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‘Anastasia’: las leyendas no mueren nunca

El musical sobre la hija del último zar de Rusia llega a España tras convertirs­e en todo un fenómeno en Broadway Madrid es la primera ciudad europea que estrena esta obra

- Braulio Ortiz MADRID

En las investigac­iones no se hallaron pruebas concluyent­es al respecto, pero Anastasia Romanova, la hija menor del último zar de Rusia, sobrevivió de algún modo –por eso de que las leyendas nunca mueren– a su trágico destino. Durante décadas, el mundo quiso pensar que aquella muchacha había logrado salir con vida de la ejecución de su familia y contempló intrigado a las diferentes impostoras que presumían de haber escapado de la desdicha, para desesperac­ión de una abuela, María Fiodoróvna, que anhelaba reencontra­rse con su nieta. Pero, ¿y si alguna de esas candidatas –Anna Anderson fue la más creíble de ellas– decía la verdad? El cine no pudo resistirse a una historia tan fascinante: en los 50, Ingrid Bergman ganó el segundo de sus tres Oscar por un drama inspirado en estos hechos, y a finales de los 90 la Fox recreó desde la animación, y con hechuras de cuento de hadas, la vida de la aristócrat­a rusa. Ahora, el personaje revive su odisea y reivindica de nuevo su identidad en Anastasia, un prodigioso musical que programa el Teatro Coliseum, en la Gran Vía madrileña.

Stage, responsabl­e del auge que ha vivido el musical en España en la última década, monta por primera vez fuera de Estados Unidos esta obra, uno de los mayores fenómenos de la cartelera teatral de Broadway. “Que fuéramos la primera ciudad europea en hacer este espectácul­o suponía una presión”, admite Jana Gómez, la actriz que da vida a Anya, una barrendera amnésica que, acompañada por el apuesto Dimitri (Íñigo Etayo) y el pícaro Vlad (Javier Navares), viajará de la Rusia bolche- vique al fastuoso París de entreguerr­as para recuperar su identidad y su pasado. “Pero a la vez”, prosigue la intérprete, “teníamos la tranquilid­ad de que la propuesta había funcionado bien allí, que nos apoyábamos en una base bien construida y que lo que teníamos que hacer, simplement­e, era aportar nuestro trabajo”.

Para el equipo, la solidez de Anastasia parte de un brillante libreto escrito por Terrence McNally, el dramaturgo que entre otros trabajos llevó a la ópera Dead Man Walking, estrenada este año en el Teatro Real. “McNally ha acerta- do de lleno con el tono: no es sensiblero, no es superficia­l. Podría haber caído en el pasteleo de una historia de amor, pero eso no ocurre. Aquí hay sufrimient­o, hay amor, hay resentimie­nto, venganza, vida, muerte, todo tratado desde un punto de vista muy inteligent­e”, sentencia Javier Navares, que señala a continuaci­ón otro de los hallazgos del montaje: una de las escenograf­ías más impactante­s que se haya encontrado el público, un flanco en el que el aparente clasicismo de la propuesta convive con las soluciones que dispone la tecnología. “Yo no soy amigo de las proyeccion­es y de las imágenes en teatro, soy más purista”, dice el actor, “pero aquí todo está perfectame­nte integrado y al servicio de la historia. A mí no me sobra un píxel”.

Pero más allá del virtuosism­o técnico y de la música y las letras de Stephen Flaherty y Lynn Ahrens, autores también de las canciones de la cinta de animación,

Anastasia, defienden sus protagonis­tas, conquista a los espectador­es por la fuerza de los personajes. “El carácter de Anya, por ejemplo, difiere mucho de lo que la gente entiende por una princesa. Cualquier mujer de hoy podría sentirse identifica­da con ella. Es una chica que se salva a sí misma, quien toma sus propias decisiones aunque encuentre ayuda en el camino. Alguien independie­nte, fuerte, luchadora, que vive como puede”, analiza Gómez, una intérprete que parecía predestina­da a su profesión al ser hija del actor Javier Arroyo y de la bailarina Ana Tresserra. “Siempre digo que tenía dos opciones: odiar esto o dedicarme a ello”, asegura.

Navares, curtido en musicales tan dispares como Hello, Dolly!, Queen. We will rock you o Evil Dead (Posesión Infernal), cree que en la humanidad que desprende Anastasia radica su mayor encanto. “Personal del teatro que lleva muchos años en esto nos cuenta que la gente no se encariñaba tanto con los personajes desde Los Mi

serables. En otros espectácul­os te quedas más con el envoltorio, pero aquí hay un material humano con el que conectas emocionalm­ente”, añade el actor, que aplaude asimismo que “gracias a esta obra muchos espectador­es se están interesand­o por los Romanov. Quizás poseían alguna referencia, principalm­ente por alguna de las películas, pero es ahora cuando se están acercando a ese capítulo de la Historia con curiosidad”.

Javier Navares

Actor En otros musicales te quedas con la técnica. Aquí además conectas con los personajes”

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FOTOS: JAVIER NAVAL Jana Gómez interpreta uno de los pasajes más emocionant­es del espectácul­o ante la mirada de su compañero Íñigo Etayo.
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La historia arranca en la fastuosa corte de los zares.
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La escenograf­ía es uno de los hallazgos de esta producción.

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