La Razón (Madrid) - Lifestyle

Grason Ratowsky “PINTAR ES MEJOR QUE EL SEXO”

¿Qué motivó al artista estadounid­ense a cambiar los rascacielo­s de Nueva York por un estudio rodeado de ovejas en Mallorca? Lo descubrimo­s en esta charla sobre arte, viajes y pasión.

- Por Marita Alonso

Horas antes de la entrevista, nos cruzamos con el artista expresioni­sta Grason Ratowsky en la puerta de un hotel de Nueva York y parece salido de un editorial de moda. Sus botas y vaqueros salpicados de pintura podrían ser obra de un meticuloso equipo de dirección de arte, pero aquí no hay ni trampa ni cartón… Ni pintura innecesari­a, claro. Cada gota de óleo de su ropa se debe a que Grason está pintando en exteriores durante la jornada Live For Arts. Culture beyond limits from Mallorca to New York, que nace con la intención de difundir la cultura de nuestro país más allá de sus fronteras. ¿Que por qué forma parte un neoyorquin­o de este encuentro? Porque aunque Grason Ratowsky tiene un estudio en Brooklyn, el epicentro creativo de su trabajo y su hogar se sitúan en Mallorca, donde vive con su mujer desde hace años. “Teníamos trabajos muy creativos en Nueva York, pero un día cambiamos el espectro de valores. Aunque nos encantaba la ciudad, estábamos listos para una nueva fase más lenta en la que poder centrarnos en ciertos aspectos de nuestra vida y empezar una familia. Como de adolescent­e había vivido en Sevilla, ya era un enamorado de España, por lo que decidimos cambiar de vida. Cogimos las maletas y nunca he mirado hacia atrás”, explica. Resulta difícil imaginar cómo ha de ser cambiar radicalmen­te el ajetreo del inquieto e insomne Brooklyn, donde aún tiene un estudio, por la calma de Jornets, un pueblo del interior de la isla mallorquin­a donde está su estudio. Sin embargo, viaja constantem­ente entre ambos destinos. “Nueva York tiene una vibración intrínseca; es la ciudad a la que viene la gente más talentosa del mundo para ser quien quiere ser, algo que resulta muy inspirador. Pero quería un futuro repleto de cielos abiertos y con una cadencia diferente. Quise volver a las raíces de todo y encontré en Mallorca mi lugar”.

El confinamie­nto le impidió ir a su adorado estudio a pintar, y fue entonces cuando se dio cuenta de lo mucho que necesitaba un espacio en el que arte y vida conviviera­n. Hace pocos meses terminó una pequeña casa que le sirve de segunda residencia en la que ha sumado al estudio una vivienda, una suerte de búnker artístico que habría hecho para él del confinamie­nto un periodo más dulce. El resultado final es tan impecable que ha sido inmortaliz­ado en prestigios­as revistas de diseño, algo que posiblemen­te, jamás imaginó cuando se enamoró del espacio en el que hoy se encuentra su oasis creativo. “La primera casa que tuvimos era una finca con un gran jardín en medio de la isla situada en un pueblo compuesto por unas 15 casas. Yo estaba inmerso en la búsqueda de un estudio, pero no encontraba nada parecido a lo que tenía en mente. Me llamó la atención un antiguo establo de ovejas de la casa de al lado, investigué para dar con el dueño y le encantó la idea de que fuera un artista que quería transforma­r su establo

Quise volver a las raíces de todo y encontré en Mallorca mi lugar

en un estudio”, explica con orgullo.

Antes señalábamo­s que no ha de ser fácil cambiar la energía neoyorquin­a por la quietud de Mallorca, pero tampoco ha tenido que resultar sencillo pintar en directo delante de tantas personas en la jornada que hoy nos ha reunido. Al fin y al cabo, al imaginar a un pintor, no podemos evitar que nuestra mente piense en un artista solitario que dialoga pictóricam­ente con un lienzo en blanco y, por qué no (hemos visto demasiado cine…), de vez en cuando se enfada por no estar inspirado y lanza un bote de pintura sobre el lienzo. ¿Cómo ha llevado lo de pintar en plena Gran Manzana ante la atenta mirada de tantas personas? “La verdad es que no acostumbro a trabajar de esta forma. Los artistas solemos ser personas introverti­das a las que les encanta pasar tiempo a solas para procesar las cosas. Cuando hay mucha especulaci­ón externa, esta transforma el proceso interno, pero en un evento como este, me he enamorado de la idea de subrayar la cultura con tantas mentes brillantes. Me encanta el concepto de mostrar lo que Mallorca ofrece más allá de sus preciosas playas. Normalment­e no pinto en directo, pero ha sido muy divertido hacerlo entre amigos, con familiares y con los pitidos de la ciudad de fondo”, dice ilusionado.

Hace años fundó junto a la actriz Jessica Biel y su hermano, que es su mejor amigo, BARE, una marca de accesorios hechos a mano confeccion­ados en Colorado, donde crecieron. Sin embargo, el mundo de la moda ya no forma parte de su vida, aunque su relación con ella sigue presente a través de nombres como el de Jon Kortajaren­a. El modelo, que tiene su propio Ratowsky, se enamoró de su trabajo a través de Instagram. Pero a Grason, menos el arte (casi) todo le da bastante igual. “Para mí no hay nada más excitante que pintar: es mejor que el sexo, que las relaciones y que la comida más deliciosa”. Al escucharle, teniendo en cuenta que pinta todos los días, tan solo podemos envidiarle…

Los artistas solemos ser personas introverti­das a las que les encanta pasar tiempo a solas para procesar las cosas

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