Turistas en pandemia
En la balanza de viajar mientras el mundo permanece parado por la COVID-19 pesan más los beneficios que los inconvenientes. En Tailandia es posible descubrir algunos de los lugares más visitados del mundo completamente solos y alojarse en hoteles de lujo a precios irrisorios. Eso sí, hacen falta tiempo y paciencia, pues la cuarentena al entrar en el país es estricta. Una malagueña afincada en Estados Unidos nos cuenta los detalles de su escapada tailandesa.
LaLa pandemia de la COVID-19 ha paralizado el mundo y, desgraciadamente, se ha llevado por delante la vida de millones de personas. Pero también nos ha robado otros privilegios que dábamos por propios y que hemos comprobado que pueden resultar muy efímeros. Viajar es uno de esos placeres inmateriales que implica mucho más que descubrir un nuevo rincón del mundo. Para muchos, hacer la maleta y cruzar la frontera es una forma de vida, una necesidad imperiosa de romper con la rutina, hasta el punto de que se convierte en una medicina que cura las heridas del cuerpo, pero sobre todo las del alma.
La crisis del coronavirus ha echado por tierra todos nuestros planes viajeros y ha convertido la tradicional aventura de viajar en una auténtica odisea apta solo para unos pocos. La paralización del mundo durante la primavera de 2020 y las consiguientes restricciones de movilidad que no han cesado desde entonces hacen que abrir el pasaporte sea una insólita acción difícil de poner en práctica, muy a nuestro pesar. De hecho, el gran propósito que los españoles se plantean para este 2021 es volver a viajar, y eso pasa por hacerlo tanto dentro como fuera de nuestras fronteras, pero lo cierto es que hoy por hoy no resulta nada sencillo. Actualmente, de la mano del verbo viajar van otras palabras estrechamente ligadas, como hacer cuarentena, practicarse una PCR o disponer de un certificado de COVID-19 negativo... Circunstancias que hacen que la decisión de viajar en tiempos de pandemia se convierta prácticamente en una misión imposible.
Pero se puede. No resulta sencillo, sin duda, pero lo cierto es que se puede. A pesar de los impedimentos, viajar en pandemia puede resultar, incluso, un privilegio añadido con ventajas tan suculentas como precios infinitamente más bajos, así como el placer de descubrir destinos habitualmente masificados, pero sin cientos de turistas alrededor. Eso sí, el peaje que hay que pagar para lograrlo consta de mucha burocracia y, sobre todo, una gran dosis de paciencia. Así nos lo confiesa Yanira Larisch Lara, una malagueña afincada en Estados Unidos que, junto a su marido, Clark
Adkerson, lleva más de dos meses disfrutando de Tailandia de una forma insólita.
Directores de un rancho en Montana, el trabajo de Yanira y de Clark les regala la oportunidad de tener el invierno libre, mientras el rancho permanece cerrado sin recibir huéspedes. Es entonces cuando tornan los papeles y ellos se convierten en insaciables viajeros. “Nos apasiona viajar, forma parte de nuestra vida y ya hemos recorrido decenas de países por todo el mundo, siempre con la filosofía de adentrarnos en los destinos, conocer sus culturas de primera mano, convivir con su gente...”, nos confiesa. Sin embargo, este año la situación nada tiene que ver a la de otros inviernos. “Viajar en pandemia es una odisea con ingredientes nuevos para todos. Resulta inevitable tener ciertas dudas a la hora de elegir destino, porque las medidas van cambiando casi por días, por lo que te arriesgas a tener muchos sobresaltos. La incertidumbre de estos meses no entiende de fronteras”.
