Rubén Ochandiano
HOMBRE MUERTO NO SABE VIVIR
VoyVoy a ser muy franco y, quizá, un tanto descarado. Lo blanqueo: este mes aprovecho el espacio que se me brinda en estas páginas para llevar a cabo un ejercicio de autobombo y promoción. El que avisa no es traidor; no quiero “ofendiditos”. Bien, déjenme contarles una historia: yo había ido a celebrar mi trigésimo noveno cumpleaños a Londres; ciudad que en el pasado solía parecerme un híbrido fallido entre París y Nueva York y que, con el tiempo –y gracias a haber tenido la suerte de rodar allí un par de veces–, he acabado amando. Goza de una cartelera teatral siempre apasionante y allí sitos se encuentran algunos de mis restaurantes y tiendas preferidos. La idea era quedarme una semana, ver un par de espectáculos, comprar algún caprichito y asistir a la fiesta que cada otoño celebra The Academy para agasajar a sus nuevos miembros (recuérdenme que otro día les hable de esto, les va a encantar). Borracho del placer que me proporciona viajar solo –supongo que la soledad ha llegado a ocupar más tiempo y espacio que cualquier amante–, disfruté de unos días y noches maravillosos. La tarde antes de regresar a Madrid, tras huir en el entreacto de una función rusa que me estaba resultando particularmente tediosa, recibí una llamada de mi representante. Me habían mandado un guion y necesitaban una respuesta urgente. En el vuelo de vuelta leí aquella historia; el título ya me pareció irresistible: “HOMBRE MUERTO NO SABE VIVIR”. Duro, poético, intrigante… Y así resultó ser el cuento. Cuando aterricé en Barajas, mi sobreexcitación era inenarrable. Nunca había leído un personaje con un estado mental tan fascinante. Ángel, se llamaba. Un ángel caído. Había un par de secuencias con tal nivel de violencia que pensé que jamás nos permitirían filmarlas. Sé que puede sonar excesivo, pero aquellas páginas me remitían a Scorsese y a Shakespeare; a Pacino y a El Rey Lear. El rodaje de la película fue uno de los retos más exigentes que he afrontado hasta el momento; pero cuando un director confía tanto en ti, te cuida, te da el lugar y te regala un espacio creativo tan vasto, se forja una comunión exquisita. (Gracias, Ezekiel). Y ahora, por fin, después del retraso provocado por “la plaga”, llega el momento de compartirla con ustedes; la peli se estrena el próximo dos de julio. Háganme un favor, vayan a verla y cuéntenme si lo que hemos hecho les toca el corazón o les vuela la cabeza.
Cuando un director confía tanto en ti, te cuida, te da el lugar y te regala un espacio creativo tan vasto, se forja una comunión exquisita