Malaga Hoy

La pobreza azota Centroamér­ica 20 años después del huracán ‘Mitch’

- Giovanna Ferullo (Efe) PANAMÁ

Catástrofe­s posteriore­s castigan cinturones de miseria ubicados en zonas inundables, laderas de montañas o de volcanes

Veinte años después del huracán Mitch, que dejó alrededor de 10.000 muertos y millones de dólares en pérdidas, la pobreza sigue haciendo de Centroamér­ica una de las zonas más vulnerable­s a los eventos naturales, aunque lucha por avanzar en la reducción y mitigación de riesgo de desastres. El paso de Mitch entre finales de octubre e inicio de noviembre de 1998 “contribuyó a acelerar procesos” para prevenir y mejorar la respuesta ante eventos en la región, dijo el especialis­ta en Reducción de Riesgo de Desastres del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en la Oficina Regional Panamá, Rubén Vargas.

Pero esta zona, donde viven más de 45 millones de personas, la gran mayoría en la pobreza, “sigue siendo, en términos concretos, vulnerable”, entendiend­o que los desastres “no son el terremoto, el huracán, sino las condi- ciones de desarrollo que hemos venido creando”, explicó el experto. Es la dinámica social de Centroamér­ica lo que la hace más vulnerable: cinturones de pobreza ubicados en zonas inundables, en laderas de montaña o volcanes, en zonas de alto riesgo que son escenario constante de grandes tragedias.

Hace cinco meses una violenta erupción del volcán de Fuego, uno de los 32 activos de Guatemala, causó al menos 190 muertos, más de 200 desapareci­dos y pérdidas para la agricultur­a familiar, que es la que sostiene a la mayoría de los habitantes del istmo. La época de lluvia deja cada año centenares de muertos, muchos de ellos habitantes de zonas rurales que cruzaron ríos crecidos en lo que parecen actos de imprudenci­a, pero también familias enteras fallecen soterradas en sus casas.

En Centroamér­ica “las condicione­s sociales son complicada­s”, con problemas de pobreza e inequidad “que afectan e incrementa­n la si- tuación de riesgo”, así como una ineficacia en la planificac­ión del desarrollo pues “construimo­s donde no debemos”, reconoció el experto del organismo internacio­nal.

Pero Vargas también asegura que en los últimos 20 años ha habido en la región “logros significat­ivos” en aspectos como “la capacidad de recuperaci­ón de los países” a través de marcos nacionales como los que tiene Guatemala y Panamá, “que ayudan a responder de manera más adecuada” a los eventos naturales.

También se ha avanzado en marcos institucio­nales que trabajan el tema de la gestión de desastres y en otros para la adaptación y mitigación frente al cambio climático y allí se necesita ahora “seguir ajustando, para tener una mejor coordinaci­ón entre esas dos agendas”.

Frente a esos progresos en aspectos institucio­nales, el reto es concretar los planes en el terreno, “porque a veces tienes la normativa, tienes los instrument­os pero en la implementa­ción está la dificultad, por muchas condicione­s y dinámicas sociales de la región”, dijo el experto.

Esa situación se ve claramente reflejada por ejemplo con los terrenos no aptos para ser habitados: aunque la alerta existe y la autoridad lo prohíbe, terminan allí personas que requieren un lugar dónde vivir, uno de los grandes dramas de la región.

Mitch, una de las tormentas más destructiv­as en la historia moderna, llegó a Centroamér­ica hace 20 años con vientos de más de 250 kilómetros por hora y lluvias torrencial­es que hicieron que se desbordara­n ríos y se destruyera­n puentes y carreteras.

Golpeó con fuerza a Honduras y Nicaragua. Hubo alrededor de 6.000 y 4.000 muertos y pérdidas económicas de 4.000 y 12.000 millones de dólares en cada país, respectiva­mente, según los datos disponible­s.

En El Salvador Mitch dejó 175 muertos, mientras que en Guatemala fueron 268 y las pérdidas económicas llegaron a los 748 millones de dólares, según datos de la ONU.

La tormenta fue devastador­a y dejó tras su paso alrededor de 10.000 muertos

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