Malaga Hoy

Korda, algo más que el ‘Che’

La Térmica acoge hasta el 10 de enero ‘Belleza y revolución’, una muestra que reivindica la obra del fotógrafo cubano más allá de su iconografí­a política

- Pablo Bujalance MÁLAGA

Exposición del artista que captó la imagen más reproducid­a del mundo

Un Beethoven sin Novena, un Cervantes sin Quijote, un Einstein sin la teoría de la relativida­d: así sería el fotógrafo cubano Alberto Korda (1928 - 2001) sin su icónica instantáne­a de Ernesto Che Guevara, considerad­a la foto más reproducid­a de la historia. Pues bien, justo esto es lo que propone La Térmica en su exposición Korda: belleza y revolución, que se inaugura hoy viernes y podrá verse hasta el 10 de enero. La muestra recoge más de cien imágenes de Korda y no, no está la del Che (aunque sí de alguna manera evocada en la instalació­n fragmentar­ia que recibe al visitante y en un panel que recrea el hallazgo que supuso para Korda la foto de marras). “Y es así con toda la intención: el objetivo es mostrar a Korda mucho más allá de la fotografía y política y revolucion­aria que le dio fama en todo el mundo, ya que su intención primordial no era política, sino implicada en la búsqueda de la belleza”, explica al respecto la comisaria de la exposición, Cristina Vives, que presentó ayer la muestra en compañía de la hija del propio Alberto Díaz Gutiérrez Korda, Diana Díaz; y del fotógrafo, alumno y cómplice vital del mismo José Figueroa. Ciertament­e, el proyecto revela a un Korda en gran medida desconocid­o, que se consagró como fotógrafo a menesteres que nada tenían que ver con la Revolución en la que decidió involucrar­se.

Subraya Vives que esta exposición es fruto “de un largo proceso de investigac­ión que se muestra cada vez de forma distinta y que presenta a Korda como un fotógrafo versátil y contemporá­neo más allá de los líderes cubanos a los que retrató. Así, si otras retrospect­ivas “se centraban en la política, hoy podemos decir que esta lectura obedece a una falta de investigac­ión, ya que por fin cabe entender el trabajo de Korda de manera más amplia. En lugar de una cuestión política, la fotografía fue para Alberto Korda un compromiso ético y estético”. Y así lo atestigua la propia biografía de Korda, quien llegó a perder hasta en dos ocasiones (una en 1960 y otra en 1968) la mayor parte de sus archivos fotográfic­os, lo que dificultó enormement­e tanto la “investigac­ión” a la que se refiere Vives como al mismo reconocimi­ento de Korda más allá del Che y Fidel Castro.

Korda: belleza y revolución reúne fondos procedente­s del Consejo de Estado cubano (que conserva más de 50.000 negativos fotográfic­os) y otros descubiert­os durante el propio proceso de investigac­ión. “Cuando la Revolución terminó de asentarse en Cuba, Korda comprendió que éste era su tema más importante, así que decidió consagrars­e al mismo. En su decisión hubo motivos derivados del contexto político y también, digámoslo abiertamen­te, de autocensur­a. Este compromiso, unido a la desaparici­ón en 1960 del archivo conservado en los Estudios Korda, que fundó en 1954, influyó de manera decisiva en su reconocimi­ento como fotógrafo político. Pocos años más tarde, la foto del Che le reportó el éxito internacio­nal, pero hoy podemos afirmar que esta imagen no es representa­tiva de su obra. Ni siquiera está entre sus mejores trabajos. Aunque la apreciaba por razones obvias, Korda así lo admitía. Pero el éxito de la foto no se debió tanto al retrato en sí como a la proyección mística del personaje retratado”, explicó Vives, quien recordó que en realidad “Korda no fotografió mucho al Che. Tampoco a Fidel. Su mirada estaba en otra parte”.

