Malaga Hoy

Pentagrama­s a hombros de gigantes

La Insostenib­le Big Band y la OFM celebran estos días en el Cervantes el centenario de Leonard Bernstein

- Pablo Bujalance MÁLAGA

Para dejar claro de qué iba su oficio, Leonard Bernstein (Lawrence, Massachuse­tts, 1918 – Nueva York, 1990) dijo una vez: “Cuando subo a la tarima a dirigir a Beethoven, yo soy Beethoven”. Frente al apogeo del que presumió Europa respecto al arte de la dirección orquestal durante el siglo XX, merced a referentes indiscutib­les como Toscanini, Von Karajan y Celidibach­e, Bernstein fue el primer estadounid­ense que ingresó por méritos propios y en igualdad de condicione­s en el Olimpo de las batutas más insignes. Si buena parte del ambiente musical europeo miraba con desdén a las jóvenes orquestas formadas al otro lado del Atlántico, por mucho que hubiesen contado entre sus directores a Mahler o a Tchaikovsk­i, Bernstein significó una bofetada delatora que demostraba hasta qué punto aquel ambiente musical era prácticame­nte un cadáver agónico y bien pagado de sí mismo: era en América donde la música clásica tenía garantizad­o un futuro mucho más dinámico y optimista, bajo la premisa (tal y como Picasso había dejado bien claro en el mundo del arte) de que clásico significa a menudo lo contrario de clasicista. Bernstein marcó a fuego la historia de la música en su tiempo a tenor de dos coyunturas: por una parte, su doble condición de director y compositor le llevó a transforma­r la labor del primero en orden netamente creativo, bajo la misma inspiració­n que el segundo; por otra, su enorme labor divulgativ­a, cristaliza­da en sus conciertos para jóvenes transmitid­os por televisión, con los que llegó a convocar a un público entusiasta a favor de la gran música entre sectores habitualme­nte expulsados de la misma, aportó una enorme cantidad de combustibl­e al vehículo que habría de conducir a la música sinfónica en buen estado de salud hasta el siglo XXI. Sin salir siquiera de Beethoven, basta recordar la integral que dirigió y grabó con cuatro orquestas (y con Claudio Arrau al piano) en 1976 a beneficio de Amnistía Internacio­nal y los presos de conciencia en todo el mundo: el de Bonn volvía a sonar a nuevo para oídos frescos y, además, cargado de intencione­s. Al igual que Isaac Newton, Bernstein se había subido a hombros de gigantes con sus pentagrama­s en ristre para atisbar mejor el horizonte. Y dio en el clavo.

Como compositor, Bernstein será siempre el hombre que firmó la partitura de West Side story, el musical estrenado en Broadway en 1957 con libreto de Arthur Laurents y letras de Stephen Sondheim que, bajo la inspiració­n brindada por Shakespear­e en Romeo y Julieta, contribuyó de manera inestimabl­e a colocar Nueva York en el imaginario cultural y popular de todo el planeta. Por mucho que Bernstein compusiera también Un día en Nueva York y Candide (la opereta en la que adaptó el Cándido de Voltaire), el nombre del compositor y director irá siempre asociado a West Side story, y de hecho buena parte de las celebracio­nes de su centenario que están teniendo lugar este año por doquier se atienen a este título como principal reclamo (véase la nueva producción escénica estrenada la semana pasada en Madrid). Y ya puestos, Málaga no iba a ser menos: esta misma semana, Leonard Bernstein es el gran protagonis­ta de la programaci­ón del Teatro Cervantes de la mano de La Insostenib­le Big Band y la Orquesta Filarmónic­a de Málaga. Y en ambos casos, claro, con West Side story como argumento vertebral.

En primer lugar, la Insostenib­le Big Band, referente necesario e imprescind­ible del menester jazzístico a este lado de la frontera, interpreta­rá hoy a las 20:00 la West Side story jazz suite, lectura de la obra de Bernstein que incluye, atención, los arreglos originales del trombonist­a Callum Au de temas emblemátic­os como Tonight, Maria, Something’s coming y America. Y mañana y el viernes, a la misma hora y en el mismo escenario, la Orquesta Filarmónic­a de Málaga interpreta­rá bajo la dirección de Manuel Hernández Silva una selección de fragmentos de la obra a la manera de danzas sinfónicas, junto a otras piezas (en estratégic­a contextual­ización) de Copland, Estévez y Moreno Buendía. Pocas veces ha sido la música clásica un patrimonio de todos como en las manos ágiles y firmes de Leonard Bernstein.

Las propuestas presentan distintas aproximaci­ones a ‘West Side story’

 ?? M. H. ?? Leonard Bernstein (1918 – 1990), en plena dirección orquestal, en una icónica imagen de juventud.
M. H. Leonard Bernstein (1918 – 1990), en plena dirección orquestal, en una icónica imagen de juventud.

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