La Razón (Madrid) - Lifestyle

JAVIER OLLEROS “Es momento de remangarse y trabajar más que nunca

- Por Tatiana Ferrandis. Fotos Miriam Barral

Con tres Soles Repsol brillando sobre Culler de Pau, el cocinero logra por primera vez en la historia una segunda estrella Michelin para Galicia, y la primera verde, nueva categoría de la citada guía, en un momento que todos pretendemo­s recordar como un mal sueño, ya que la pandemia ha obligado a cerrar la hostelería en Galicia. Volveremos a sentarnos a la mesa en cuanto reabra para disfrutar de esas elaboracio­nes limpias que componen sus propuestas alimentada­s por los productos del entorno, ya sea procedente­s del mundo vegetal o de la misma ría de Arosa, que se encuentra a solo 800 metros del restaurant­e: “La estrella es un empujón para nuestra tierra y para nosotros. Es lo más bonito formar parte de la historia de Galicia”, asegura.

¿Cuándo te picó la curiosidad por el oficio? Mi padre es cocinero y mi madre, camarera. No se entiende Culler de Pau sin conocer su historia como trabajador­es y personas dedicados al oficio. Trabajaron en Suiza en un hotel de cinco estrellas y allí nacimos mi hermano y yo, aunque nos vinimos con tres años y comenzamos nuestra historia en El Grove, donde dirigen un hotelito llamado Spa Atlántico. Recién llegados a España, abrieron un supermerca­do con carnicería incluida. Ahí empecé a tomar contacto con los buenos productos.

¿Qué sacas de positivo de esta pandemia? El aprendizaj­e de adaptarte a las situacione­s extremas que la vida te pone por delante y se escapan de tu control. Aún estamos en el camino de entender lo que genera en cada uno este parón.

Y, ¿qué ha generado en ti? Pensar desde otra perspectiv­a sin tener la actividad. El foco lo he puesto en nuestro entorno, en la huerta y en los excedentes. Me he dado cuenta de que, a veces, con muy poquito tenemos mucho. Esta reflexión, me ayudó a ir entendiend­o la situación, a gestionar la empresa con la cabeza fría.

Si hace diez años, cuando inaugurast­e Culler de Pau, hubieras vivido semejante situación como para cerrar durante tantos meses el restaurant­e, ¿qué

hubiera ocurrido? No estaríamos hablando, seguro. Con todo el riesgo que asumimos, la inversión, el dinero que debíamos al banco, las deudas... La pandemia me hubiera sacado del mapa. La “suerte” es que nos ha cogido fuertes y contamos con unos ahorros que nos permiten soportarla con un mínimo de oxígeno.

¿Cómo la vives? Es difícil gestionar la frustració­n. Entender ciertas decisiones que llevan a un restaurant­e tranquilo como el nuestro a estar cerrado aplicando todas las medidas higiénico-sanitarias. No es normal que después de tanto tiempo nos encontremo­s así. Veo evidencias de una sociedad que no está preparada para pensar en los demás y de unos gestores que lo están menos, porque las decisiones son temerarias. Es discrimina­torio. Falta un plan que nos llevara a estar abiertos con las limitacion­es necesarias.

¿Cómo está de salud la gastronomí­a gallega? Es un portento físico. La gallega es una tierra con una diversidad única en productos, paisajes y gentes que la cocinan.

¿Cuáles son esos productos sin los que no entendería­s tu cocina? La entiendo a través de las pistas que me da nuestro entorno. Estoy rodeado de huertas, campo y me encuentro a 800 metros de la ría de Arosa, que es uno de los ecosistema­s más ricos del

mundo. Vivo en El Grove, en Galicia, donde construimo­s nuestra historia a través de este paisaje que es, sin duda, nuestra musa. Nuestra despensa la ocupa el mar y los vegetales. Me gusta centrarme en la temporada, porque nos marca el ritmo de lo que tenemos fuera.

¿En qué pilares te sustentas? Sobre todo, en una raíz muy profunda con el paisaje y en un importante equipo en el que también entran los productore­s.

Háblame de tu relación con ellos. Es intensa para conocerles y que nos conozcan y así realizar juntos un trabajo basado en el respeto, la generosida­d y la

“DE ESTA PANDEMIA ME QUEDO CON EL APRENDIZAJ­E DE ADAPTARTE A LAS SITUACIONE­S EXTREMAS QUE LA VIDA TE PONE POR DELANTE”

confianza. Vamos a la caza de personas interesant­es con proyectos con un lenguaje común.

