Malaga Hoy

“En España hay un problema endémico de demanda cultural”

Tras un cuarto de siglo de actividad al frente de su Musica Ficta, Raúl Mallavibar­rena publica el primer álbum de música no española del grupo, un acercamien­to a Monteverdi

- Pablo J. Vayón

Antigua

MONTEVERDI SESSIONS

Musica Ficta. Ensemble Fontegara. Raúl Mallavibar­rena. Enchiriadi­s

Raúl Mallavibar­rena (Oviedo, 1970) fundó Musica Ficta en 1992. Desde entonces el conjunto ha ido acumulando una discografí­a dedicada a la gran polifonía española del Renacimien­to.

–Y de repente Monteverdi...

–Era una deuda conmigo mismo. Monteverdi ha estado en los programas de Musica Ficta desde el principio. Lo que ocurre es que las grabacione­s se programan con criterios diferentes a los conciertos, porque la grabación al fin y al cabo es algo que queda, que se va a difundir, que se tiene que vender fuera. Uno tiene que echar mano de la ventaja competitiv­a. Y esa ventaja es la música de tu país. Pero cuando dices, 25 años de grupo, madre mía, ya me lo he ganado. Tenía ganas de hacer un Monteverdi en disco. –Monteverdi es inmenso, ¿por qué estas obras?

–Hay dos o tres a las que les tenía muchas ganas, porque no se hacen mucho. El Libro VII es muy intratable, sobre todo en concierto; son todo dúos, tríos, y de repente te aparece Tirsi e Clori, que precisa de cinco cantantes. Seleccioné dos obras muy bonitas, Amor che deggio far y, sobre todo, Tirsi e Clori, que para mí es de sus mejores obras. Luego tenía claro que quería grabar De la Bellezza, que es uno de los Scherzi de 1607, que se hacen también muy poco.

–Entre tanta obra tardía incluye un madrigal del Libro II.

–Es un homenaje un poco personal. Ecco mormorar l’onde fue el primer madrigal que hice con Musica Ficta. Es un madrigal maravillos­o, que se basa en la descripció­n de un amanecer.

La crisis no redujo necesariam­ente el número de conciertos; sólo hizo que estuvieran peor pagados”

–Hace también el conocido Ze

firo torna del Libro VI y cierran el disco dos del Libro VIII, Su, su, su, pastorelli vezzosi y el Lamento della Ninfa. –El Lamento de la ninfa es la pieza más popular del disco, y la metí porque pude contar con Alice Borciani, una soprano italiana que está despuntand­o ahora de forma extraordin­aria. El Lamento es una manera estupenda de tentar a una soprano. Pero además me interesó su presencia para que supervisar­a que el italiano del disco estuviera perfectame­nte pronunciad­o.

–Se siguen haciendo discos. ¿Por qué?

–Hace poco me enteré de que desde hace unos tres años los coches vienen ya sin lector de CD, y eso me parece algo muy significat­ivo. Yo he escuchado cientos de horas de música en el coche. La desaparici­ón progresiva de los lectores de CD es un mensaje. La música se escucha de otras formas. Pero sin embargo, cuando vas a Spotify, la búsqueda sigue haciéndose por el concepto del CD. Todavía el disco existe como concepto abstracto. Al disco en abstracto todavía le queda un tiempo. El CD está muriendo, pero la gente piensa en cedés. Por otro lado, todavía hay programado­res y directores de festivales que te piden el disco, algo que puedan tocar.

–Hace años que se pronosticó que ese concepto abstracto al que usted se refiere estaba también a punto de desaparece­r. ¿Por qué cree que resiste? ¿Es algo privativo del ámbito clásico?

–En la música pop se trata al fin y al cabo de una serie de canciones sueltas, pero en la clásica, no. Tú mañana tienes que escuchar Ariodante o Julio César y no puedes ir comprándot­e los cortes individual­es. Que el pop haga que la música clásica acabe vendiéndos­e por tracks lo veo difícil; imagí- nese lo que pueden ser los recitativo­s de una ópera barroca, desaparece­rían, no se grabarían. La música clásica puede defenderse todavía un poco de eso.

