El legado del cineasta Julio Diamante inicia en la UMA una nueva vida
Diamante y el rector José Ángel Narváez, con el presidente de la Academia de San Telmo como testigo, firmaron ayer la donación
En 88 intensos años de vida, desde el niño de la guerra que fue hasta convertirse en uno de los referente del llamado nuevo cine español, Julio Diamante ha ido atesorando un importante legado documental, un ingente banco de datos, libros, revistas, folletos y carpetas, que ahora pasan a ser custodiados por la Universidad de Málaga gracias al convenio que firmaron ayer el cineasta y el rector de la UMA, José Ángel Narváez.
Este fondo, que será compañero de la biblioteca de Alfonso Canales en la antigua escuela de Magisterio de El Ejido, ha sido donado de forma gratuita y con el compromiso de una catalogación previa antes de su traslado y que el contenido sea indivisible con el nombre de Legado Julio Diamante. El proceso de esta donación, que no ha sido fácil, ha contado con la intervención del productor y cineasta Carlos Taillefer y la Real Academia de Bellas Artes de San Telmo.
“He participado, intervenido y creado en muchos aspectos de la vida, de la cultura y he amado mucho el cine desde muy joven, consciente de que era algo más que un entretenimiento, un instrumento de cultura y de libertad”, explicó Julio Diamante. Director de una docena de largometrajes, no sólo luchó por el celuloide, también lo hizo por el teatro. “Dirigí estrenos absolutos en España, algunos memorables”, recordó.
Y defendió en la radio el jazz y el blues cuando “aún no eran bien admitidos en la buena sociedad”. Igual que el flamenco, “entendido como una cultura de gente baja y mal vivir”. Estas músicas, dijo, “me han acompañado toda la vida como compañeras fieles”.
La censura fue un látigo que le hostigó desde sus primeros comienzos. Ya en su etapa estudiantil “formó parte de la primera célula universitaria del Partido Comunista”, como explicaba el periodista Manuel Bellido, encargado de desgranar su figura. “Julio estaba en el núcleo clandestino de la insurrección. La Policía lo tenía fichado, su nombre estaba en las listas de sospechosos, era aquel un ambiente opresivo en el que él y gente como Juan Antonio Bardem consiguieron infiltrarse como un solido grupo de resistencia antifranquista”, agregó Bellido.
“Yo no soy político, ni he querido serlo, pero siempre he creído que era una obligación interesarme por la política y eso fue, necesariamente desde niño, cuando vi como eran maltratadas personas que me merecían gran respeto, cómo predominaba la mentira, la ignorancia y la barbarie”, comentó el cineasta. Y añadió que “amar y defender en lo que creía ha sido la esencia de mi larga vida”.
Entre los capítulos más destacados de Diamante, están los 18 años que dirigió la Semana de Cine de Autor de Benalmádena, “una auténtica ventana abierta a cinematografías vedadas en la cartelera comercial, a títulos y profesionales de extraña procedencia que eran recibidos con recelo por el gobierno e, incluso por la industria, pero que nos puso en el mapa como anticipo de libertades impensables entonces”, como señaló Bellido.
“Enrique Bolín, cuando era alcalde franquista, tenía buenas relaciones conmigo y con el festival, las películas atrevidas y problemáticas y mis peleas con la censura le servían para tener un tufillo de liberalismo, pero cuando fue alcalde democrático le empezaron a hacer menos gracia”, explica el cineasta. Y subraya que “no era la línea de festivales de alfombra roja, sino hechos de cultura e instrumento de libertad”.
Pero en Benalmádena se libraba una batalla con este evento y “al final tuve que echar el telón”, añadió Diamante. De ello hablan también sus fondos, sus objetos, carteles, documentos, libros y revistas “que son como una parte de mí”.