La Razón (Madrid) - Lifestyle

Brisa Fenoy

- Por Nemolato Fotos Ángela Candelas Estilismo Raquel Trejo

Se puede cambiar el mundo mucho más estando en paz que yendo a cientos de manifestac­iones todos los días

Actriz, modelo, cantante, productora, dj… Pero a ella cualquier etiqueta le sobra, incluso la de mujer. Se considera, antes que nada, una alma en un cuerpo, una energía que fluye, una luz. Y en ese proceso de despojarse de todo para conseguir la paz, Brisa Fenoy asegura que regresa a la escena más fuerte que nunca. Capaz de hacer cualquier cosa, de mover conciencia­s y montañas, ¿y saben por qué? Porque ha aprendido a conocerse a sí misma.

HabráHabrá quien diga que ha renunciado a las grandes causas. Que ya no es una rebelde. Incluso, que se ha acomodado o que traiciona a aquello por lo que antes gritaba. Y muy fuerte. Sin embargo, en mi humilde opinión, Brisa Fenoy ha comenzado la mayor de las revolucion­es. Una revolución imparable, lenta quizás. ¿Trabajosa? Mucho. Y puede que, casi, impercepti­ble. Pero eso sí, imparable. La del conocimien­to. Perdón, la del autoconoci­miento y, por consiguien­te, la de la paz interior. Ha recurrido a maestros, filósofos, místicos… y se ha dado cuenta de que solo en la armonía, en la tranquilid­ad, en el equilibrio, en el libre fluir de las energías, está la felicidad. Y ella, hoy, es muy feliz. Antes podía importarle que la encasillar­an por guapa, por mujer, por inclasific­able, por indomable incluso. Ya no. ¿Por qué? Porque echa mano de la empatía y la comprensió­n y se da cuenta de que ese que la menospreci­a, ese que la quiere constreñir a los parámetros del marketing y el mainstream, es el resultado de cientos de prejuicios y condiciona­ntes culturales y que ella no gana nada intentando subvertir ese sistema sin antes haberse conocido a sí misma. Y sin arrojar más rabia y dolor a este mundo. Algo así, como para qué encabronar­te viva pidiéndole peras al olmo cuando, de dónde no hay, no hay dónde sacar. Pero en román paladino, porque Brisa habla de otra manera. De energías, de espiritual­idad, de autoconsci­encia… Sabe que lo que predica es complejo y que no es un mensaje para todos los públicos… Pero como antes tampoco lo eran aquellas proclamas que aparecían en sus canciones como “Lo malo” y se ponía al frente de todas las causas. Quizás porque, como ella misma confiesa, nunca ha sido ni de elegir los caminos fáciles ni de seguir con las normas establecid­as. Pero sin victimismo­s, ¿eh? De víctima, nada. Culpable, tampoco. Ella ya no es de azotar conciencia­s como una tormenta huracanada. Ella quiere cambiar el mundo, sí, pero acariciánd­olo. Como una brisa. Como una suave brisa.

Los periodista­s siempre terminamos las entrevista­s preguntand­o por proyectos. Lo típico, ¿qué estás haciendo ahora? Pero quiero darle la vuelta y empezar por ahí. Por el final. ¿Qué tienes entre manos, Brisa?

Pues justo me pillas saliendo de una reunión. De una reunión por… por cosas de películas (risas). En eso estoy. Con la interpreta­ción. Ahí tengo mi focus. He hecho un curso con Carmen Rico, superinter­esante. Ahora me voy a hacer otro con Salvador Calvo, que es un director guay… Y mi chico, que es director y guionista (Said) está tramando una idea muy chula. Peli o serie, que no se sabe todavía, y no te puedo contar mucho, pero también estoy ahí. Con él.

¡Vas a ser su musa! Hombre. Musa total (risas). Y sigo con mis proyectos de música. A tope. Produciend­o mogollón de canciones para ver qué es lo próximo que se viene… Y también estoy montando una sesión de música electrónic­a, que me encanta y que es lo que me gustaría hacer de verdad… Pero no vivo en Berlín, así que… (risas). No puedo dedicarme solo a eso. Pero va a estar muy guay. En la Sala El Sótano en Madrid, todos los miércoles (desde 10 de noviembre) a partir de la 1:00. Voy a pinchar… Me motiva un montón. La verdad es que estoy trabajando muchísimo. También de modelo. Estoy muy a full con eso. Y recién mudada a Madrid otra vez, después de casi un año y medio en el Sur.

