Malaga Hoy

En Andalucía, ¿quiénes son los candidatos?

Duelo extraño en estos comicios: en vez de pugnar por presidir la Junta, hay dos partidos que se han traído a sus líderes nacionales para batallar por la presidenci­a de la derecha en España

- JOSÉ MANUEL ATENCIA @jmatencia

HASTA que no coloquen en las farolas los carteles electorale­s, en Andalucía nos vamos a hacer un lío con los candidatos. En la precampaña no hay quién se aclare. En estos primeros días cualquiera podría pensar que por el PP se presenta Pablo Casado y que Juanma Moreno es un dirigente que se encarga de mantener al partido en tensión durante sus ausencias. En Ciudadanos ocurre algo parecido. Nadie duda de que Albert Rivera es el líder, Inés Arrimadas su mejor reclamo y que Juan Marín es lo que tienen desde que hace cuatro lo lanzaron a las autonómica­s sin tener mucho donde elegir. Hacía mucho tiempo que en Andalucía no se presentaba­n unos comicios con un duelo más extraño: en vez de pugnar por presidir la Junta de Andalucía, hay dos partidos que se han traído a sus líderes nacionales para batallar por la presidenci­a de la derecha en España.

La primera vez que asistí a una campaña electoral donde el candidato no era el candidato fue en el año 1990. Gabino Puche se presentó como cabeza de cartel del PP para las elecciones andaluzas, pero el que hacía de candidato era José María Aznar. Este último acababa de acceder a la presidenci­a de esta formación política, le había cambiado incluso el nombre –de Alianza Popular pasó a PP– y quiso aprovechar aquellos comicios para reforzar su reciente liderazgo. Aznar recorría Andalucía en solitario con su propia caravana de periodista­s y por lo noche acudía a unos mítines en los que Puche le hacía de telonero. Durante el día, el candidato del PP a la Junta hacía campaña por los pueblos más recónditos, mientras Aznar se reservaba su presencia en las capitales de provincia. Puche debió salir dos veces en 15 días en un telediario nacional, mientras Aznar lo copaba todo.

Salvando las distancias, que son muchas, a Juanma Moreno le pude ocurrir algo parecido con Casado, sobre todo después de que este último haya anunciado su propia caravana electoral por Andalucía y en paralelo a la del candidato. Como ocurrió en su día con Aznar, Casado está en esta batalla mucho más pendiente de su futuro que del día después de Juanma Moreno. Y si tienen alguna duda, no hay nada más que fijarse en las listas electorale­s donde le han colocado un relevo casi por provincia. Y la razón es obvia: al nuevo líder del PP le preocupa menos una nueva derrota en esta comunidad autónoma –llevan 36 años sin gobernar–, que un mal resultado en las primeras elecciones a las que él se enfrenta como presidente.

Con Ciudadanos ocurre otro tanto de lo mismo. Ciudadanos es un partido, a nivel mediático, con dos únicos dirigentes: Al- bert Rivera e Inés Arrimadas. Y partir de ahí se van sumando candidatos, ya sea a presidir una autonomía, ya sea a liderar un ayuntamien­to sin más preocupaci­ón que la de que aparezcan bien grandes en los cárteles las siglas del partido en naranja. La operación no es complicada: se trata de poner a gente que estén, sin que se les note mucho que están. Yo descubrí este pasado fin de semana una foto de Juan Marín dando un mitin en la calle a casi nadie, que es la mejor manera que hay de ser candidato sin molestar mucho. Si la ley electoral lo permitiera, Ciudadanos mandaba a Arrimadas a los debates de televisión con los candidatos a la Junta de Andalucía.

En la izquierda andaluza, por el contrario, se están dando unas circunstan­cias muy diferentes. Es la primera vez que concurren a unas elecciones dos partidos políticos con tres candidatos. Ahora Andalucía lleva a Teresa Rodríguez (Podemos) por Málaga y a Antonio Maíllo (Izquierda Unida) por Sevilla. El otro día participar­on en un programa de entrevista­s de una televisión malagueña y unas preguntas las contestaba Rodríguez y otras las respondía Maíllo, en una particular experienci­a de liderazgo compartido que no termina uno de saber cómo se plasmará en el cartel electoral, si con la foto de la candidata en solitario o compartien­do espacio publicitar­io con su socio de coalición.

De momento, Susana Díaz es la única candidata que ha decidido echarse su partido a las es- paldas, sobrándole hasta su propio partido allende de sus fronteras. Los suyos han hecho un ejercicio de fortaleza política tan importante que han logrado que ni un solo militante andaluz afín al presidente del PSOE les acompañe en las candidatur­as. Para qué, dirán ellos. Sin ir más lejos, el otro día Pedro Sánchez trasladó todo su Consejo de Ministros a Sevilla y se fueron de la capital hispalense sin que se aprobara una sola medida relevante para Andalucía. Con tres visitas más de esas durante la campaña, los socialista­s andaluces levantan una frontera en Despeñaper­ros hasta el 2 de diciembre.

Curiosa campaña electoral vamos a vivir en Andalucía, donde habrá que esperar a las dimisiones de la noche del recuento de votos para tener la certeza de quién era realmente el candidato a la Junta de algún que otro partido político. Y quiénes saldrán victorioso­s en la derrota.

A Casado le preocupa un mal resultado en sus primeras elecciones como presidente

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