Erradicar el cambio horario
La Sociedad Española de Sueño, en base a la evidencia científica existente, aconseja que éste sea el último cambio horario y se mantenga permanentemente el horario de invierno
Como cada año, esta madrugada toca retrasar el reloj una hora pero puede que ésta sea la última vez. Aun está por ver si los resultados de la encuesta realizada por la Comisión Europea se habrán traducido a la toma de decisiones y si el próximo 31 de marzo de 2019 se mantendrá definitivamente el horario de verano o se volverá a cambiar por última vez. Con motivo de este debate, la Sociedad Española de Sueño (SES) ha querido hacer público su posicionamiento oficial al respecto y, en base a la evidencia científica existente, aconseja que éste sea el último cambio horario y que a partir del mismo se mantenga de forma permanente el horario de invierno.
En su posicionamiento, los expertos creen que el horario de invierno promueve un ritmo biológico más estable que el del verano, algo que contribuye a mejorar el rendimiento intelectual y ayuda a disminuir la aparición de diversas enfermedades como las cardiovasculares, la obesidad, el insomnio y la depresión. El horario de invierno, por tanto, inciden desde la Sociedad, sería el más beneficioso para la población, especialmente para los grupos más sensibles a los cambios de horario y a padecer trastornos del sueño y de la salud como son los niños y las personas de edad avanzada.
Según estudios recientes de la Universidad de Murcia, el horario de invierno en España es el que permite una mayor sincronía en- tre la salida del sol y el inicio de la jornada laboral y escolar; y el que propicia tener una mayor exposición a la luz solar durante esa jornada. El horario de invierno, por tanto, explican desde la SES, faci- lita tener más horas de sueño y un despertar más natural que coincide con el amanecer.
En contraposición, si el horario establecido de forma permanente fuese el de verano, explican en el posicionamiento, nos encontraríamos con que en algunas ciudades españolas el amanecer no se produciría antes de las 9:30 horas durante el invierno, mientras que en verano el anochecer no llegaría hasta las 22:00 horas. Según la SES, esta desincronización entre la luz y la hora, que ya se produce en los meses de verano, provoca que las personas tengan tendencia a acostarse más tarde por la noche y a despertarse más tarde por la mañana. Un desajuste que provoca que se tienda a dormir menos tiempo los días laborables y a dormir más los festivos, en una situación que, según la SES, puede favorecer un bajo rendimiento laboral y escolar y, de forma crónica, facilitar la aparición de enfermedades asociadas a la falta y a la mala calidad del sueño. El control del sueño funciona como una especie
de reloj interno situado en el cerebro que depende de factores externos como la temperatura y la luz.
Por último, la SES recuerda que dormir adecuadamente las horas necesarias y mantener un ritmo regular del ciclo sueño-vigilia. Un sueño insuficiente, desorganizado y de mala calidad, favorece la aparición de enfermedades como el cáncer, la enfermedad de alzhéimer, la hipertensión arterial, la obesidad, la diabetes, el infarto de corazón, el ictus, la depresión y la ansiedad.
Una mayor sincronía entre el amanecer y el inicio de la jornada es mejor para el descanso