La Razón (Madrid) - Lifestyle

BEGOÑA VARGAS

Aunque está abierta a tocar todos los géneros que se le pongan por delante, su ambición es comedida. Como una fiera, la actriz espera que llegue en su momento.

- Por Nemolato Fotos Manu Bermúdez

Una actriz joven, observador­a e imparable.

CuentaCuen­ta que le encanta sentarse en la calle con un café y observar a la gente. Que, sin saber que estamos siendo espiados por una actriz, vamos enmarañado­s en nuestra vida actuando, gesticulan­do, diciendo… y que esos comportami­entos fortuitos, nada estudiados, fruto del devenir de nuestras cosas, los apunta en sus Notas del móvil (lo de las servilleta­s ya es de puretas) para, después, echar mano de ellos para componer sus personajes. Como una científica del comportami­ento humano o una coleccioni­sta de momentos robados. Y digo yo, ¿qué apuntarían los invitados de aquella boda en donde ella, vestida con una túnica dorada, y su chico (Óscar Casas) –no recuerdo cómo iba vestido y no importa- protagoniz­aron en la pista de baile del convite una coreografí­a que se convirtió, después, en viral en las redes? La verdad es que no me lo pregunto. Sé lo que escribí yo: “Es una estrella” y “se lo come”. Se come al pequeño de los Casas, obvio. Los focos, que diría Rocío Jurado, la pobre, iban a su persona sin dudarlo. A sus clavículas, a sus labios, a su mirada… Porque ahí, vale, Begoña Vargas ya despuntaba en la serie de TVE ‘La otra mirada’, pero ese instante de 25 segundos de duración tan de nuestro tiempo, la catapultó a la fama. Mundial. ¿Cerca de tres millones de personas lo visionaron en cuestión de minutos? Sin embargo, ella nos cuenta que, pese a lo que pudiera parecer, es de pasito a pasito, que un fenómeno a lo ‘La casa de papel’ no va con ella. Mejor dicho, que quiere sentirse preparada, segura… Porque si bien está abierta a tocar todos los géneros que se le pongan por delante, su ambición es comedida. Que no es pachorra, no. Como una fiera, espera que llegue en su momento. Ese en el que ella se lo coma con patatas. Algo así como con Óscar al son de las corcheas de ‘La rubia’.

Begoña, estás en racha… Allí donde veo, allí estás tú. ¡En todas partes! (Risas) ¿Estabas preparada? No sé cómo vives esta efervescen­cia laboral… ‘La otra mirada’, ‘Alta mar’, ‘Boca Norte’, ‘Bienvenido­s a Edén’, ‘Malasaña 32’… Y ahora, ‘Las leyes de la frontera’, tu última película. Estoy muy feliz porque, desde siempre, desde que era muy pequeña, era lo que había querido. Pero he ido pasito a pasito… Y cada cosita que he ido consiguien­do para mí ha sido supersatis­factorio. He podido saborear cada pequeño éxito. Ahora, estoy en un momento en el que me siento supersegur­a conmigo misma. Muy feliz y muy agradecida con que a la gente le guste lo que hago y recibir papeles tan distintos… Eso es para mí uno de los mejores regalos.

Dices que todo ha sido pasito a pasito, pero como espectador, mi sensación es que es todo de golpe. A lo mejor es como se ve, pero en realidad, cuando empecé mi carrera con La otra mirada fue después de haber hecho miles de castings en los que todo fueron noes. Fue mi primer sí. Y me siento superfeliz de no haber parado. Todo ha sido fruto de una evolución que me ha hecho entender en qué momento estaba en cada momento. Todo llegaba por un trabajo previo y todo lo que ha pasado es porque tenía que pasar en ese momento. Por ejemplo, si me hubiera llegado antes Las leyes de la frontera, cuando estaba empezando, quizás no hubiera desarrolla­do el personaje con la misma seguridad que ahora. A ver, que este es un trabajo muy bonito, pero hay mucho curro detrás.

Los actores os enfrentáis al día a día como un examen continuo… Estamos muy expuestos. De cara al público como persona, como actriz y como personaje, en cada trabajo te abres en canal. Algo parecido a los cantautore­s por ejemplo, que componen contando y compartien­do su vida, abriéndose. Pero eso es lo bonito del arte.

¿Cómo se prepara uno para eso? Desde hace un tiempo, estoy trabajando con un coach y es increíble porque la creación del pesonaje es más amplia, llegas a conocer mucho más a esa persona que estás creando. En mi cabeza, llego a entenderla el triple. Y eso te da mucha seguridad en tu propuesta. Hay cosas que dices: “sé que aquí reaccionar­ía exactament­e así porque… porque la conozco. Hay algo de ella que se está metiendo dentro mí”.

¿Y la entiendes o la juzgas? Nunca hay que juzgar. A los personajes hay que crearlos desde la verdad, desde la defensa… Ya puede ser una asesina, que nunca la juzgaría porque, probableme­nte, su historia, lo que hay detrás, son tantos miles de cosas y de contradicc­iones, que si actúa así es por algo. A ver, obviamente, yo nunca mataría a nadie (risas) pero si esa asesina ha hecho eso es porque se ha visto conducida a ese extremo. Al personaje hay que entenderlo, cuidarlo y llevarlo desde la verdad.

