ARMARIOS-MUSEO ¿a favor o en contra?
Prendas y accesorios dispuestos como obras de arte, una coordinación cromática extremada y espacios XL dan forma a los vestidores que copan las redes y en ocasiones, desatan nuestra ansiedad… ¿O es envidia?
La última campaña de Balenciaga, Closet, retrata a celebridades de la talla de Kim Kardashian y Nicola Peltz posando en armarios con aspecto de museo. Hablamos de esos closets en los que es posible “pasear” y que en el spot han sido diseñados para exhibir un archivo de los codiciados objetos personales del propietario, haciendo de esta forma que los espacios que la mayoría de los mortales empleamos simplemente para guardar ropa se conviertan para las celebridades en una suerte de showrooms que ya son un caramelo del que los internautas, siempre ansiosos por poder tener acceso a un espectro aún más personal de las celebs disfrutan sobremanera.
¿OMG o WTF?
La obsesión por el orden y por organizar prendas como si fueran piezas de exhibición trajo consigo la llegada de los denominados cleanfluencers, que presumen de hogares impolutos y que ofrecen a sus seguidores trucos para limpiar y ordenar. El confinamiento no hizo más que afianzar esta tendencia, pues muchas personas se esforzaron en hacer que sus casas fueran no solo cómodas y habitables, sino ‘instagrameables’. Los expertos en orden aseguran que este es capaz de provocar un cambio radical en quienes deciden apostar por él, pues además de aportar cierta calma mental, empuja a quien ha alcanzado esa pulcritud a un cambio de actitud para mantenerlo. Sin embargo, ¿acaso no es excesivo el orden que las famosas muestran en esos armarios que parecen auténticos showrooms?
“A veces sí, pero porque en el fondo tienen que tenerlo de una forma tan impoluta porque si no fuera así, ni llamaría la atención ni tendría éxito. No se dedican a dar tips y trucos, simplemente lo ponen bonito para que sea atractivo para sus seguidores”, responde la autora de Limpieza, orden y felicidad, La Ordenatriz.
La mirada a esos armarios lujosos de carácter aspiracional supone una ventana escapista a la que es difícil resistirse, pues ese paseo por la indulgencia nos aleja momentáneamente de nuestras preocupaciones y nos hace ver que muchas personas ven en sus prendas y accesorios un santuario personal que, a la vez, puede servir de reflejo de la personalidad de cada uno. Sin embargo, no podemos negar que en ocasiones, tanta extravagancia resulta verdaderamente obscena y puede hacernos mirar con cierto desdén a esa cómoda con nombre escandinavo que tiene en su interior más prendas de Zara que de Prada. Como buena amante de la pulcritud, La Ordenatriz cree que ese orden tan visual no nos quita la paz, o al menos, no debería. “A quien le quite paz, le animaría a que dejase de seguir a esa persona, porque entonces es evidente que no le está haciendo bien. Tendríamos que tener un orden mental para saber
Es aconsejable tener a la vista, ya sea armario o vestidor, lo máximo posible para que haya más posibilidades de usar todo lo que tenemos
qué nos ayuda y qué nos desayuda”, recomienda. Tomamos nota de su consejo, pero… ¿acaso no es irresistible adentrarse en los vestidores de las famosas para tomar ideas, inspirarnos y, sobre todo, soñar? Porque aunque hablemos de armarios del tamaño de una pequeña exposición, sí podemos poner en marcha algunas de sus fórmulas de orden en nuestros –limitadísimos– espacios.“Yo siempre digo que cada uno tiene sus trucos, y hay que hablar de lo que le sirve a cada uno, porque el orden es individual, no es general. Lo único genérico es que hay que tener a la vista, ya sea en un armario o en un vestidor, ya sea grande o pequeño, lo máximo posible para que haya más posibilidades de usar todo lo que tenemos, no solo ese 80 % de armario que vemos. Esto nos hará sacarle más partido al dinero que hemos gastado en las prendas y seremos más conscientes del gasto que hacemos. Es decir, tiene muchos más beneficios que cualquier otra cosa, pero tenemos que ser conscientes de que el orden es individual y casi intransferible”, comenta La Ordenatriz.
No es difícil vincular esta obsesión por la organización y por no guardar la ropa, sino exponerla, con las redes sociales. Mientras que antaño los armarios y por supuesto las despensas eran algo privado, el amor por la exhibición de lo privado es el responsable de que los vestidores se hayan convertido en los nuevos museos preferidos del universo 3.0. En el reality The Home Edit, que arrasó durante el confinamiento en Netflix, descubrimos el trabajo que hacen las organizadoras profesionales fetiches de Hollywood, Clea Shearer y Joanna Teplin. En el show vimos el espectacular armario de Reese Witherspoon, en el que no solo destaca el orden, sino ante todo, que su vestidor sea un templo fashionista en el que rendir homenaje a los looks de algunas de sus películas más icónicas, una prueba más de que el orden ya no es cuestión de control, sino también de exhibición. Lo sabemos: es complicado imaginar que nuestro armario PAX, que hemos montado nosotras mismas y en el que no caben más de tres abrigos acolchados sin que las puertas no puedan cerrarse, puede convertirse también en esta oda estilística al orden, pero si los armarios ajenos pueden funcionar como un Diazepam gratuito sin efectos secundarios, ¿cómo vamos a negarnos a echar un vistazo a las perchas de las famosas?
El problema de estos armarios-museo es que cuando antes del furor por “la vida en clave escaparate” las influencers mostraban sus vestidores, podíamos encontrar en ellos desde la clásica camiseta vintage comprada en una escapada a Londres, hasta un Chanel 2.55 encajado entre en el clásico Speedy de Louis Vuitton y una sencilla mochila Eastpak. Sin embargo, cuando figuras como Chiara comenzaron a tener tanta ropa que esos espacios y esas fórmulas de (des)organización ya no encajaban, recurrieron a expertos para diseñar armarios dignos de revista. Sí, la colección de Birkin de Kylie Jenner ordenada por colores es fascinante y relajante, pero, ¿acaso no es también divertido ver la casa de Julia Fox, en la que el orden no tiene cabida y en la que sus diseños de marca comparten espacio con los potitos de su bebé? ¿Y el armario de la tiktoker Alix Earle, que confesó en un vídeo tener colgado junto al resto de vestidos uno manchado de vómito desde hacía un año? ¿No es más divertido a veces ese Museo del Vaya Cuadro que el del Prado? De acuerdo, no hace falta ir al extremo, pero¿no es eso más natural que el vestidor de Leonie Hanne, que cuenta incluso con una escalera para poder acceder a la parte superior? En un vídeo subido recientemente a TikTok por la influencer alemana, se pregunta quién necesita una cocina cuando puede tener un armario en el que poder andar. Lo que en realidad nos preguntamos nosotras es si quienes tienen esos armarios hiperbólicos no caen presos de cierta ansiedad al tener que asegurarse de que las prendas están ordenadas por colores, en clave Uniqlo, y esforzarse diariamente para que el apartado de los bolsos parezca la fantasía de Carrie Bradshaw. Ella, por cierto, tenía un armario maravilloso que respiraba vida, recuerdos y un auténtico amor por la moda. Lo que importaba de él era lo que ella sentía al coger cada prenda y complemento, no la mirada externa. Primaba el allure, no el qué dirán. And just like that… Descubrimos que los vestidores-pasarela pueden generar tanta calma como inquietud. Al menos, a nosotras. Dicho lo cual, si alguien quiere construirnos un armariomuseo en casa, le invitamos a que lo haga, sobre todo porque esos espacios son más grandes que nuestro piso al completo.