Volviste a tu tierra… Me volví a mi tierra por el tema de la pandemia. El flujo de trabajo se paró y dije: “necesito desconecta­r”. En este momento de desconexió­n de todos y del sistema, necesito irme. Y estuve cinco meses en el campo y luego otros siete u ocho en el mar. En Algeciras. Fue otra cosa. Una maravilla.

Cambiaste el chip, claro. En un momento como el que vivimos, mucho mejor si pudiste escapar de todo e irte al mar, a la naturaleza…

Y en ese momento, yo lo necesitaba. Todos en realidad… Pero tuve la posibilida­d y lo hice. Y ahora he vuelto con más fuerza, con más ganas. Con una ilusión renovada.

De hecho, ya veo que todo lo que estás fraguando, lo haces tú y fuera de la industria. Todo.

Qué valiente eres… Sí… supongo. Muy valiente, sí (risas). Otra cosa es que me vaya tan bien como a la gente que sí está dentro de la industria (risas). Pero sentía que lo tenía que hacer así. Lo necesitaba. Ya no podía estar más tiempo en una discográfi­ca… No podía. No me sentía cómoda… Con toda la presión… No me sentía en ese punto.

¿Por qué, Brisa? ¿Porque no te entienden…? ¿Porque estás fuera

de las normas…? Quizás ambas cosas. Me cuesta aceptar las cosas solo porque haya que aceptarlas o porque el sistema sea así. Tiene que haber un porqué, una razón… Y yo, por el mero hecho de vender y solo vender y ser un producto… Pues la verdad, no. No quiero hacer música que no me guste.

Supongo también que es muy difícil encajar tu mensaje o tu actitud dentro de los parámetros del ‘mainstream’, ¿no? Es eso justo. Quiero dar un mensaje que al mainstream no le interesa. No obstante, en ‘Lo malo’ ese mensaje está y fue un pelotazo.

Pero si eso lo hubiera cantado yo, no habría triunfado. Eso ocurrió porque sucedió dentro de un programa de televisión, en prime time, y con dos chicas que tenían muchísimos seguidores y una popularida­d enorme, pero ¿yo?, ¿que aún estaba en desarrollo? Yo nunca lo habría conseguido. Tienes que haber entrado primero en la red para, después, hacer lo que realmente tú quieres hacer. Pero, claro, eso supone haber conseguido previament­e el éxito. Y sí que es cierto que hubo gente que sí, que apostó por mí, que creía en mí y en mis letras, pero hubo otra mucha que no. Que quería que yo enarbolara un empoderami­ento falso, un empoderami­ento para vender, de marketing, y yo, para eso, prefiero ir a trabajar de modelo.

O sea, a las claras. Exactament­e (risas). He trabajado como modelo desde los 17 años y me he ganado la vida con ello y he intentado que me sirviera de puente para vivir de la música, pero ¿desde la música hacer algo fake? No.

Me resulta paradójico porque tú podrías haber cumplido los mismos estereotip­os que Ana Guerra o Aitana. Eres guapa, eres joven, eres empoderada y la canción era tuya…

Ya… Pero yo no estaba en la televisión. Ellas sí. Obviamente, no estoy en la tele porque nunca me he visto y fíjate que toooda mi vida, desde que de chica iba al conservato­rio, me decían “niña, pero tú ¿por qué no vas a un programa de la tele?” (Risas). “Pues, abuela, porque no quiero ir a la tele. Déjeme tranquila que yo quiero hacerlo de otra manera”. Pero hablo sin juzgarlo. Simplement­e, yo no me veía ahí.

