La Razón (Madrid) - Lifestyle

EL CEREAL DEL MAR

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El chef Ángel León nos habla de su último e interesant­e descubrimi­ento culinario. Apasionant­e.

Su cabeza no ha parado durante los seis meses que ha mantenido Aponiente cerrado a causa del covid y el resultado sale a flote ahora. Ultima con el biólogo Juan Martín su último hallazgo, el cereal del mar, mientras ofrece un menú degustació­n bestial, cuyos comensales abren boca con un innovador jamón del mar, elaborado con la barriga del atún rojo de almadraba.

LaLa Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes es suya. La recoge el 23 de junio. “La mar me está regalando cosas que no estaban escritas, que jamás pensé”, dice casi sin creerse el notición, porque si alguien ha navegado a contracorr­iente ha sido él. Tras mantener seis meses Aponiente cerrado, inicia la temporada con cada uno de los tripulante­s. Ángel León está pletórico por el reconocimi­ento y por el menú que ha diseñado en el que el mar está presente hasta en los postres. Eso sí, aún tenemos que esperar para probar uno de sus últimos hallazgos: el cereal del mar.

Ángel, ¡Aponiente ha levantado anclas y ha zarpado! Sí, aunque seguimos viviendo una montaña rusa de emociones alucinante, pero he abierto por mi equipo. Sobrevivim­os de los Icos que pedimos y de las marcas con las que trabajamos, así que solo puedo dar las gracias. Por ahora, damos cuatro servicios al mediodía: el del miércoles, jueves, viernes y sábado. Entre octubre y noviembre espero que estemos todos vacunados. Que nos pinchen pronto, amiga.

Tu último hallazgo, el cereal del mar, ¿qué es? Es un superalime­nto procedente de la zostera, que hemos conseguido cultivar por primera vez en la historia.

Ve al grano. Es similar al arroz y a la quinoa y se puede llevar a extensivo, así que en un futuro podremos pensar en él como un ingredient­e más. Hace cuatro años decidí buscar nuevas proteínas en el mar y encontré esta especie en la Bahía de Cádiz. Antes de recolectar­la, nos dimos cuenta de que tenía algo parecido a una espiga. Tuvimos la suerte de encontrarl­a en el momento de la floración, es decir, con sus granos, y en el restaurant­e comprobamo­s que solo necesita dos minutos más de cocción que el arroz. ¿Y el común de los mortales podrá cocinar con él? Hemos creado harinas para hacer pan, pasta y piensa que es posible elaborar las mismas recetas en las que emplees arroz. Además, no tiene gluten, pero sí vitamina B, C y Omega 3. Decidimos sembrar esas plantas en el estero, comprobamo­s que se asientan bien y obtuvimos la primera cosecha. Esa pequeña prueba que hicimos en una hectárea se convirtió en un proyecto serio. No entendía bien por qué no se había cocinado y nos sometimos a un comité científico en las Naciones Unidas, en la FAO (Roma), donde contamos nuestra idea. Numerosos biólogos vieron en ella una solución, porque tres cuartas partes de la Tierra son agua y es una materia prima que solo necesita el agua del mar en movimiento para evoluciona­r. Es una manera diferente de mirar al mar entendiénd­olo como una oportunida­d.

¿En qué punto se encuentra el proyecto? Han sido cuatro años de sufrimient­o en los que he invertido en I+ D. Necesitaba quitarme de en medio y que se hicieran cargo ingenieros agrónomos y biólogos marinos. Así que la familia Hernández, de la empresa Lubimar, lo va a profesiona­lizar para ver si es posible llevarlo a extensivo, industrial­izarlo y que sea un proyecto real. Mi ilusión es hacer un banco de semillas para plantar diferentes partes de mares y generar una oportunida­d de alimento. Y, a nivel gastronómi­co, es un grano con numerosas oportunida­des culinarias.

¿Hablamos de un alimento que podría ayudar a mitigar el hambre en el mundo? Me gusta decir que hemos abierto una ventana. Que si el hombre es inteligent­e y la aprovecha, podemos obtener materias primas que jamás habríamos pensado en el mar. Es una oportunida­d para verificar si podemos aspirar a comer proteínas diferentes dentro de unos años. Creo que es un comienzo para tener un huerto marino y conseguir dar de comer a muchos millones de personas. Seguimos investigan­do para llegar a donde queremos, pero, a día de hoy, se recolectan entre 2400 y 3000 kilos por hectárea marina y varias compañías estudian la semilla.

¿Lo podremos probar esta temporada? Podría haber hecho un plato, sí, pero he decidido servirlo cuando tenga la capacidad de defenderlo durante una temporada entera.

Entonces, ¿qué comeremos en Aponiente? Recibimos a nuestros clientes con unas lascas de jamón del mar.

¡Qué bueno! Si el año pasado comimos el jarrete marino, este viajaremos a El Puerto de Santamaría a probar ese manjar marino. ¡Sí! Hemos cogido las barrigas de atunes de hasta 420 kilos y las hemos dado la forma del jamón. Incluso, hemos diseñado un jamonero especial para cortarlo delante del cliente. Selecciona­mos los atunes más grandes y los curamos durante seis días al sol, cuatro más con sal y otros dos los dejamos al aire. Lo corto con cuchillo de jamón, porque los japoneses realizan un corte similar y me parecía bonito mostrar cómo nos inspiramos los unos en los otros. Comparte mesa con las mantequill­as, elaboradas con tres tipos de plancton, que aportan distintos gustos (berberecho­s, ostras y langostino­s).

Y en tu afán de continuar poniendo en valor esas piezas que acostumbra­mos a tirar a la basura, ¿con qué platos sorprendes a tus comensales? Aplico a las cabezas de las caballas una enzima que las convierte en unas crujientes patatas fritas con sabor a mar para mojar en una emulsión de adobo. También, con la parte fea de las espardeñas elaboro una morcilla con la que relleno sus cáscaras y con la grasa de la lubina y la dorada de estero hago una manteca colorá con la que cocino unos langostino­s de Sanlúcar.

“Creo que es un comienzo para tener un huerto marino y conseguir dar de comer a muchos millones de personas”

Como andaluz que eres, has elaborado el primer gazpachuel­o marino. De las plantas halófilas de las marismas extraigo el sabor a regaliz de un alga con el que preparo el gazpachuel­o marino.

Y, por qué no, nos sorprendes con el pato pequinés. Eso sí, del mar. La piel de la morena es exactament­e igual que la del pato pequinés, porque cruje en boca, así que sacamos a la sala la morena entera, quitamos la piel y cortamos el pescado con una catana para que quede en hilos y lo servimos en una tortita de alga y metemos el crujiente y la gente la come como un burrito. Y no deja de ser una morena laqueada con Pedro Ximénez.

El covid no ha paralizado ninguno de sus proyectos de investigac­ión. No. Con Pescanova trabajamos para generar nuevas formas de alimentar a la gente en un futuro y lanzaremos en breve la pasta del mar: espagueti de merluza, tallarines de salmón y espagueti de merluza con tinta de sepia. Aponiente tiene un músculo importante a nivel de investigac­ión.

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Ángel León, con su último hallazgo, el cereal del mar.
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