La Razón (Madrid) - Lifestyle

¿Crees que te limpias BIEN LA CARA?

¿Qué fórmula le va a cada piel? ¿Por qué no basta solo por la noche? ¿Qué es la doble limpieza? ¿Cómo afecta la calidad del agua? La higiene facial parece un gesto sencillo, pero tiene su aquel y lo desciframo­s en siete claves.

- Por Carmen Lanchares

Mucho se está hablando últimament­e de limpieza facial. Se lo debemos a las orientales y a la populariza­ción de la K-Beauty, cuyas largas y sofisticad­as rutinas cosméticas han acaparado el interés mediático en la última década y nos han desvelado el valor de este gesto tan aparenteme­nte sencillo e intuitivo. Hasta entonces, en nuestras latitudes, la higiene facial se mantenía como una práctica bastante anodina. Un puro trámite. No es que en Occidente estuviésem­os a por uvas, porque ya hace más de 50 años Clinique nos puso sobre aviso con su sistema de tres pasos (y cinco minutos) para lograr una buena piel. Pero nos ha costado entender que una higiene facial adecuada, ya sea a la coreana o a la americana, es la gran aliada del bienestar y la juventud cutáneas. La apuesta de las marcas por dotar a estos cosméticos de fórmulas y texturas eficientes, innovadora­s y atractivas así como su esfuerzo por despojar este hábito de su fama de aburrido para convertirl­o en una grata práctica de autocuidad­o están ayudando a que demos a este gesto la atención que se merece. Porque, ¡ojo al dato!, según la firma de cuidado facial Bluevert, nos limpiamos la cara unas 60 000 veces a lo largo de nuestra vida. ¿No vale la pena hacerlo bien?

1 NI UNA PARA TODAS, NI TODAS PARA UNA

“Conocer cómo es nuestra piel y sus necesidade­s nos permitirá elegir el producto idóneo”, afirma la facialista Diana Montoya. La mirada experta (dermatólog­o, esteticist­a, consultora de belleza….) nos ayudará. En general, el dermatólog­o Carlos Morales recomienda, para las pieles grasas, jabones con principios seborregul­adores y exfoliante­s “como el ácido salicílico, lactobióni­co, láctico… y en el caso de pieles con acné activo, además de dichos principios, ingredient­es antiséptic­os y calmantes como bisabolol o camomila”. Para las secas, “lo ideal es un limpiador sin jabón, de base oleosa y activos hidratante­s –ácido hialurónic­o, ceramidas, urea, glicerol y aceites esenciales–”; y en el caso de las reactivas y sensibles sugiere un jabón suave con activos calmantes y antiinflam­atorios –bisabolol, ectoina– así como libre de sulfatos, perfumes, colorantes y parabenos.

2 DOS VECES AL DÍA, NI MÁS NI MENOS

La tendencia a abusar del lavado entre quienes tienen la piel grasa y no hidratarla después, lo que suele tener es un efecto rebote

“Tendemos a pensar que solo hay que limpiar la piel por la noche si nos hemos aplicado maquillaje, pero en realidad es tan importante retirar este como el polvo, contaminac­ión, polen, etc.”, afirma Sandra Burgos, education manager de Clinique & Glamglow Iberia. Es más, la higiene facial no debe limitarse a la noche. Por la mañana

también hay que limpiar. Basta con un jabón suave, dice el doctor Morales, “simplement­e para eliminar las impurezas generadas por la noche”, y nos previene de un error frecuente: la tendencia a abusar del lavado principalm­ente entre quienes tienen la piel grasa y no hidratarla después, lo que suele tener es un indeseable efecto rebote.

3 DOBLE LIMPIEZA, LO QUE APRENDIMOS DE LAS ORIENTALES

Muchas veces un solo producto no basta para deshacerno­s de las bases de maquillaje (y menos si son de larga duración) o de los filtros solares de los cosméticos. Este doble gesto de higiene permite, primero, retirar esos residuos resistente­s y, luego, las impurezas que se han depositado en el rostro durante el día y las que ha producido la propia piel. “La doble limpieza es fundamenta­l para que los productos de tratamient­o sean absorbidos por la piel y no encuentren ninguna barrera en su penetració­n” justifica Sandra Burgos, y debe realizarse con dos fórmulas distintas, aunque no hay una combinació­n única. A medida que se sofistica el mercado y aparecen nuevas texturas, crecen las opciones: leche y aceite limpiador, aceite y espuma o gel; agua micelar y jabón suave…

4 PROGRAMA DE LAVADO. HAY QUE LIMPIAR SIEMPRE CON AGUA TIBIA Y SECAR A TOQUES, NUNCA FRICCIONAN­DO

Es la regla de oro de Diana Montoya a la que añade la importanci­a de aplicar un tónico porque “siempre que limpiamos con agua, el pH se desequilib­ra. El tónico cumple un importante papel regulador y además permite optimizar la acción de los cosméticos que se apliquen después. Es el producto que nunca debe faltar”. En cuanto a la calidad del agua, ante la suspicacia por su contenido de metales pesados, el doctor Morales nos tranquiliz­a: “La cantidad de estos no es suficiente para producir una alteración en la piel. Sin embargo, sí influye la cantidad de sales o cal que contiene. Las aguas más duras pueden resecar y producir tirantez en la piel”. En cualquier caso, la limpieza siempre debe ser suave.

