ENTREVISTA A DJ NANO
Uno de los DJ más importantes de nuestro país, lanza su biografía.
Compartir cabina con primeras figuras como Fatboy Slim, David Guetta o Tïësto; crear shows que trascienden lo meramente musical, llenar IFEMA con 25 000 fieles que solo quieren verle a él o ser el único DJ en haber sido invitado a un acto de Casa Real son algunos de los hitos en su carrera; pero el trayecto no siempre fue un camino de rosas.
AprincipiosAprincipios de los 90, Moncloa era un parque temático de ocio nocturno lleno de bares y discotecas. Cada fin de semana, hordas de estudiantes llegaban al barrio a través de la parada de metro de Isaac Peral. Como comité de bienvenida, decenas de relaciones públicas les esperaban para llevarlos al garito de turno. Uno de ellos era José Luis de Los Cobos Garaña. Tenía 16 años. Y ni en sus mejores sueños podía imaginar que años después se convertiría en uno de los DJS más importantes de nuestro país. En ‘El otro lado de la cabina’ (Libros Cúpula) DJ Nano hace, con la ayuda de Miguel Ángel Bargueño, un repaso a su vida y a la historia de la música electrónica en España.
Si al muchacho gamberrete, amante del skate y los grafitis le dicen que va a acabar actuando por medio mundo, ¿qué habría pensado? Bueno, no lo habría ni pensado porque yo con aquella edad no lo tenía como algo profesional. Es verdad que en el momento en que pisé una discoteca, me di cuenta de que quería trabajar ahí. Entonces estudiaba publicidad. Unos años después, decidí que quería estar en la cabina. Me apasionaba poner discos y compartir mis gustos musicales con la gente. Poco a poco vi que podía ser una forma de ganarme la vida.
Y ahí llevas siendo número 1 más de 20 años. ¿Cómo se mantiene una carrera tan larga en lo más alto? Bueno, número uno… Sí trabajando a un ritmo muy grande y muy bien. No sé cuál es la fórmula del éxito. Lo que sí sé es lo que me ha ayudado. No me gustaba la noche ni salir mientras trabajaba. Lo que me atraía era la música y currar. Y luego es que me gusta mucho lo que hago. Llevo 26 años desde que me pagaron el primer sueldo y a día de hoy es cuando más ilusión tengo.
Eso no se corresponde con el mito de DJ con una vida de crápula… Es más imagen que realidad. He visto compañeros que, por una mala gestión de vida profesional, han acabado perdiendo sus carreras; pero la mayoría de los que están en una buena posición es porque son muy profesionales.
¿Te viste en algún momento cogiendo ese camino equivocado? En el libro cuento ciertas cosas que me marcaron. Tuve una adolescencia nada buena. Tenía la manía de juntarme con quien no debía y meterme en muchos problemas. Pero encontrarme con la música electrónica hizo que me alejara de esos ambientes. Parece una frase hecha, pero eso salvó mi vida.
Una de las cosas que más llama la atención cuando charlas con DJ Nano es su humildad. Es cercano, amable y pese a haber recorrido las cabinas del mundo entero junto a los artistas internacionales más importantes del género, apenas usa la primera persona del singular. Habla constantemente de nosotros: su equipo, su gremio, sus compañeros.
Te has codeado con los artistas más grandes de música electrónica. ¿A quién admiras? Tengo pasión por Fatboy Slim. Tiene una forma de ver la música muy positiva, muy alegre y muy enérgica. De españoles me encanta Paco Osuna. No tiene nada que ver conmigo. Es un tío de música techno, superserio. Es una maravilla verle actuar. Adoro a David Guetta, un tío que lo ha conseguido absolutamente todo. Le debemos muchísimo, es el que hizo la electrónica realmente grande en el mainstream; y sin embargo es un tío súper campechano. He tenido la suerte de codearme con muchos de ellos y cuando les he conocido les he admirado más todavía.
Habéis alcanzado un status antes solo reservado a grandes estrellas de pop y rock. ¿En qué momento te das cuenta de que algo está cambiando? Con los
DJS de estadio. Tiësto pinchando en unos Juegos Olímpicos fue el sumun. Hasta ese momento, eso no había pasado. Unos años más tarde, cuando hago el primer IFEMA y de pronto veo que han venido a ver mi espectáculo 15 000 personas dices: ¡Ostras!
Fuiste el primer DJ fichado por una compañía discográfica grande, Universal. ¿Ha sido también algo importante de cara a ser tan conocido? Totalmente. La música electrónica compuesta por DJS entra desde hace años en las fórmulas de las radios y eso hace que el DJ se sitúe como una pop star.
Las cifras de DJ Nano asustan. Ha actuado frente a 200 000 personas en las fiestas del Pilar en Zaragoza, ha sido el único español en subirse al escenario principal del festival Ultra, en Miami. Su fiesta Oro Viejo lleva casi 20 años de ediciones continuadas y en la última, 25 000 fieles se congregaron frente a su cabina.
¿Cuándo decidiste apostar por ofrecer algo más que música? En su día me trajo críticas. Cuando empezamos a pinchar, el DJ que hablaba en un club era un DJ de radio y a mí me gustaba interactuar con el público. Había gente que lo apoyaba y gente que lo odiaba. Al final, el tiempo nos dio la razón. Gracias a esos grandes montajes, esos grandes escenarios, y a la actitud de los artistas, se ha convertido en un superespectáculo más allá de un tipo poniendo música.
