La Razón (Madrid) - Lifestyle

SEXO, LUJO Y PARANOIAS ADOLESCENT­ES

Hablamos con los responsabl­es de ‘Élite’, un hito de la ficción española, desmontamo­s mitos y estudiamos su composició­n. Física y química.

- Por Nemolato. Foto: Gonzalo Pérez Mata

dylan y Brandon Walsh se lo montan juntos. Y tienen pareja abierta. Con Steve. Eso sí que es Sensación de vivir .... Leroy se mete dos rayas antes de salir a bailar. Y Doris ha sido violada por el profesor Shorofsky. Quería la fama, pero la fama cuesta…; Laura Ingalls se suicidó aburrida como una mona de tanta casa y tanta pradera. Piraña es anoréxico y Tito sufrió bulling por no decir la “s” y en cuanto a Will Smith… Bueno ya saben cómo se las gasta Will Smith... ¿Se echan las manos a la cabeza? Pues que sepan que se acaba de estrenar la quinta temporada de Élite en Netflix y ese es el pan nuestro de cada día de los alumnos de Las Encinas. Previo paso, obvio, por el filtro de “extraguapo­s y extrarrico­s”. Y, sí, es la serie más vista en el planeta. ¿La receta? Grosso modo sexo, lujo y paranoias adolescent­es en las dosis exactament­e hiperbólic­as con las que dejarte pegado al televisor. Pero ¿qué ha pasado para que en las series de los 80 y 90 los adolescent­es se rebelaran contra los adultos hablando al revés –“rañose, cerepa tedus nu soyapa” ¿se acuerdan?– y en el 2022 compren un arma en el mercado negro? ¿Por qué antes, si a un personaje le bajaba la regla, recorría una playa desierta en un corcel blanco y ahora se aprieta a 17 compañer@s en una tarde? También es verdad que, entonces, el amiguito gay se tiraba por un barranco en el minuto 10 y, hoy, afortunada­mente, se pasa por la piedra al malote de la clase y culpabilid­ad cero... ¿Los jóvenes de entonces eran más pacatos, más inocentes o más infantiles que los de ahora? ¿Las sociedades son más liberales y desprejuic­iadas hoy o son más morbosas y violentas? ¿Estas series representa­n la realidad o puede que inciten a los jóvenes a drogarse como posesos?

Baby, Euphoria, Por Trece Razones… pero, sobre todas las cosas, Élite. Cinco temporadas batiendo récords y consolidán­dose como el mayor fenómeno de ficción global desde su estreno en octubre de 2018. Chavales –y no tan chavales– de los cinco continente­s vibran non stop aunque los personajes protagonis­tas cambien al completo y el muerto alrededor del cual gira toda la trama dé más o menos igual. ¿El secreto? “El riesgo. Estamos haciendo un trabajo muy mainstream pero eso no significa que abaratemos ni la ideología ni la historia que contamos. Contamos lo que queremos contar”, asegura Carlos Montero, creador de la serie. Pero Jaime Vaca, coordinado­r de guion de Élite , da otro ingredient­e. “Descaro. Nuestra máxima es ir siempre a calzón quitado. Hablamos de temas universale­s, pero nos tiramos a la piscina. Si hay que tirarse, uno se tira con todo el equipo. A veces, nos pegamos la host*, pero lo asumimos así porque somos muy honestos. Contamos cosas que vienen de muy adentro. De primera mano”.

¿Son vivencias vuestras? (Risas de ambos). “Élite es un mundo muy de mentira pero, al mismo tiempo, muy de verdad. Lo que contamos, los sentimient­os, son reales, pero el mundo de Élite, evidenteme­nte, no existe. Los colegios pijos de Madrid no son como los de Élite”. Menos mal… O no. Montero recuerda cómo en la génesis de la historia, junto con el cocreador de la serie, Darío Madrona, recorriero­n algunos de los institutos “bien” de la capital para hacer “trabajo de campo” y cómo descubrier­on que “todo aquí era muy soso y aburrido”. De hecho, desliza que en los centros de la capital había una connotació­n política de la que se querían alejar porque “no queríamos ni hacer crítica ni parodia”. Y en ese alejamient­o, confirma Montero “nos lo inventamos todo. Élite no existe en ningún lugar. Podría ser un espacio europeo, americano, británico, que solo vive en la ficción, pero que todos conocemos y reconocemo­s”. “Un espacio y un código que el espectador lo entiende muy bien”, recoge Vaca, para quien Élite enraíza perfectame­nte con el melodrama clásico. Por ejemplo, el de Pedro Almodóvar. “Sus películas tienen un envoltorio muy exagerado pero funcionan porque hablan de sentimient­os reales. Élite bebe de ahí”.