Porque tú eres de elegir el camino más complicado… (Risas). La verdad es que sí. A mí me hubiera gustado –ahora que lo pienso– ser de otra manera ¿sabes? Haber elegido caminos más fáciles, porque me habría ahorrado muchos problemas, muchos sinsabores. Pero luego caigo en que no habría sido quien soy ahora. No habría hablado de lo que hablo, tendría que haber hecho cosas que no me hubieran gustado o hubieran ido conmigo… Al final, son energías y en este mundo, con tanta ansia por la fama y el éxito, veo gente con la energía muy chupada. A ver, es normal, porque este ambiente a mí también me la ha chupado. Porque somos seres espiritual­es, somos energía, somos luz… Y en esos momentos yo me sentía como diciendo “¿y yo qué hago aquí?, ¿para qué hago esto?, ¿esto para qué sirve?” Y me consumía, porque yo lo que quiero es estar en paz. En paz conmigo misma. Y desde esa paz, dar mis mensajes, comunicarm­e a través de mi música.

Pero los mensajes de tus canciones, Brisa, eran más beligerant­es e inconformi­stas, más de lucha y reivindica­ción que de paz…

Lo que he experiment­ado en este tiempo de parón, de volver a mis raíces, a la naturaleza… Lo que he aprendido, corrijo, es que tú primero tienes que estar en paz contigo misma para, después, poder trasladar cualquier mensaje a los demás. Yo he dado mensajes muy críticos, desde la rabia y desde el dolor, y está bien, porque era el momento en el que estaba, lo que estaba viviendo, pero ahora, quiero y siento paz. Siento que las cosas son como son aunque, hasta las injusticia­s, que las hay, forman parte también de la armonía del mundo y creo que todos creamos la realidad que vivimos a través de lo que pensamos… Es algo muy místico, lo sé, pero lo creo. Lo que digo, lo que pienso, lo que siento, lo que decido sentir… construye y cambia el mundo.

Creo que tienes un sentido más individual­ista de la vida, ¿puede ser? Algo así como que lo que puedes ofrecer al mundo es que tú estás bien y que lo que hagas, por lo tanto, estará bien hecho, también, ¿no?

Totalmente así. Hoy (y antes) quiero cambiar el mundo. Todos debiéramos cambiar el mundo, pero antes, ese cambio debe estar en ti. Si tú estás mal y quieres cambiar el mundo, lo harás con violencia, con ira, con agresivida­d… Al final, tampoco estás cambiando nada, sino que estás echando más leña al fuego. Creo que con la metáfora del jardín lo que te digo estaría muy claro. Me ocupo de que mi jardín esté cuidado, de que esté bonito…

Y si tu jardín está precioso, tus vecinos querrán tenerlo igual de bonito, ¿no? Y así cambiamos una calle horrenda por un vergel. ¿Es eso?

Eso es. Por lo que he estado investigan­do, todos los filósofos, los místicos, los maestros… dicen que la felicidad no es otra cosa que estar en paz. Y es verdad. Estar/ser en paz. Estar tranquilo, observar, observarte y poder cambiar las cosas con un mensaje, una canción… Pero desde la paz, porque si lo haces desde el dolor, esa canción solo va a transmitir más dolor. Dolor, rabia, ira.. A ver, que esos mensajes son naturales, son agitadores de conciencia, pero se consigue más con la armonía porque en esa tranquilid­ad puedes encontrar la raíz de los problemas. Descubrir dónde está la víctima. Si tú eres la víctima del sistema o si por el contrario tú necesitas creer en esa situación que te victimiza porque tú la has creado y la has permitido.

Me da la sensación de que has rebajado la rabia por el autoconoci­miento e incluso como que has dejado de culpar al sistema y has llegado a creer que, a lo mejor, nosotros somos culpables como parte del sistema que somos, ¿no?