Hoy están de moda las grandes fiestas remember, pero pocos saben que la primera fue Oro Viejo. ¿Qué es para ti esta fiesta?
Llevamos 19 años haciendo Oro Viejo. Es un repaso a la música electrónica desde mitad de los 80 hasta principios del 2000, un evento que se ha convertido en una auténtica barbaridad. No solo por los miles de personas que van, sino también por el espectáculo que se ha montado alrededor. Oro Viejo es como mi niño querido.
Has hecho televisión, y la radio es otra de tus pasiones. ¿Qué faceta es la que más te llena? Es la típica pregunta: ¿a quién quieres más? ¿A papá o a mamá? Me gusta mucho pinchar, tanto en festivales de 70 000 personas como en un club con 100. También en mi casa. Hay días que puedo pinchar cinco horas para mí, simplemente por gusto. La radio es otra de las patas importantes de mi vida. Empecé en Loca FM, una emisora muy pequeñita, con 4 amigos en un sótano terrible, sin equipos. Estuvimos 12 años haciendo radio a diario hasta que me llaman del grupo Prisa, para Máxima FM. Y de ahí a World Dance Music, en Los40. Un programa del que yo era muy fan en la época de Fernandisco o Luis López y que me llena de orgullo.
¿Qué tal el papel de padre? ¿Le animas a seguir tus pasos?
Ha sido el más importante. Tengo la suerte de tener un niño muy bueno. No parece mío (risas). Los padres debemos incentivar a los hijos a que encuentren su sitio dentro de lo que les gusta y les apasiona. Que haga lo que quiera. Que sea feliz.
El éxito de DJ Nano tiene solo un componente: trabajo duro. Cada verano se embarca en giras mastodónticas de 85 actuaciones, además de numerosos bolos internacionales. En sus shows se congregan todo tipo de personas, de diferentes tribus urbanas y condición social, que buscan en la pista de baile un rato de evasión de los problemas. ¿De donde sacas la fuerza? ¿Cómo lo gestionas? He tenido que aprender a gestionar muy bien el sueño, aprendiendo a dormir en un tren o en un avión. Hay momentos en que tengo tres actuaciones el mismo día.
¿Cómo consigues reunir a personas tan diferentes delante de tu cabina? Es algo que ha ido pasando con los años. Los shows de música de baile ya son masivos, y un tipo que le gusta el heavy o que está escuchando a Coque Malla un día, al fin de semana siguiente puede ir a un festival de música electrónica. En mis shows convive todo maravillosamente.
¿Es importante el componente psicológico en tu profesión? Totalmente. Son muchas cosas. Poner canciones las pone cualquiera, pero hay que tener psicología y eso no sale de la noche a la mañana. Leer una pista es importantísimo. Para dedicarse a esta profesión es necesario trabajo y respeto.
La gente busca un rato de felicidad cuando va a veros, supongo que es algo muy satisfactorio. Poder dárselo es la leche, es maravilloso. La música en general está hecha para que la gente se divierta. Y en especial la música de baile. Es muy bonito ver que se consigue eso con tu trabajo.
Como para tantos sectores, la pandemia ha supuesto un mazazo para el ocio nocturno y las actuaciones en directo. Pese a todo, el DJ ha sabido aprovechar el tiempo. Durante el confinamiento, después de los aplausos para el personal sanitario, cientos de miles de personas se conectaban con su perfil de Instagram para verle pinchar.
¿En qué momento se te ocurre trasladar tus sesiones a tus redes? Salió un poco por casualidad. Me quise hacer un horario: por la mañana entreno, por la tarde hago producción y a las 8 pincho. Decidí compartirlo con la gente por si alguien quería verlo. Mi sorpresa fue que cada vez eran más miles de personas las que se conectaban. La gente lo estaba pasando muy mal. Fueron días terribles, y me decían que ese momento del día era su salvación.
¿Qué ha supuesto para ti personal y profesionalmente la pandemia? Anímicamente es horroroso, pero en lo profesional es la muerte absoluta. Algo que llevas haciendo 25 años van y te lo cortan radicalmente. Ha sido terrible en todos los planos: en el psicológico, en el económico.
Aprovechaste el parón para escribir tu propio libro. ¿Ha funcionado como una especie de terapia? He tenido momentos en mi vida muy complicados y tenía la duda de si algún día los contaría. Decidí hacerlo porque podía valer a muchas personas que estén viviendo situaciones similares. Luego, conforme lo he iba recordando, escribiendo y leyéndolo de nuevo, me ha venido muy bien. Ha sido como ir a terapia.
En realidad, a DJ Nano no hay confinamiento ni pandemia que le pare. Su cabeza emite pensamientos que seguro van acompasados por los beats por minuto de sus canciones. Uno de ellos ya lo ha transformado en su próximo proyecto: un musical basado en la ruta del bakalao que estrenará muy pronto. Los nostálgicos de la época se volverán a venir arriba, pero esta vez, desde la butaca de un teatro.
No sé cuál es la fórmula del éxito. Lo que sí sé es lo que me ha ayudado. No me gustaba la noche ni salir mientras trabajaba