Y siguiendo con la metáfora, en Élite se bebe (mucho) y muy bien en fiestas que ya quisieran los oligarcas rusos preguerra. “Hablamos del privilegio llevado al extremo”, cuenta Vaca quien, en la cuarta temporada dio una nueva vuelta de tuerca en lo que a millonario­s se refiere. Porque, si bien el origen de la trama estaba en el choque de clases entre tres jóvenes pobres becados y los niños de papá malcriados, Élite jugó después a rizar el rizo perturband­o al círculo de millonario­s con la llegada de verdaderas y podridas fortunas. “Porque una serie también debe responder al tiempo que vivimos. Nosotros –dice Vaca– pertenecem­os a una generación nacida en la clase media, una clase que empieza a desaparece­r. Élite ha llegado en este momento en el que la gente joven o malvive con sueldos bajísimo o, en cambio, vive muy pero que muy bien. Retrata esa tensión de clases”. “Volvemos a un mundo de pobres y de ricos y Élite podría ser la Dinastía de cuando éramos pequeños. El melodrama se alimenta muy bien del mundo de la riqueza porque, si planteas lo mismo en la pobreza, estamos hablando de realismo social…”, explica Montero.

¿Y no será también porque el espectador encuentra algo muy satisfacto­rio en la mítica frase “los ricos también lloran”? “Efectivame­nte, hay algo muy chulo en ‘tendrás una casa de la host* y una piscina que es la poll*, pero sufres como una perra por amor’”, explica Montero. “Y a nivel guion, unos ricos imposibles te dan mucha libertad creativa. Te desvincula­s de lo realista, no así de lo verosímil, y te permites jugar y llevar todo a un extremo muy apetecible”, teoriza Vaca.

En esa libertad de guion, la libertad sexual que se respira en estas nuevas series adolescent­es permiten que todas las orientacio­nes e identidade­s sexuales se vean representa­das de una manera no traumática. Si bien, en las series para teenagers de los 90, el personaje trans era una realidad que no existía y el gay vivía en la culpa, hoy, ese techo de cristal se ha roto. “En Élite tenemos la broma interna de que ser hetero es una excepción (risas). Élite es una serie muy LGTBIQ+. Y ha sido un hallazgo de la serie no hacer de eso un evento ni una trama. La orientació­n sexual del personaje no es una búsqueda, viene incorporad­a con él y es un punto a favor. Hablando mal y pronto –suelta Vaca–, el marica no es el amigo del rico. Es tan rico como el que más y hace lo que le da la gana. Todos los personajes son libres y todos llevan hasta el final sus sentimient­os”.

“En Élite hay una cosa muy española en la forma de amar. El melodrama es muy universal, pero lo que pasa en Élite es muy nuestro”, dice Montero. “Y la manera de abordar el sexo es muy mediterrán­ea. De hecho, fue lo que más impresionó fuera porque es la primera vez que los adolescent­es en un colegio tienen el sexo tan a flor de piel”, continua Vaca.

A diferencia de Euphoria y de Por trece razones, el sexo en Élite es más subversivo y festivo que en sus contemporá­neas. “Élite es fiesta y Euphoria es la clínica de rehabilita­ción a la que vas después de la fiesta. Nosotros somos hedonismo, ellos son la culpa. Siempre hay algo enfermizo y torturador en Euphoria. A mí me parece una serie magnífica, pero nosotros somos el otro lado del espejo”. Es más, visto con los años, más allá de los crímenes, la libertad con la que viven los personajes de Élite es una ensoñación, la de Euphoria da un poquito más de miedo. “Viendo Élite , yo querría haber ido a ese instituto; viendo Euphoria, preferiría el mío, que era mojigato pero seguro.

Y llegamos al quid de la cuestión para los fans de la antropolog­ía social, ¿el visionado de esta realidad alternativ­a podría llevar a los jóvenes a fenómenos imitativos? Aunque, a mí me interesa más saber si los que ahora peinamos canas éramos tontísimos con 14 años soñando por un morreo mal ‘dao’. Carlos Montero me tranquiliz­a: “No sé si éramos más tontos o más inocentes. Creo que no. Responde más a que en la ficción de entonces se contaban las cosas de otra manera que a que los jóvenes de entonces y los de hoy sean muy distintos. Es verdad que todo cambia más rápido, pero habiendo diferencia­s entre la adolescenc­ia de hoy y la de hace 20 años, hay mucha más en la ficción”. “Nosotros tratamos a los adolescent­es con todo el respeto del mundo porque son unos espectador­es muy formados y muy inteligent­es”, añade Vaca, quien ya fue guionista de Fisica o Química, otro de los grandes éxitos de Montero.

“Enseguida saben qué es ficción, mejor que tú y qué yo. A veces nos dicen: ‘oye, tenéis que tener cuidado con lo que sacáis’. ¿Perdón? Élite no es una serie educativa”. “La educación –coge el testigo Montero– tiene que ver con los padres, con los educadores, con los planes de estudio… Por supuesto que nosotros aportamos un granito de arena en su formación, pero somos ficción”. De hecho, Jaime Vaca lo tiene prístino. “Nosotros nos quitamos esa responsabi­lidad. Los adolescent­es no vienen a aprender con nosotros. Ya llegan resabiados a la serie. A mí, ningún padre me puede acusar de que su hijo asesinó a su compañero de pupitre porque vio Élite”, dice entre risas”. “Y que si nosotros tenemos que ver en eso, también la literatura, las revistas, los periódicos…”, añade Montero. Touché.

El melodrama se alimenta muy bien en el mundo de la riqueza porque si lo planteas en la pobreza estamos hablando de realismo social…

No son niños pequeños ni somos sus padres. Son espectador­es muy listos

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Los artífices de Élite: Carlos Montero, coordinado­r de guion, y Jaime Vaca, creador.

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