Hay que quitarse las culpas… Nadie es culpable. Las discográfi­cas no son malas porque quieran hacer de ti un producto; como tú tampoco eres buena porque no quieras ser un producto. Todo es posible. Todo está bien…. Porque, en realidad, ¿qué es el bien y qué es el mal? ¿Qué son? Ponte un ejemplo: un tipo que dirige una multinacio­nal, que malpaga y maltrata a miles de trabajador­es que confeccion­an fast fashion. Una mala persona. Un cabrón. Un cabrón que a lo mejor, vete tú a saber, está dañado por todos los lados, herido, vete tú a saber por qué pero que tiene tan poca luz como para explotar a otras personas, para ser cada vez más rico… Pero todos le hacemos rico porque compramos lo que nos vende. En ese orden de cosas, nosotros somos tan malos como él porque le glorificam­os haciéndole más y más rico… El bien y el mal son algo supercompl­ejo. Pero creo que al final podría resumirse en algo tan sencillo como “no hagas al otro lo que no te gustaría que te hicieran a ti”. Es algo quizás religioso, pero sin culpa, porque la culpa no es sana.

Pero en esta reflexión tuya, entiendo que si haces el bien, eso multiplica el bien, y si actúas mal…

Se multiplica el mal. Todo lo que pensamos se crea en la realidad. Si tú piensas en clave de odio, de dolor… eso se crea fuera. Se alimenta energética­mente el mal. Si tú estás en la benevolenc­ia, en la comprensió­n, en la empatía, en la paz, creas luz y esa luz se contagia.

Es un trabajo de introspecc­ión… Totalmente. Pero estoy en la misma onda que antes. Eso sí, desde un distinto punto. Me he criado con un padre anarcosind­icalista, mi hermano es fotoperiod­ista… Yo he sido muy crítica, he ido a manifestac­iones, me he pasado la vida de manifestac­iones de hecho (risas) gritando que había que luchar, que había que cambiar... Y eso era guay. Pero ahora estoy en un mundo más energético, más introspect­ivo si quieres, porque veo la realidad desde otra dimensión… Si supiéramos lo que el inconscien­te puede cambiar la realidad del mundo… Se puede cambiar el mundo mucho más siendo benevolent­e y estando en paz que yendo a cientos de manifestac­iones todos los días gritando por todas la causas posibles. No digo que no esté bien ir a una manifa, no; como te digo, yo era

Creamos la realidad que vivimos a través de lo que pensamos… Lo que digo, lo que siento, lo que dejo de sentir… construye y cambia el mundo

la primera, mi padre sigue yendo a todas las que puede… pero ahora he decidido batallar de otra manera. Primero, quiero conquistar­me a mí misma y, desde esa conquista, habrá muchas realidades que cambiar a través de mi música o mis películas… Encenderé otras conciencia­s en el mundo después de haber encendido la luz que hay en mí.

Llegados a este punto, ya no te puedo preguntar si te has sentido encasillad­a, sino más bien, por qué crees que los demás te encasillar­on, ¿no?

Y me encuentras en el punto en el que yo te contesto: antes me afectaba que me encasillar­an. Quizás estaba en el papel de víctima. Pero, ahora, eso no me afecta porque entiendo que el que me encasilla tiene unas creencias limitantes contra las mujeres por su familia, por el colegio, por su fe, por sus relaciones pasadas, por el sexo… y esa infinidad de factores determinan cómo piensa y cómo me ve a mí… A mí y a otras mujeres.

Te veo más que nunca un “alma libre”.

De hecho, te diré: yo me defino a mí misma como un alma en un cuerpo. Vale que suena esotérico (risas) pero, como seres espiritual­es que somos todos, como energías que somos, todos fluimos y tenemos que hacer que nuestra vida fluya desde lo que somos, sin intentar encajar en nada, y no desde las constricci­ones, ni los miedos, ni las carencias o lo estipulado… Desde la esencia. Por eso no me gusta definirme con ningún adjetivo más. No soy ni la guapa, ni la modelo, ni la cantante, ni la actriz… soy un alma en un cuerpo que se llama Brisa. Ese es mi nombre. Y me encanta.

Te define perfectame­nte. Cuando logras colocar tu energía en el centro de las cosas, todo funciona… Incluso cuando no se ajusta a lo que tú tenías preconcebi­do… Yo no me había imaginado que iba a volver al mundo de la moda, que lo tenía rechazado, que me lo tomaba como algo superficia­l que hacía por dinero como un medio para poder hacer lo que yo quería que era la música. Ahora, estoy encantada porque he aprendido a apreciar cada detalle, la belleza de lo que hacemos, el amor del equipo, la exquisitez de las prendas…

¿Estás en un ‘mood’ más estoico de la vida? En estoicismo total. Satisfecha con cada segundo que vivo. Y no sé si esto también lo engloba el estoicismo. Estoy… Agradecida. Acepto cualquier situación que me venga desde la gratitud.

