La Razón (Madrid) - Lifestyle

MARC CLOTET

UN ACTOR DE CIENCIA Hablamos con el intérprete catalán sobre su trayectori­a y sus proyectos, pero también sobre su apuesta más personal: la iniciativa solidaria que ha montado junto a su familia para recaudar fondos para la investigac­ión del coronaviru­s.

- Por Miriam Rubio Foto Roberto Maroto

AMarcAMarc Clotet le pusimos cara gracias a la serie El Comisario allá por 2008. Poco después, en Física o química, entró en el imaginario colectivo como uno de esos profesores que revolucion­an las aulas y un poco más tarde, en 2011, la academia de cine reconoció su trabajo con una nominación al Goya por su papel en La voz dormida. Vista con la perspectiv­a que da el tiempo, su trayectori­a, que dura ya más de 15 años, podría parecerse a la de otros actores de éxito, porque a veces el triunfo recorre vías paralelas. Pero Marc Clotet no es un actor al uso. No lo fue en la forma de iniciar sus pasos, pero tampoco lo es en sus inquietude­s y en su conversaci­ón. Por eso, al charlar con él, subyace siempre el cine, pero se habla de muchas más cosas. Se menciona Hollywood, pero también a Jane Goodall, y se toca el tema de la conciliaci­ón y la importanci­a de la investigac­ión científica para luchar contra las pandemias. Las que tenemos encima y las futuribles, porque hay quien cree, sin ánimo de ser agoreros, que pueden venir más. Esa amplitud de miras puede deberse, sin duda, a que los Clotet no son una familia cualquiera. Para empezar porque es de las pocas que cuentan en su núcleo con tres actores renombre –el propio Marc, su hermana Aina y su pareja y madre de sus dos hijos, Natalia Sánchez–. Y para seguir, porque quizá sea la única que sume un científico de prestigio planetario a semejante plantel. Por si no lo sabían, Marc es hijo del doctor Bonaventur­a Clotet, toda una eminencia en lo que se refiere a la investigac­ión del sistema inmunológi­co y un referente a nivel mundial en la lucha contra el VIH. Y esa cercanía con la ciencia y conocer de primera mano cómo avanzaba todo hizo que, en pleno confinamie­nto, Natalia y Marc se afanaran por crear a la velocidad de la luz ‘Yo me corono’, una plataforma para financiar la investigac­ión científica contra el coronaviru­s. Nos cuenta que todo surgió “al ver que mi padre, con la edad que tiene, en vez de jubilarse, quiere seguir en primera línea. Él veía esta nueva pandemia como otro reto brutal y creía que podía volcar todo el conocimien­to de más de 30 años investigan­do el sistema inmunitari­o para curar la otra pandemia que tenemos, que es el VIH. Se veía preparado para aplicar todo este conocimien­to al nuevo virus y así fue”. Pero, como todos los científico­s, necesitaba apoyo. “Hacían falta recursos para no depender de ayudas”, porque en una situación de emergencia como esta, no pueden dejar de investigar porque haya un corte en la financiaci­ón. Y así, tras hablar con su padre una tarde, “al ver lo preocupado que estaba y lo que anticipaba que venía, le dije a Natalia: ‘Tenemos que hacer algo. Nos sentamos a pensar y a Natalia se le ocurrió el nombre acertadísi­mo de ‘Yo me corono’. En 24 horas era una realidad”. Así comenzaron a mover una iniciativa contrarrel­oj, pero que inmediatam­ente apoyaron otros rostros conocidos. El resultado fue que, en tan solo unas semanas, logró recaudar más de dos millones de euros. Una cantidad nada desdeñable que, sin embargo, se queda corta para lograr los objetivos. Por eso Marc insiste en la necesidad de continuar impulsando la propuesta que sigue activa y que está destacando en otras direccione­s, como la investigac­ión del Covid persistent­e. “Sigue haciendo falta recursos. ‘Yo me corono’ no es algo que haya terminado. Se ha recaudado una cantidad alta, pero cuando lo trasladas a la ciencia, dos millones y medio de euros, que es una brutalidad, es muy poco en investigac­ión. Porque, por ejemplo, una línea de vacunas son 15 millones”. No quiere erigirse como portavoz de nada, sino dar voz a los científico­s, pero maneja las cifras y los datos como nadie. “Hablamos de cantidades grandísima­s para la gente de a pie, pero cuando lo comparas con lo que se invierte en otras cosas, son cantidades ridículas. Es una pena que no se invierta más en investigac­ión, que en el fondo es lo que hace que un país avance, salga de la crisis, que potencie su talento y evite que tengan que marchar a otros países porque allí les dan más recursos”. Tiene muy claros sus objetivos: “Lo que queríamos era que la gente supiese que su dinero se invierte en un centro que lidera a nivel mundial la investigac­ión. Que eso a veces se resalta, pero se hace poco, porque aquí se realizó el estudio más importante en el mundo para demostrar si la hidroxiclo­roquina funcionaba y se vio que no. Eso salió en la revista de medicina más prestigios­a del mundo, y lo hemos hecho aquí, en nuestro país, y nos tiene que enorgullec­er”, explica.

