TALLIN
La capital de Estonia tiene un centro histórico con un patrimonio arquitectónico sorprendente, que alberga secretos y leyendas.
Cuando se piensa en un escenario ideal para recrear un cuento infantil. Uno suele imaginar recoletas plazas configuradas por casas de colores con cubiertas a dos aguas. Y calles adoquinadas con palacios de ensueño e iglesias de campanarios puntiagudos. Aunque parezca mentira, existe un lugar que colma todos los deseos estéticos que un narrador de cuentos pueda imaginar; es Tallin. La capital de Estonia es una de las joyas europeas menos conocidas, que no tiene nada que envidiar a Praga o Budapest. Vanalinn, su centro histórico, está claramente delimitado por una muralla excelentemente conservada; que en algunos tramos muestra estampas espectaculares. Intramuros, se configura un precioso entramado urbano de carácter medieval, que está coronado por el Castillo de Toompea.
Hay muchos lugares excepcionales en Vanalinn. El más concurrido, que articula las principales arterias del casco viejo desde hace ochocientos años, es la Plaza del ayuntamiento. Un lugar ideal para tomar el pulso a Tallinn. Las sillas de sus terrazas suelen estar muy solicitadas para ver discurrir el teatro de la vida. Alberga, según reza en las guías turísticas, la farmacia más antigua de Europa. Cuentan que en ella fue inventado el mazapán, aunque son muchas las voces autorizadas que dudan tanto de que sea la más antigua de Europa como de que sea la pionera en la elaboración de un dulce eminentemente Persa. Lo cierto es que data de 1422, y muestra un mobiliario espectacular. Antes de abandonar la plaza, es realmente interesante subir al monumental campanario del ayuntamiento; para disfrutar de una vista sobrecogedora.
La zona baja de Vanalinn tiene un gran número de iglesias para visitar, las más interesantes son las del Espíritu Santo, San Nicolás y san Olav. La última es uno de los edificios medievales más altos de Europa, con una torre de 159 metros que servía de guía a los barcos que se dirigían a la ciudad.