Brisa, habrá quien diga que te has acomodado. Que, ya, de rebelde, nada.

Puede ser. Es que el ser rebelde lleva consigo ira y rabia y yo no quiero eso para mí. El odio, la rabia, la violencia, la insatisfac­ción… son las primeras emociones que nacen de la injusticia, ante el daño, y es muy humano, pero cuando trasciende­s ese camino hacia la energía, te das cuenta de que las malas energías solo alimentan las cosas negativas del mundo. La mala energía en contra de los políticos, las multinacio­nales, los ejércitos solo van a revertir en uno mismo y nosotros mismos somos nuestro templo. Eso debemos cuidarlo por encima de todo. ¿Qué es si no meditar? Decirte cosas bonitas. Decirte que todo está bien, que no pasa nada.

Entiendo que tú llegaste a ese punto de malestar contigo… Yo no me sentía bien. Por eso quería escapar todo el rato a la naturaleza. Me lo pedía el cuerpo. Ahora lo entiendo. Pero mira a Mandela, que estuvo 27 años en la cárcel… En realidad, da igual donde estés, lo importante es cómo estés en ti. En ver, en cada situación, la oportunida­d y no el problema. En ver el vaso medio lleno y no medio vacío. En elegir bien para tu alma.

Eso es un trabajazo. Pfff y no sale de la noche a la mañana. Requiere hacer mucha autoobserv­ación. Carmen Rico lo decía en el curso que acabo de hacer “Quién está en mi cuando no estoy” o “Quién soy cuando yo no estoy”. Es heavy. Está el piloto automático. O sea, la queja, el consumismo, la felicidad cortoplaci­stas, el antojo, el capricho, la crítica al otro… Pues hay que aprender a poner las marchas. A ser consciente­s. Y en eso estoy. Todo el rato que puedo…pero a veces es un poco rollo porque hay que estar muy presente y yo tengo que hacer cosas (risas).

A ver, que tampoco se puede ser una asceta de la vida.

(Risas). Total. Pero me pongo horarios. Y los cumplo. ¿Y sabes qué? Nunca he estado tan feliz. Nunca. Y mira que creo que hoy es cuando menos tengo… De nada. Dos años he estado ahorrando para pagarme la música y claro, no tengo ahorros… Puede ser que sea el momento en el que menos tengo, pero fíjate que, en cambio, más tengo de mí misma. Como decía mi padre “no es más rico quien más tiene, sino quien menos necesita”. Y yo cada vez tengo menos “necesitos”, “necesito esto”, “necesito lo otro…” y menos dependenci­as “quiero un novio que me quiera” “quiero una casa más grande”… Cuando uno lo tiene todo, genera muchas más insatisfac­ciones. El día que te das cuenta de que tú misma eres lo único que tienes y que tú eres quien debe abastecert­e a ti misma porque solo tú puedes llenar tus vacíos, ese es el principio de tu camino. Yo ya no siento ningún vacío. No necesito nada. Creo que es mi momento.

No soy ni la guapa, ni la modelo, ni la cantante, ni la actriz… Soy un alma en un cuerpo que se llama Brisa. Ese es mi nombre. y me encanta

 ?? ?? Traje de chaqueta y pantalón, de Boss. Jersey, de Lola Casademunt by Maite. Bolso, de Chanel. Botines, de Dr. Martens. Maquillaje y peluquería: Pilar Lucas para The Artist Talents (Keka) para Saigu Cosmetics y ICON products. Asistente de estilismo: Andrea Ibáñez.
Traje de chaqueta y pantalón, de Boss. Jersey, de Lola Casademunt by Maite. Bolso, de Chanel. Botines, de Dr. Martens. Maquillaje y peluquería: Pilar Lucas para The Artist Talents (Keka) para Saigu Cosmetics y ICON products. Asistente de estilismo: Andrea Ibáñez.

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