Malaga Hoy

SILENCIOS Y AUSENCIAS

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SIEMPRE se pensó que fue el adelanto electoral el que impidió que Pablo Casado, recién elegido presidente nacional del PP, buscara un candidato distinto para las elecciones andaluzas. El cerrado apoyo que Moreno Bonilla y todo su equipo le prestaron a la candidatur­a perdedora de Soraya Saéz de Santamaría le situaron en una posición delicada para conseguir la confianza de su jefe de filas. Pero la falta de tiempo impidió que se llevara a cabo el esperado relevo. A partir de ahí, se aceptó la situación y se trató de normalizar una relación que hasta entonces había sido muy tirante. Pero lo cierto es que durante toda la campaña electoral el liderazgo absoluto correspond­ió a Pablo Casado, que se esforzó en aparecer como el verdadero protagonis­ta de la campaña todos los días, dejando a su presidente regional el papel de telonero distinguid­o que, salvo en los debates, pasó más bien desapercib­ido.

Después del resultado electoral, lejos de cesar, este llamativo tutelaje se acrecentó. La presencia permanente y protagonis­ta de la representa­ción de la dirección nacional del partido en las negociacio­nes trasladaba la impresión de que eran ellos, y sólo ellos, los que decidían las cuestiones importante­s, dejando de nue-

La figura de Moreno Bonilla ha vuelto a difuminars­e y a aparecer con un papel secundario en el reparto

vo en mal lugar al que con toda probabilid­ad va a ser el presidente de la Junta de Andalucía la próxima semana. Los silencios del candidato sobre la negociació­n con Vox o la falta de opinión sobre el controvert­ido tema de la violencia de género lo han situado fuera de las cuestiones esenciales de las conversaci­ones y han dado a las negociacio­nes un carácter exclusivam­ente de política nacional en el que la figura de Moreno Bonilla ha vuelto a difuminars­e y a aparecer con un papel secundario en el reparto. Llamativa ha sido su ausencia en, quizás, la negociació­n más trascenden­te de estos días entre Vox y su propio partido, que para mayor menospreci­o, se celebraron a 500 kilómetros de donde él se encontraba. Esta falta de sensibilid­ad y respeto a una comunidad autónoma, a la organizaci­ón regional del propio partido y la persona del candidato resulta tan hiriente que difícilmen­te puede entenderse como gratuita o casual. Hay que empezar a pensar que esta actitud contiene un mensaje de que el centralism­o ha vuelto, de que es en Madrid donde se deciden y adoptan las decisiones y que, después los responsabl­es de la periferia serán los encargados de llevarlas a la práctica sin otra opción que obedecer. Y así la autonomía política de Andalucía ha empezado a debilitars­e ya, antes de que empiece el mandato del nuevo gobierno.

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ENRIQUE LINDE

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