La vasija de oro que nunca llegó a la familia real catarí
Un ceramista sevilla exige a un joyero de Marbella la devolución de una pieza de 300.000 euros que prometió llevar a la familia real qatarí
Un juez ordena que un joyero marbellí devuelva la cerámica al dueño
Una colección cerámica de gran valor, una promesa incumplida y una oportunidad de negocio perdida. Todas estas circunstancias han coincidido en un caso que ha terminado en los tribunales y en el que se han visto envueltos un reputado ceramista de Utrera, Francisco Manuel Pinto, y uno de los joyeros más conocidos de la Costa del Sol, Miguel Ángel Gómez (propietario de Gómez y Molina Joyeros), al que la Justicia le ha obligado a devolver una vasija valorada en 300.000 euros, la cual prometió que sería entregada a la familia real de Qatar.
Todo comenzó en 2012, cuando Pinto da a conocer su nueva colección de cerámica El Codex Andalusí, en la que emplea oro de 24 quilates y se inspira en el arte nazarí. El joyero Miguel Ángel Gómez, al tener constancia de esta obra, se pone en contacto con el artista sevillano para presentarle un proyecto mediante el cual llevaría tales piezas a Qatar para que fueran expuestas en el Museo de Arte Islámico (MIA) de Doha. Un plan que captó el interés de Pinto, debido a la reputación que adquiriría su obra y a los grandes beneficios económicos que obtendría.
Para iniciar los trámites, Gómez le propuso al interesado que donara una pieza de la colección a la familia real qatarí, con la que presumía, asegura el ceramista, tener grandes contactos por su vinculación con la ciudad marbellí. Para ello, el 12 de febrero de 2013 firmó un acuerdo de representación comercial con el joyero de la Costa del Sol por el que se le entregaba una vasija, denominada The Havenly Dream y valorada en 300.000 euros, que debía ser presentada en la Feria Internacional de Alta Joyería de Qatar, que se celebraba ese mes. Una vez expuesta, tendría que ser entregada a la fami- lia real, bien en la persona del emir Sheikh Hamad Bin Khalifa Al-Thani o de la princesa Mozah Bint Nasser Al Missned. Si no fuera posible con alguno de ellos, se le haría entrega a uno de los hijos legítimos del emir, siempre que contara con la autorización del autor de la pieza. El fin último era que la colección se expusiera en el MIA. En este trámite, el joyero sólo actuaría de intermediario.
Entregada la vasija el 13 de febrero de 2013, la actitud de Gó- mez cambiará por completo. A partir de entonces, según denunció posteriormente Pinto, mantiene una constante “evasiva” a sus requerimientos y petición de información. En 2015, dos años después de aquella entrega, el ceramista exige en varias ocasiones la devolución de la pieza, sin que obtenga respuesta a su solicitud. A principios del año pasado, el artista utrerano le comunica formalmente al joyero su intención de acudir a la Justicia, a lo que Gómez responde sarcásticamente en un correo electrónico: “Gracias, Francisco. Lo traduzco y lo envío a Mohamed. Un abrazo”.
La versión que aporta el joyero es distinta. Según Gómez, la vasija sí ha estado en Qatar y “no ha podido durante este tiempo ser entregada a la familia real”. “Yo era un mero depositario de esta pieza y cuando el juzgado me ha requerido su devolución ha vuelto a ser entregada a su dueño, con los consiguientes gastos. No he cometido delito alguno”, expresó a Málaga Hoy
Para afrontar esta situación, Pinto contrata los servicios del abogado Javier Cossío, quien interpone una denuncia en los juzgados al entender que el “único interés” del joyero fue desde un principio “apropiarse indebidamente de un bien valorado en 300.000 euros y del que nada se volvió a saber”.
El pasado 27 de septiembre el Juzgado de Instrucción número 3 de Marbella obligó a Gómez a devolver, cinco años después, la vasija a su propietario, según el cual, le fue entregada “tras ser arrastrada en una caja de cartón, envuelta en papel de periódico y con diversos daños por arañazos y por productos químicos”. El ceramista utrerano pretende ahora que este caso llegue a la vía penal para que el joyero sea condenado por un delito de apropiación indebida. A ello suma el perjuicio económico causado durante el tiempo en el que no pudo vender su colección al no estar completa. “En estos cinco años he tenido a muchas personas interesadas en comprarla, entre ellas, la reina de Jordania y la mujer de Obama, pero la operación no pudo efectuarse al faltar esta pieza”, asegura Pinto.