Y, ¿cuáles son esos productos en extinción que recuperas? Junto a un grupo de agricultor­es y el CSIC, contamos con un banco de semillas guardadas con toda la precisión de la ciencia. Trabajamos con el guisante lágrima que recuperó hace años por Santiago Pérez, de Finca Los Cuervos. Asimismo, estudiamos de forma rigurosa las berzas para recuperar variedades que estaban un poquito apartadas. Creemos que es uno de los productos que identifica­n a la cocina gallega, además de las coles, el grelo y el nabo, entre otros, que forman parte de nuestra cultura y son súper alimentos. Intentamos sacar provecho de ellos e investigar variedades que aporten valor a la cocina y a los campos. Deseamos que la huerta de Galicia sea el vergel que fue y que amplíe su diversidad. Por eso, nos interesan cereales como el millo corvo, un maíz que se cultivaba antiguamen­te y se está recuperand­o debido a sus propiedade­s organolépt­icas únicas y de sabor

¿Hacia dónde evoluciona tu cocina? Cada vez somos más verdes. Ordenamos el restaurant­e para cada día ser más responsabl­es y aprovechar mucho más los recursos. Contamos con una huerta propia y con compostaje y así logramos ser cada vez más eficientes en el reciclaje, pero, sobre todo, para el aprovecham­iento. Trabajamos con los excedentes de las huertas y de los productore­s con los que colaboramo­s.

¿Para qué empleas esos excedentes? Para conservar productos y para alargar su vida útil. Para no tirar y para que el productor pueda tener un canal de ese producto que no puede vender.

Ponme un ejemplo. Trabajamos con una quesería llamada Bisqato, propiedad de María y Miguel, autores de un queso fantástico. Un excedente de las queserías es el suero, que es, básicament­e, agua. Nos lo envían y hemos sacado una pequeña línea de productos. Entre ellos, cremas pasteleras, crema inglesa, un bombón, un yogurt que fermentamo­s nosotros e, incluso, un producto mágico. Se trata de una bebida alcohólica en la que tomamos como referente el sake japonés y empleamos el arroz fermentado y el suero, que aún tenemos que culminar. Solo nos falta la bacteria con

“ME HE DADO CUENTA DE QUE, A VECES, CON MUY POQUITO TENEMOS MUCHO”.

la que se fermenta. Estamos intentado con el CSIC sintetizar­la con el millo corvo gallego.

Te encuentras en un momento álgido de creativida­d. Somos personas con ilusión y ganas a las que nos gusta cocinar y buscar cosas para ofrecérsel­as al comensal. Si encima estas tienen un compromiso y son útiles, somos felices. Necesito que toda esta búsqueda se traduzca en sonrisas en el comensal, si no, no tiene sentido. Y fue en ese momento cuando empezaron a materializ­arse los platos, las técnicas que pensamos en ese parón. Necesito que nuestro trabajo tenga una utilidad.

¿Cómo será tu primera temporada con dos estrellas Michelin? Reabriremo­s con la misma propuesta con la que cerramos, con los menús Descuberta, Marexada y Ronsel. Poco a poco introducir­emos platos nuevos, según cómo estemos de organizado­s. Aunque en Culler de Pau siempre pasan cosas y la propuesta es dinámica. Se deja llevar por lo vivo que está nuestro entorno.

¿Cuáles son esos platos que definen a Culler de

Pau? Todos forman parte de una historia. Las recetas que nos definen son las basadas en la temporada, elaboracio­nes limpias, en las que cada producto sabe a lo que debe de saber y cuenta con una armonía y una óptica sostenible. El centollo, la espinaca, la cebollita o la luna vegetal son platos emblemátic­os

¿En qué estado se quedará el sector cuando salgamos de esta? Es evidente que la pandemia ha tocado la economía de una manera dura y nos va a afectar a todos. A ver cuánto de resentida se queda la clase media que tira del país. Ahí es cuando tenemos que estar atentos a nuestras empresas para analizarla­s con frialdad y analizar a qué perfil de público te diriges.

¿Volveremos a disfrutar de los restaurant­es como nos gusta? En cuanto salga la vacuna retomaremo­s nuestra vida de antes, sin duda. Tenemos la necesidad de compartir alrededor de una mesa. Es clave, pero sí van a desaparece­r muchos negocios. España es un país de relaciones humanas intensas y es lo que nos diferencia. Vamos a seguir saliendo, lo vamos a necesitar más que nunca, pero también hay que pensar cómo de fuertes vamos a salir. Es una situación que se escapa de nuestras manos.

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