La contraportada
MarioMario Casas me ha hecho sufrir. Mucho. Él no lo sabe. Pero lo he pasado mal. Muy mal. ¿Contestará? Pensaba mientras le daba a refrescar de manera compulsiva al botón del email. ¿Qué estará haciendo ahora? Sus posibles actividades cotidianas me quitaban el sueño. Me lo imaginaba repasando el diálogo de un nuevo guion, grabando Tik Toks sin camiseta con su hermano Óscar, colocando su Goya en una estantería… todo, menos aprobar las fotos de la portada de este mes. Estoy siendo muy injusta. Realmente tardó 48 horas. Más que aceptable. Pero el cierre de la revista acechaba y una se pone nerviosa. Igual fue por imaginármelo demasiado sin camiseta. El caso es que su compañera de reparto en la serie El inocente de Netflix, Aura Garrido, coprotagonista de dichas fotos, se adelantó a él con su OK, que si no, el sueño me lo hubiera quitado ella y mi melodrama a la vez que este párrafo se lo hubiese dedicado íntegramente y desde el amor, a la actriz madrileña.
Para hacer la sesión de fotos con la actriz Juana Acosta hubo dos intentos. El primero lo tuvimos que aplazar por un positivo en Covid en uno de sus proyectos, que causó un cambio en la agenda de rodaje. Pero que nadie se alerte. Esto entra dentro de lo normal en pandemia. Coordinar las producciones se ha convertido en una especie de yincana, con casilla de partida con PCR previa, accesos en remoto, conexiones por Teams y divertidos accesorios como mascarillas homologadas y geles hidroalcohólicos con aloe vera. La pandemia nos ha subido el nivel de dificultad, como en los videojuegos. Menos mal que el resultado siempre hace que valga la pena, y si no, solo hay que ver los ‘fotones’ de Aura y Mario y de Juana de este mes.