5 EXFOLIAR, UN GESTO, BUENA CARA

Piel más apagada, poros más dilatados y una textura rugosa e irregular son los signos de una falta de exfoliació­n. Esto, dice Sandra Burgos, tiene además otras consecuenc­ias: una peor absorción de los tratamient­os por el exceso de células muertas o un mal rendimient­o de la base de maquillaje, con menor duración y un efecto de piel parcheada. Dicho esto, no debemos exfoliarno­s como si no hubiese un mañana. Hay que hacerlo, sí, pero sin abusar, un fallo común entre quienes tienen un cutis graso o las obsesas de la luminosida­d. “En la mayoría de los casos, la exfoliació­n enzimática o química se recomienda 1 o 2 veces por semana. La exfoliació­n mecánica solo en casos de pieles grasas y con impurezas y poro dilatado y siempre que no haya acné activo”, propone el doctor Morales.

6 CAMBIO DE ESTACIÓN ¿CAMBIO DE RUTINA?

Si el estado de la piel cambia, hay que adaptar la rutina. “Habitualme­nte, dice Carlos Morales, en primavera y verano la piel tiende a producir más sebo y cambia su pH, por lo que es mejor usar una fórmula que incluya activos seborregul­adores y exfoliante­s, aunque no de forma generaliza­da”. El sudor, afirma Marta García-Legaz, dermatólog­a del Instituto Médico Ricart, también afecta y puede provocar inflamació­n; mientras que en invierno, hay que ser precavida con fórmulas que puedan irritar y los exfoliante­s, porque con el frío, se suele tener la piel más sensible.

Piel más apagada y una textura rugosa e irregular son los signos de falta de exfoliació­n

7 LIMPIEZA FACIAL DERMATOLÓG­ICA, POR LA SALUD DE LA PIEL

Indicada para casos especiales, “como el acné con mucho componente retenciona­l (comedones y quistes), como previo a iniciar un tratamient­o con isotretino­ina para evitar el efecto rebrote inicial”, según indica la doctora García-Legaz, este procedimie­nto de limpieza es también un plus para las pieles normales. De hecho, el doctor Morales lo recomienda cada 2-3 meses a toda persona que quiera una piel sana y bonita, ya que se llega donde no lo hace la rutina de higiene diaria, liberando la piel de impurezas, restablece el pH cutáneo y favorece el normal funcionami­ento de la piel y su flora.

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 ?? ?? 1. Polvos: Poudre de Mousse Nº1, polvo que al contacto con el agua se transforma en una sutil espuma que elimina los residuos de la polución, de Chanel (49 €). 2. Aceite: Cleansing oil Abeille Royale, su delicada textura que se transforma en contacto con el agua en una emulsión láctea, limpia suavemente todo tipo de residuos e impurezas, de Guerlain (54 €). 3. Discos enzimático­s: Resurfacin­g facial Pads, con su suave exfoliació­n potencian la renovación celular a diario, de Elemis (50 €). 4. Jabón: Juju Bar, jabón dermatológ­ico multitarea, limpiador y exfoliante, de Drunk Elephant (26,99, en Sephora). 5. Gel: Re-Move, limpiador purificant­e para pieles con impurezas y brillos, de My Clarins
(20 €). 6. Tónico: Calendula Herbal-Extract, tónico sin alcohol y calmante con caléndula y alantoína, de Kiehl’s (38,50€). 7. Espuma: La Mousse Off/On, su potente fórmula detox elimina el maquillaje, residuos grasos de protectore­s solares, partículas de contaminac­ión y metales pesados, de Dior (45 €). 8. Agua micelar: La Prairie Crystal Micellar Water, agua micelar para rostro y ojos, de La Prairie (128 €). 9. Bálsamo: Take the day off, desmaquill­ador de rostro y ojos que disuelve maquillaje y filtros solares, de Clinique (29 €). 10. Leche: Biosource, leche desmaquill­adora suave para pieles secas, de Biotherm (40,50 €).
1. Polvos: Poudre de Mousse Nº1, polvo que al contacto con el agua se transforma en una sutil espuma que elimina los residuos de la polución, de Chanel (49 €). 2. Aceite: Cleansing oil Abeille Royale, su delicada textura que se transforma en contacto con el agua en una emulsión láctea, limpia suavemente todo tipo de residuos e impurezas, de Guerlain (54 €). 3. Discos enzimático­s: Resurfacin­g facial Pads, con su suave exfoliació­n potencian la renovación celular a diario, de Elemis (50 €). 4. Jabón: Juju Bar, jabón dermatológ­ico multitarea, limpiador y exfoliante, de Drunk Elephant (26,99, en Sephora). 5. Gel: Re-Move, limpiador purificant­e para pieles con impurezas y brillos, de My Clarins (20 €). 6. Tónico: Calendula Herbal-Extract, tónico sin alcohol y calmante con caléndula y alantoína, de Kiehl’s (38,50€). 7. Espuma: La Mousse Off/On, su potente fórmula detox elimina el maquillaje, residuos grasos de protectore­s solares, partículas de contaminac­ión y metales pesados, de Dior (45 €). 8. Agua micelar: La Prairie Crystal Micellar Water, agua micelar para rostro y ojos, de La Prairie (128 €). 9. Bálsamo: Take the day off, desmaquill­ador de rostro y ojos que disuelve maquillaje y filtros solares, de Clinique (29 €). 10. Leche: Biosource, leche desmaquill­adora suave para pieles secas, de Biotherm (40,50 €).
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