–¿Tiene planes empresaria­les de futuro respecto al disco?

–Estoy empezando a pensar en sacar grabacione­s sólo para digital. Aunque a eso le veo un defecto. Te ahorras costes de fabricació­n, pero los de producción no te los quita nadie. Tengo que hacer el cálculo de si el ahorro de la fabricació­n compensa. Por eso estoy dándole vueltas a hacer una especie de mezcla de ambas cosas: sacarlo en digital y también en físico, pero con un estuche muy básico, como los discos promociona­les, sólo para regalar o vender junto a otros discos. Tengo que meditarlo.

–Tengo la impresión de que Musica Ficta empezó haciendo básicament­e polifonía y ha ido derivando hacia el Barroco, ¿estoy en lo cierto?

–En el primer momento, si hubiera tenido dinero para hacer Barroco lo habría hecho. A mí la base de la polifonía me gusta mucho, pero es verdad que uno no puede estar toda la vida haciendo Victoria, Palestrina y Morales. Cuando a uno le gusta la polifonía le gusta la del Barroco, porque lo bueno del Barroco es que coge la polifonía y le da musculatur­a, con un bajo continuo, otros instrument­os, un coro, etc. Es muy difícil dar con una persona que, amando a Victoria, Palestrina o Desprez, no le guste Monteverdi o Haendel. Si te gusta el contrapunt­o cómo no te van a gustar Bach, Haendel o Schütz. Todos tratamos de hacer eso. Pero tienes que ajustarte al presupuest­o. Yo, en la medida en que he podido, he hecho Barroco. Pero no puedo salir al mundo del disco con Barroco, porque me sale muy caro. Incluso el Barroco español, porque enseguida te viene con los dobles coros, y necesitas ocho voces como mínimo, más el bajo continuo. El programa se hace el doble de caro y la música no me compensa, porque no me gusta lo mismo. Prefiero a Victoria, que puedo hacerlo con cinco voces.

–El prestigio de las interpreta­ciones minimalist­as ha ayudado a muchos, ¿no cree?

–Claro, se trata de convertir la desventaja en ventaja competitiv­a. A mí lo de la voz por parte me parece bien. Le veo virtudes, pero no nos engañemos, básicament­e es una cuestión presupuest­aria. Muchas de las cosas que he hecho a una voz por parte ya me gustaría haberlo hecho a dos o tres voces, pero es que lo puedo pagar.

–¿Se nota la reactivaci­ón del sector en los conciertos después de la crisis?

–Para mí no ha habido reactivaci­ón. La crisis no redujo necesariam­ente el número de conciertos, sólo hizo que estuvieran peor pagados. Eso provocó algunos efectos que deben vigilarse. Por un lado, el intrusismo amateur. Aunque no es problema del amateur, sino del programado­r. Muchos festivales lo que han hecho es bajar los presupuest­os de tal manera que si antes hacían diez conciertos con diez grupos profesiona­les, han seguido haciendo diez, pero ahora contratan a tres profesiona­les y el resto lo rellenan tirando de grupos amateurs locales. Eso ha tenido en algunos casos un efecto positivo, ha hecho que el festival sobreviva. Pero impide que se recupere el nivel de antes de la crisis. No se está pagando como antes de 2008. No creo que eso lo volvamos a ver, al menos en mucho tiempo.

–¿Cómo podría estimulars­e la demanda?

–En España hay un problema endémico de demanda cultural. Y no creo que eso se corrija de una manera visible, incluso en una generación. Yo no sé si se escucha más música clásica que antes. No sé si hay datos fiables para decir algo así. Pero yo no lo detecto. Lo que sí detecto es que la media de edad del público es cada vez más alta. Aunque eso ocurre en toda Europa.

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JOSÉ ALBORNOZ El conjunto Musica Ficta, fundado y dirigido por Raúl Mallavibar­rena.
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