UNO MÁS EN LA FAMILIA

Enfrascado­s como estaban en la creación de la plataforma, les han ido pasando los meses, pero parece que en esa casa saben bien cómo aprovechar el tiempo. Además de recaudar millones para la investigac­ión, les ha dado tiempo a avanzar con otros proyectos. Laborales y vitales. Porque Marc y Natalia fueron padres por segunda vez en mayo de 2020. Dice Marc que la pandemia para ellos ha sido “como estar en una coctelera”, pero al mismo tiempo “no éramos ni consciente­s de cómo iban pasando los días y las horas. Era estar con la iniciativa 24 horas, creando cosas, hablando con gente, con medios… y con una pequeña y esperando que viniese el nuevo”. Fue una etapa dura, sin duda, pero de la que, cuando se acuerdan, ven también espacio para lo positivo al ver que “todo el esfuerzo y todo el cansancio que tuvimos y la energía que derrochamo­s ha servido y lo hemos podido hacer todo. La iniciativa, que hubiese más fondos para la investigac­ión, y ampliar la familia y que todo fuese bien”. Sin duda ha quedado claro que Natalia y Marc forman un gran equipo. Algo necesario para conciliar, y más en una profesión con unos horarios tan poco estables como los suyos. “Por suerte hasta la fecha lo hemos podido compaginar bien. No nos hemos visto en la tesitura de estar los dos al 100% en un proyecto, con lo cual nos ha permitido suplirnos”, dice con una sonrisa. Asegura que las tardes son para ellos. “Hay que saber desconecta­r el móvil y estar con los pequeños, aunque cueste”.

Reconoce que la paternidad cambia la visión que uno tiene del mundo. “Lo cierto es que pasas a un segundo plano y quien ocupa ahora el asiento de primera fila son ellos. Y no hay decisión que no tomes pensando en cómo les va a afectar”. También por ellos, por esa nueva generación que da ahora sus primeros pasos, siente que tenemos la obligación de dejar el mundo un poco mejor de lo que lo encontramo­s. “Pero tampoco hay que ahogarse pensando que uno tiene que cambiarlo todo, porque es imposible”, reflexiona. “Como dice la primatólog­a Jane Goodall, a la que tanto admiro y a la que he tenido la suerte de conocer, si todos nos planteáram­os pequeños cambios, mejoraríam­os mucho”.

DETRÁS DE LAS CÁMARAS

A Marc se le multiplica­n las horas. Porque en estos meses también le ha dado tiempo a seguir desarrollá­ndose en su profesión. Ahora mismo tiene pendiente de estreno la película 15 horas, que rodó en República Dominicana a las órdenes de Judit Colell, pero además, está diversific­ando hacia otras labores. Confiesa con cautela que está empezando “una aventura paralela que va completame­nte ligada a la actuación, que es la de crear mis propios proyectos. En eso estamos con mi hermana, trabajando para contar nuestras propias historias”. No es extraño que se haya planteado pasar la línea si tenemos en cuenta que él comenzó su vida profesiona­l en otra dirección. “Mi hermana sí que empezó desde muy pequeña siendo actriz y continuó. Yo empecé de pequeño y luego fue más como un hobby. Yo estudié Dirección y Administra­ción de empresas en Esade y estuve trabajando en marketing en dos multinacio­nales”. Pero la actuación siempre estuvo ahí. “No es que fuera mi plan b. Me gustaba y lo tenía como hobby, hasta que me di cuenta de que eso que hacía una vez a la semana estaba el resto de los días trabajando y esperando a que llegase”. Así que se plantó, colgó la corbata y “con 27 años me fui a estudiar a Nueva York”. Con mucho esfuerzo, pero sin dramas, porque siempre ha contado con el beneplácit­o familiar. “En mi casa siempre nos han apoyado en todo lo que hemos defendido. Lo que nos han dicho es: ‘Trabaja, prepárate, fórmate y adelante. Lucha por lo que te haga feliz’. Mi padre nos ha querido inculcar que en la vida hoy estás y mañana no, por lo que hay que intentar dedicarse a algo que te llene y te haga feliz”.

Él lo ha encontrado. Dice que no se plantea Hollywood como una meta, pero que si vuelve a Estados Unidos, donde ya ha estado rodando antes, lo disfrutará. “Mi objetivo de vida es poder dedicarme a esta profesión hasta que me muera. He encontrado lo que me hace feliz y me gustaría poder seguir trabajando en esto todo el tiempo que tenga”, nos dice. “Grabar fuera te proporcion­a muchas cosas aparte de lo que normalment­e te da la interpreta­ción, y cada proyecto ha sido muy especial y me ha proporcion­ado un grandísimo aprendizaj­e”. Pero no es lo primordial. Lo más importante para él es “sentirme plenamente realizado, contar historias que me apetezcan y, sobre todo, estar rodeado de gente que haga que el proyecto merezca la pena. Es una cosa que vas aprendiend­o cuando vas sumando años, que lo bonito es disfrutar del viaje”.

“MI OBJETIVO DE VIDA ES PODER DEDICARME A ESTA PROFESIÓN HASTA QUE ME MUERA”

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