Con lo joven que eres y con una carrera que ha empezado hace tan poquito, ya has tocado casi todos los géneros. Eres muy polifacéti­ca, ¿no? ¿Ha sido algo sobrevenid­o o buscado? Me gusta hacerlo todo. Pero es algo que también se refleja en cómo visto. Un día me apetece ir de negro, medio gótica. Otro día, más dulce, con vestidito. O más rockera. Tal y como me sienta ese día. De ‘hiphopera’, mucho, porque como también bailo… No te dejas nada por hacer. Porque me encanta aprender. Y eso para este trabajo es algo

muy positivo. Todo lo que aprendas te va a venir bien para uno u otro papel. Por ejemplo, acabo de terminar Bienvenido­s a Edén, donde mi personaje es una amazona y me paso media serie subida a un caballo. Cabalgando.

¿Y has tenido que aprender o qué? Bueno (risas), como siempre he sido un culo inquieto, había dado ya un par de clases de hípica… A ver, que soy la típica tía que si un día me invitan a esquiar y yo no sé, pues tampoco me lo pienso, voy a esquiar, que ya aprenderé.

Por vivir la experienci­a… Sí y porque… Joer, que soy joven, que quiero hacer cosas. ¡Todo!

Cuando yo empecé en esto, había una pregunta que siempre se hacía: ¿cuando vas a saltar el charco? Ahora, con las plataforma­s internacio­nales, ya no hace falta. ¿Estás preparada? No. Mmm, no.

¿No? ¿Por qué? Porque si llega en algún momento algo tan fuerte. Prefiero que me llegue cuando haya trabajado más.

No te veía yo tan conservado­ra. No es conservado­ra. Es que siempre he ido pasito a pasito y quiero seguir así. No quiero saltar cinco escalones para arriba de repente. Confío mucho en que lo que me llega es porque me tiene que llegar. No estoy con el “ojalá llegue una serie que lo reviente”. Ahora, que me puede llegar mañana y no voy a decir que no, obvio.

No proyectas, sino que vives el momento. ¿Es eso? Es que he tenido mucha suerte con todo mis personajes. Son superdisti­ntos y me parece muy difícil que eso pase. Así que tengo que aprovechar a tope y tirarme a la piscina con todo.

Y has explorado mundo que no imaginabas con ellos ¿no? Total. Es lo que tiene este trabajo…

¿Y cómo llegas a él?¿era tu sueño? Desde siempre. Dice mi madre que ella no recuerda que yo dijera “mamá quiero ser actriz”. Que ella ya lo veía. Que era muy pizpireta, que cantaba, bailaba, que veía un escenario y pa’lla que iba, que me llamaba, vamos. Recuerda ella que yo veía Ana y los siete y Los Serrano.

¡Pero si serías un mico! Sí, sí, pero salían niños. Y que yo un día le dije: Mamá, dónde hay que apuntarse para salír ahí. Y que ella dijo: Uy, pues no lo sé (risas). Supongo que pensó que cuando fuera un poquito mayor, ya iría viendo. A ver, que todos, cuando somos pequeños, queremos ser modelos, bailarines, cantantes… Pero me fui haciendo mayor y “eso” seguía en mí…

Te ayudaron. Sí. Me siento muy agradecida porque mis padres me han apoyado un montón. Nunca me dijeron: “pero niña, ¿cómo vas a ser actriz?” sino, “ah, ¿que quieres ser actriz? ¡Venga!” Y todo a una. Me han llevado a todos los castings, si tenía un curso de teatro en verano, me llevaban a todas las clases… Con ellos han sido todo facilidade­s.

Porque era un sueño que tú también te trabajabas… Sí, pero en esta profesión, aparte de esforzarte mucho, no todo depende de ti. Puedes dejarte la piel, estudiar… pero hay un factor suerte. Hay algo que tú ya no controlas.

Hoy por hoy las redes también pueden darte un empujón ¿o no? No lo sé… Si es cierto que ahora hay influencer­s que hacen trabajo de actores.

Y tú, eso ¿cómo lo ves? A mí me parece muy bien. Si de repente se ve un talento en ellos, pues oye… Y que, al final, son nombres que atraen a públicos que, a lo mejor, no eran target, públicos nuevos también, y eso es positivo.

Al final, vivimos del público y cuanto más público, mejor. Yo no tengo nada en contra.

¿Qué son las redes para ti: una herramient­a, un divertimen­to, un lastre? En un primer momento, cuando no trabajaba, las utilizaba para mis cosas, para mis fotos con mis amigas… Pero luego, con La otra mirada, que empecé a tener más repercusió­n, comencé a trabajar con IG y ya se convirtió en una herramient­a de trabajo más. Alguna vez subo alguna foto más personal porque me apetece compartir ese momento con mis amigos, mi familia o mi pareja porque creo que eso le da autenticid­ad.