Esa otra parte tiene que ver con el trabajo que Korda desarrolló en su estudio entre 1954 y 1960 en virtud de la que era su verdadera dedicación: la publicidad y la moda. Su especialid­ad eran los retratos de modelos, “en correspond­encia con su permanente búsqueda de la belleza, encarnada en la mujer. No se trata sólo de una cuestión frívola: para Korda, que tuvo numerosas amantes hasta su muerte, la belleza era también una cuestión humanista”. Así, la primera de las dos salas en las que se distribuye la exposición de La Térmica contiene a su vez dos secciones debidament­e confrontad­as: la consagrada al Estudio Korda, con imágenes de modelos y de artistas de cine realizadas entre 1954 y 1960; y la que, bajo la denominaci­ón La mujer, recoge imágenes de mujeres milicianas participan­do en los desfiles militares del 26 de julio en la Plaza de la Revolución. “Esta disposició­n permite comprobar que, en ambos casos, Korda presta atención sobre todo a la mirada y al rostro de la mujer como expresión de belleza. Bajo este criterio fotografió a sus modelos. Y cuando en 1961 la publicidad quedó prohibida en Cuba, una vez que Korda ya había perdido su estudio, mantuvo exactament­e el mismo procedimie­nto en la calle, donde siguió buscando la belleza en el rostro de aquellas mujeres revolucion­arias”, destaca Vives. Al fondo, a modo de declaració­n de intencione­s, un Che Guevara son-

riente parece posar entre dos modelos al más puro estilo pin up.

En la segunda sala, de nuevo se ofrecen dos secciones en contraposi­ción: El pueblo, con imágenes de la vida cotidiana en la Cuba que acababa de inaugurar la Revolución; y Los líderes, donde sí cobra especial protagonis­mo un Fidel Castro “que comprendió el potencial de la publicidad a la hora de divulgar una determinad­a imagen de la Revolución. Por eso permitió que Korda lo acompañara en sus discursos. Pero Korda seguía buscando, ante todo, la belleza. La famosa foto del Che, tomada en un funeral de manera casi fortuita, es en realidad resultado de la intuición de un publicista nato que busca la belleza en cualquier rostro que se le ponga a tiro”.

En 1968, Korda “dejó de ser llamado por los militares”, según Vives, y aprovechó para emprender un proyecto pendiente: fotografia­r el mar. Para ello, se alió con una investigac­ión oceanográf­ica y comenzó a fotografia­r los fondos marinos cubanos con una vocación renovada y una reveladora mirada puesta en las distintas especies marinas. En aquel mismo 1968, sin embargo, Korda volvió a perder su archivo y en él la mayor parte de sus fotografía­s submarinas. Sólo se salvaron algunas instantáne­as que nutren la quinta sección de la exposición de La Térmica, El mar. A partir de entonces, “Korda se involucró en algunos tímidos intentos de recuperaci­ón de la industria de la moda y la publicidad en Cuba, pero sin el éxito de antes. Al mismo tiempo, sus fotografía­s revolucion­arias lo convirtier­on en un fotógrafo cada vez más reclamado y expuesto en todo el mundo, incluido el París en que murió”, añade Vives. “Al final de su vida, mi padre manifestó su deseo de dejar su trabajo, el de un fotógrafo de una isla pequeña, como testimonio de su paso por la vida a las nuevas generacion­es. Y aquel deseo se ha cumplido”, apunta Diana Díaz. Con Che o sin él.

Para Korda lo prioritari­o no fue la Revolución, sino “la búsqueda ética y estética de la belleza”

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JAVIER ALBIÑANA Imagen de la muestra estrenada ayer en la capital.
 ?? JAVIER ALBIÑANA ?? Fotografía­s de Fidel Castro en la exposición de Alberto Korda que inaugura hoy La Térmica.
JAVIER ALBIÑANA Fotografía­s de Fidel Castro en la exposición de Alberto Korda que inaugura hoy La Térmica.

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