DELICIAS TURCAS
Hotel Las Arenas Balneario Resort es un 5* GL que fusiona la elegancia histórica de un antiguo balneario con el confort de la hidroterapia del siglo XXI.
Burak Özçivit, Kıvanç Tatlıtuğ, Kaan Urgancıoğlu, Şükrü Özyıldız, Kerem Bürsin, Can Yaman… Ya pensabais que me había dormido encima de las teclas… Pero, una vez que leísteis ‘Kerem Bürsin’, el pelirrojo de El amor está en el aire, ya os disteis cuenta de que no, de que dormido dormido no estaba. Más bien, extasiado… A ver, que a lo mejor os estoy minusvalorando máximo. Perdón, perdón, perdón. Sobre todo, porque, a día de hoy, no dudo de que supierais recitar esa retahíla de nombres turcos sin respirar mucho mejor que los gorgoritos del temazo eurovisivo de Gjon’s Tears después de escucharlo dos millones de veces en Rocío Carrasco: contar la verdad para seguir viva. Pero yo estaba en albis. Que en cuestión de hombres siempre he sido muy retraído. O sea, apasionado, sí, pero retraído. Lo típico: “Ese está por ti”. Uno, obvio, en el que yo ni había reparado. Ahora, desde el instante en que soy consciente de su interés, me vuelvo Glenn Close en Atracción fatal. Con Can Yaman, eso me ha ocurrido. Totalmente crazy. O sea, tan crazy que me encuentro a Diletta Leotta y le suelto una chufa. Por avariciosa. Pero con todos los anteriores nombres de esa enumeración de maravillas, he de confesaros que no. Que no, porque no tenía conocimiento. Así que, cuando mi jefa me hizo el approach y me los mostró como un surtido de turkish delices tuve una revelación en plan epifanía. O síndrome de Stendhal. Pero ese atracón de belleza ¿es posible? ¿Son de verdad? Y volviendo a Diletta, ¿Diletta goza de Can Yaman y no lo comparte? Oye, Diletta, Can, entendido como un todo pero también comprendido metonímicamente, es decir, por cada una de sus partes (pelo, barba, pecho, ojos, brazos) es Patrimonio de la Humanidad. Pero él y todos los demás. Como el barroco tardío siciliano que se reparte entre varias ciudades. Todos y cada uno de ellos, desde el bigotazo de Özçivit a los ojos agua de Tatlıtuğ, debieran nombrarlos Patrimonio Tangible de la Humanidad. Muy tangible. Y que nos pongan horas como las vacunas para que esa tangibilidad sea efectiva. Y el que te toque, valga la redundancia. Como la Pfizer o la Janssen. Porque ya sabéis el dicho ese de “con él, se rompió el molde”. En Anatolia los moldes son de silicona. No se rompen. Si les echas un ojo, cada Adonis es mejor que el anterior. Hay de distintos colores (rubio, moreno, pelirrojo, aniñado, machote…) ¿Pero tanta perfección en un mismo cuerpo es normal? ¿A qué viene esa envergadura de hombre, esas espaldas de coloso, esos abdominables como la Capadocia, esas clavículas profundas como el estrecho del Bósforo, esos ojos de azul profundo como el Egeo, ese color especiado y esa dulzura que ni las pasas de Esmirna? ¿Es necesario taaanto? Es justo y necesario. Y los comparo con el entorno paisajístico turco porque situar a cualquiera de estos señores en el pasillo del Caprabo no es lo mismo. Ahora, en esos parajes donde bien podría haber estado el Paraíso (historiadores de la Biblia dixit), otra cosita es… Aunque os suene fatal: con un hombre así entre tus pertenencias, no necesitas una habitación con vistas. Él en sí mismo es un belvedere. Y te despeñarías vivo por su cuerpo y sin pensarlo aunque eso supusiera perder todos tus derechos adquiridos por los siglos de los siglos, Amén. A ver, es ensoñación, como esa Turquía de sus series. Esa Turquía que es el jardín de las delicias, aunque no vaya a Eurovisión y columnas queer como esta no molen nada… Pero quién quiere realidad si tienes magia. Magia de las mil y una noches.
DespuésDespués de los meses más complicados de nuestra vida, con una fatiga pandémica que resulta complicada de disimular, este verano se convierte en la primera gran oportunidad para volver a recuperar las fuerzas perdidas. Llega el momento de mimarse con unas merecidas vacaciones en un refugio de lujo en el que desconectar del mundanal ruido, como Hotel Las Arenas Balneario Resort, un establecimiento de 5* GL que presume de situarse frente a la famosa playa de las Arenas, en la ciudad de Valencia.
Perteneciente a la cadena española Hoteles Santos, este alojamiento conserva la espectacular belleza arquitectónica del histórico Balneario Las Arenas, que fue fundado en 1898, fusionando en su interior la elegancia y el confort de una manera muy sutil y confortable. Pero lo mejor está en su spa Las Arenas, perfecto para sacudirse el estrés de los últimos meses. Su Circuito Bienestar de hidroterapia no deja nada al azar y logra el ansiado objetivo de volver a conectar con uno mismo gracias a instalaciones como la ducha escocesa, la sauna, la poza fría, el baño de vapor, la fuente de hielo, las camas de burbujas, la piscina activa o los jacuzzis en el interior y en el exterior.
Pero lo mejor está en los delicados tratamientos que han sido especialmente diseñados para cuidar cuerpo y mente, con cabinas de aromaterapia, cromoterapia y musicoterapia donde se realizan terapias orientales y holísticas, cuidados faciales y corporales, masajes… Todo ello, de la mano de grandes profesionales y con productos de calidad de la marca cosmética Sisley y Hora Sexta.
Y para redondear la jornada, no hay que perder la oportunidad de sentarse a la mesa de La Brasserie
Sorolla, pues cuenta con una carta basada en la cocina tradicional valenciana y mediterránea, diseñada por el chef José María Baldo y su equipo, con una presentación cuidada y moderna. Además, la carta dispone de un snack córner a base de tapas, raciones y pastas para satisfacer todos los gustos. Y junto a la piscina, The Blue Pool Bar & Restaurant ofrece unas inolvidables vistas de la playa ideales para ser contempladas con un cóctel creativo o un zumo natural en la mano. www.hotelvalencialasarenas.com