Tiempo y paciencia son, probablemente, los dos ingredientes básicos para viajar actualmente. “Semanas de papeleo, pruebas médicas y un seguro médico de hasta 100 000 dólares por persona que te cubra una posible infección por COVID-19 son algunos de los requisitos que se exigen para entrar en Tailandia actualmente, además de una estricta cuarentena desde que pisas el país”, relata Yanira. La Autoridad de Turismo de Tailandia permite a los visitantes de larga duración de todo el mundo solicitar el “visado especial de turista”, la llave que brinda la oportunidad de recorrer el país como viajero. “Pero hace falta tener tiempo, algo que, en nuestro caso, por fortuna, sí tenemos, pues lo primero que nos encontramos al pisar Bangkok fue la obligación de pasar 14 días encerrados en un hotel especialmente habilitado para ello, comunicado con un hospital y con estrictas medidas de seguridad. Desde el aeropuerto nos llevaron hasta el hotel, tras hacer una doble PCR, nasal y bucal. No podíamos salir fuera de la habitación, nos teníamos que tomar la temperatura varias veces al día y nos dejaban la comida en una caja que después tiraban. Al séptimo día te hacen otra PCR y si resulta negativa te dejan salir durante una hora a la piscina, aunque no puedes bañarte, solo pasear a su alrededor. La tercera PCR llega el día 13 y, si todo va bien, el día 14
YANIRA Y SU MARIDO TUVIERON EL PRIVILEGIO DE RECORRER EL IMPRESIONANTE PARQUE NACIONAL DE KHAO SOK, UNA ENORME RESERVA NATURAL QUE CUENTA CON UNA JUNGLA Y UN GRAN LAGO, LITERALMENTE SOLOS, SIN NINGÚN TURISTA MÁS
ya puedes continuar tu viaje”, explica Yanira, quien recuerda que su objetivo era “viajar directamente hasta Phuket y poder pasar la cuarentena en una flamante villa de lujo que habíamos encontrado con un precio buenísimo, pero la aerolínea nos canceló el vuelo por falta de viajeros y tuvimos que volar a la capital”.
Amantes de Asia y apasionados de Tailandia, Yanira y su marido aseguran que en la balanza del turismo en pandemia pesan más las cosas buenas que las malas. “A pesar de que esos primeros días fueron muy duros, porque sentías que la piel se te resecaba por la falta de contacto con el aire exterior, sin ni siquiera poder abrir una ventana, ahora, desde Koh Kradan, una recóndita isla justo enfrente de Koh Muk, al sur de la provincia de Krabi, en la que apenas hay unos pocos hoteles, te aseguro que está mereciendo la pena. La experiencia nada tiene que ver a lo que hemos vivido en nuestras anteriores visitas a Tailandia”, reconoce la española. La razón no es otra que el privilegio de recorrer algunos de los lugares más visitados del mundo solos, literalmente solos. “Conocemos Tailandia y hay lugares que ahora hemos podido disfrutar nosotros en solitario, con todo lo que eso significa de autenticidad del destino”. Entre las joyas que han podido recorrer sin un ápice de ruido extraño ha sido el impresionante Parque Nacional de Khao Sok, una enorme reserva natural que cuenta con una jungla y un gran lago, en el que tuvieron el placer de dormir durante una noche allí. “Durante estos meses de viaje hemos visitado Railay Beach, habitualmente un lugar masificado por el turismo chino, pero que nosotros hemos encontrado vacío. Desde allí viajamos hasta Koh Phi Phi, donde disfrutamos de dos semanas maravillosas de buceo y senderismo. También hemos recorrido la provincia de Krabi y Phuket visitando templos y rincones turísticos como lo hacían los locales...”, cuenta Yanira, quien recuerda con especial emoción su estancia en Koh Yao Noi, desde donde han podido descubrir la bahía de Phang Nga, habitualmente llena de viajeros, con la icónica isla de James Bond y Hong.
La balanza del turismo en pandemia se decanta aún más por el lado positivo de la experiencia gracias a otro ingrediente clave: los buenos precios. “Hemos encontrado auténticos chollos que nos han permitido alojarnos en hoteles de lujo por apenas 60 dólares la noche”, asegura Yanira, quien nos cuenta que “eso nos ha permitido poner en marcha un proyecto de limpieza de playas que nos reconforta mucho, ya que hemos comprobado que la falta de turistas también se ha traducido en menor limpieza de las costas, donde las mareas van dejando los residuos acumulados de meses de turismo masivo. En Railay Beach contratamos contratamos a un trabajador local para que se encargara de crear un equipo de limpieza en la zona. Y ha sido todo un éxito, lo que nos enorgullece mucho”. Y es que, la pandemia también ha traído otra cosa buena, el hecho de que la naturaleza ha recobrado el espacio que los turistas le habían robado. “Ahora es el momento de devolver a la naturaleza lo que el turismo le ha robado durante años. Es un buen momento para viajar y descubrir la autenticidad de esos destinos mágicos en el mundo”, asegura Yanira.
“HEMOS ENCONTRADO GRANDES CHOLLOS DE HOTELES Y EXCURSIONES QUE NOS HAN PERMITIDO DEDICAR PARTE DE NUESTRO DINERO A CREAR UN PROYECTO DE LIMPIEZA DE PLAYAS CON TRABAJADORES LOCALES”.