Sueños y realidad
He tenido un sueño. Viendo por televisión los improperios que se lanzaban nuestros dirigentes a cuenta de las tesis de Cifuentes, Montón y Sánchez, se apoderó de mí un sopor que me llevó al mundo onírico. Soñé que Sánchez había convocado elecciones, y que pude elegir entre los candidatos de listas abiertas, y que el voto de los ciudadanos valían lo mismo en todos los territorios. Soñé que los partidos habían consensuado una ley de educación inmune a los vaivenes ideológicos. Soñé que no había demora para la atención hospitalaria de los enfermos. Soñé que la violencia de género solo era un triste recuerdo del pasado. Soñé que no había aforados y que los dirigentes cuando dejaban la política, volvían a sus puesto de trabajo sin renta vitalicia alguna. Soñé que se habían prohibido las tarjetas de crédito en las administraciones públicas.
Soñé que el empleo crecía de forma acelerada y que la nómina de los pensionistas se revalorizaba acorde con el IPC. Soñé que todos los ciudadanos eran iguales independientemente de donde vivían. Soñé que los dirigentes dimitían ante la evidencia de sus errores. Soñé que todos los dirigentes respetaban la resoluciones judiciales y que los partidos resolvían sus problemas políticos en el Parlamento. Desperté y los dirigentes seguían tirándose las tesis a la cabeza, Sánchez seguía en el cargo y sin convocar elecciones, los separatistas paralizaban Cata-
luña, Torras incitaba a la violencia, y el independentismo persistía en su intención de saltarse la Constitución y declarar de forma unilateral la independencia. J. A. Prieto Solís (correo)