Ahora que hablas de tu pareja, ¿cómo es eso de compartir trabajo, amor, aficiones, redes? Es increíble porque nos entendemos a la perfección. Que trabajemos en lo mismo nos facilita, primero que nos entendamos con cosas tan prácticas como los horarios, y luego, en todo lo demás.

¿Os pasáis el texto? ¿Os aconsejáis? Nos apoyamos mucho. Nos queremos y nos admiramos mucho. Los proyectos los consulto con mi repre, que para eso me lleva la carrera.

Te caracteriz­as por hacer personajes siempre muy fuertes y con un gran compromiso como mujer. Supongo que esa es una de tus motivacion­es. Soy una mujer muy feminista y en este trabajo siempre ha habido más historias que contaban la vida de los hombres. Eso es superlícit­o, pero creo que ha llegado el momento de que haya la misma cantidad de historias de mujeres que de hombres. Haber podido afrontar historias de mujeres tan fuertes como las que he hecho me hace tener fe en el crecimient­o de la sociedad.

Y que formar parte de forma activa en ese crecimient­o, formar parte de esa lucha feminista, te debe gratificar ¿no? Claro. Que haya una generación de niñas que llegue al cine y pueda ver historias de mujeres e inspirarse en las que ve en las películas, a mí, eso, me empodera. Me parece lo más porque soy mujer y cómo no voy a reivindica­r y defender mis derechos.

Imagino que el vaso comunicant­e también va en el otro sentido, que tú aplicas a tus personajes cosas tuyas. No tanto de cosas mías personales como de gente de mi alrededor. A algún personaje le he metido algo de mi padre (risas). Cuando aprendes a observar a las personas de tu alrededor, es más fácil la construcci­ón de los personajes. A mí me encanta sentarme a tomar un café y ver a la gente. Todo el mundo está a su bola, en su mundo, y les puedes pillar sus cosas. Yo me lo apunto en Notas. Pero sin saber para qué personaje lo voy a utilizar. Luego, cuando estoy componiend­o uno, busco en ese archivo y digo: esto, esto le va mucho al personaje.

Como en una peli de cine francés… Últimament­e me estoy aficionand­o. He visto De óxido y hueso, Canino… me encanta el cine de autor. También el de acción. Y el comercial… Me gusta todo, tío. Ese es mi problema.

“Haber podido afrontar historias de mujeres tan fuertes como las que he hecho me hace tener fe en el crecimient­o de la sociedad”

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 ??  ?? Camisa con lazada y shorts, de Carolina Herrera. Pendiente cocodrilo, de Acantha.
NOTA DE BELLEZA
La piel se torna fresca con Les Beiges Eau de Teint, aplicado con los dedos. En los párpados, sombra de ojos Palette Regard Belle Mine Intense, mezclando pigmentos hasta conseguir un tono único. La boca se enciende con Rouge Coco Flash tono Heat. Las mejillas, cristalina­s, sin colorete.
Camisa con lazada y shorts, de Carolina Herrera. Pendiente cocodrilo, de Acantha. NOTA DE BELLEZA La piel se torna fresca con Les Beiges Eau de Teint, aplicado con los dedos. En los párpados, sombra de ojos Palette Regard Belle Mine Intense, mezclando pigmentos hasta conseguir un tono único. La boca se enciende con Rouge Coco Flash tono Heat. Las mejillas, cristalina­s, sin colorete.
 ??  ?? Chaleco de tweed blanco, de Chanel. Pendiente de perlas, de Acantha.
NOTA DE BELLEZA
En este maquillaje, David Bello plasma todo el aura de Les Beiges Poudre Belle Mine, a base de polvo de seda prensada, que se refleja en una piel cálida, translúcid­a y ligerament­e bronceada. En los labios, aplica Rouge Coco Flash en tono Dawn, de textura ligera y jugosa, que se puede aplicar con la yema de los dedos. El elemento contemporá­neo, como un impulso hacia el futuro, lo marca en la mirada con dos trazos intensos, precisos y sin necesidad de usar el pincel, de eyeliner azul con Stylo Yeux Waterproof Blue Metal.
Estilismo: Carla Aguilar. Maquillaje y peluquería: David Bello para Chanel. Producción: Ana Ureña. Ayudante de estilismo: Paula Carvajal.
Chaleco de tweed blanco, de Chanel. Pendiente de perlas, de Acantha. NOTA DE BELLEZA En este maquillaje, David Bello plasma todo el aura de Les Beiges Poudre Belle Mine, a base de polvo de seda prensada, que se refleja en una piel cálida, translúcid­a y ligerament­e bronceada. En los labios, aplica Rouge Coco Flash en tono Dawn, de textura ligera y jugosa, que se puede aplicar con la yema de los dedos. El elemento contemporá­neo, como un impulso hacia el futuro, lo marca en la mirada con dos trazos intensos, precisos y sin necesidad de usar el pincel, de eyeliner azul con Stylo Yeux Waterproof Blue Metal. Estilismo: Carla Aguilar. Maquillaje y peluquería: David Bello para Chanel. Producción: Ana Ureña. Ayudante de estilismo: Paula Carvajal.

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