcent­rista”, ¿no? Que se hable de cosas que suceden o han sucedido fuera de Madrid y en otras lenguas que no sea solo la castellana. Lo digo por Handia, por Estiu 1993… Lo es. Creo que esto nos da riqueza. Cuanto más ampliemos el espacio del cine español, más interesant­e será, ¿no? En España nos estamos acostumbra­ndo a ver películas en versión original. Quizás antes daba más pereza ver una película que no fuera en español. Estoy muy contenta de que estemos cambiando ese punto de vista y que realmente lo tomemos como variedad cultural y algo rico.

¿Cómo llegaste a ser actriz? Porque tú eres educadora de formación, ¿no? Estudié Educación Infantil y Educación Primaria. Pero a los 12 años decidí que quería ser actriz. Tuve la suerte de protagoniz­ar una película y ahí dije: “Esto me encanta, yo quiero ser actriz”. Aunque siempre he tenido muy claro que me gustaría tener una segunda opción en caso de que esto no me fuera bien. La educación es mi segundo plan A (risas).

¿Hiciste una peli de niña? Sí. Fue increíble. Me sentía libre y feliz. Ahí ya dije: “Oye, esto es lo mío”. Una película sobre el bullying donde yo era la prota, pero vamos, que fue una casualidad porque yo quería bailar e ir a Fama a bailar.

Y desde los 12 hasta ahora, ¿qué? Hacía cositas, pero no mucho… Prácticame­nte para todo había que desplazars­e a Madrid y la norma en casa era “Cuando tengas 18, te vas a Madrid y haces lo que quieras”.

Y a los 22, 23, candidatur­a a la mejor actriz batiéndote el cobre con, por ejemplo, Candela Peña. ¿No te da vértigo? Más que vértigo me hace ilusión, como que estoy en un sueño y todavía no me creo que estoy compartien­do esta nominación con gente tan maravillos­a.

¿Cómo te ha cambiado la vida la exposición mediática? No considero que tenga mucha fama. A nivel de entrevista­s, sí tengo la agenda apretada, pero, por lo demás, yo me siento igual y a veces me digo, pero, ¿todo esto me está pasando a mí? O cuando de repente veo que suben los seguidores de Instagram. Porque yo, al fin y al cabo, sigo siendo la misma. Y me encantaría que siga siendo así, poder tener esa tranquilid­ad, estar en mi pueblo tranquila, que es lo que a mí me hace feliz.

“YO, AL FIN Y AL CABO, SIGO SIENDO LA MISMA. Y ME ENCANTARÍA QUE SIGA SIENDO ASÍ, PODER TENER ESA TRANQUILID­AD, ESTAR EN MI PUEBLO TRANQUILA, QUE ES LO

QUE A MÍ ME HACE FELIZ”.

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 ??  ?? Vestido, Carolina Herrera. NOTA DE BELLEZA
Con el tono chocolate de la misma paleta de sombras de ojos, la maquillado­ra ha intensific­ado la mirada, aplicando el color en el párpado móvil. Los labios se han maquillado con el icónico Rouge Dior en tono 348 Coral Peony, un coral satinado primaveral. Maquillaje María García para @diormakeup. Ayudante de fotografía: Borja Alba. Producción: Natalia Torres. Agradecimi­ento al Hotel Only You Atocha (www.onlyyouhot­els.com)
Vestido, Carolina Herrera. NOTA DE BELLEZA Con el tono chocolate de la misma paleta de sombras de ojos, la maquillado­ra ha intensific­ado la mirada, aplicando el color en el párpado móvil. Los labios se han maquillado con el icónico Rouge Dior en tono 348 Coral Peony, un coral satinado primaveral. Maquillaje María García para @diormakeup. Ayudante de fotografía: Borja Alba. Producción: Natalia Torres. Agradecimi­ento al Hotel Only You Atocha (www.onlyyouhot­els.com)

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