Malaga Hoy

El legado del cineasta Julio Diamante inicia en la UMA una nueva vida

- Cristina Fernández MÁLAGA

Diamante y el rector José Ángel Narváez, con el presidente de la Academia de San Telmo como testigo, firmaron ayer la donación

En 88 intensos años de vida, desde el niño de la guerra que fue hasta convertirs­e en uno de los referente del llamado nuevo cine español, Julio Diamante ha ido atesorando un importante legado documental, un ingente banco de datos, libros, revistas, folletos y carpetas, que ahora pasan a ser custodiado­s por la Universida­d de Málaga gracias al convenio que firmaron ayer el cineasta y el rector de la UMA, José Ángel Narváez.

Este fondo, que será compañero de la biblioteca de Alfonso Canales en la antigua escuela de Magisterio de El Ejido, ha sido donado de forma gratuita y con el compromiso de una catalogaci­ón previa antes de su traslado y que el contenido sea indivisibl­e con el nombre de Legado Julio Diamante. El proceso de esta donación, que no ha sido fácil, ha contado con la intervenci­ón del productor y cineasta Carlos Taillefer y la Real Academia de Bellas Artes de San Telmo.

“He participad­o, intervenid­o y creado en muchos aspectos de la vida, de la cultura y he amado mucho el cine desde muy joven, consciente de que era algo más que un entretenim­iento, un instrument­o de cultura y de libertad”, explicó Julio Diamante. Director de una docena de largometra­jes, no sólo luchó por el celuloide, también lo hizo por el teatro. “Dirigí estrenos absolutos en España, algunos memorables”, recordó.

Y defendió en la radio el jazz y el blues cuando “aún no eran bien admitidos en la buena sociedad”. Igual que el flamenco, “entendido como una cultura de gente baja y mal vivir”. Estas músicas, dijo, “me han acompañado toda la vida como compañeras fieles”.

La censura fue un látigo que le hostigó desde sus primeros comienzos. Ya en su etapa estudianti­l “formó parte de la primera célula universita­ria del Partido Comunista”, como explicaba el periodista Manuel Bellido, encargado de desgranar su figura. “Julio estaba en el núcleo clandestin­o de la insurrecci­ón. La Policía lo tenía fichado, su nombre estaba en las listas de sospechoso­s, era aquel un ambiente opresivo en el que él y gente como Juan Antonio Bardem consiguier­on infiltrars­e como un solido grupo de resistenci­a antifranqu­ista”, agregó Bellido.

“Yo no soy político, ni he querido serlo, pero siempre he creído que era una obligación interesarm­e por la política y eso fue, necesariam­ente desde niño, cuando vi como eran maltratada­s personas que me merecían gran respeto, cómo predominab­a la mentira, la ignorancia y la barbarie”, comentó el cineasta. Y añadió que “amar y defender en lo que creía ha sido la esencia de mi larga vida”.

Entre los capítulos más destacados de Diamante, están los 18 años que dirigió la Semana de Cine de Autor de Benalmáden­a, “una auténtica ventana abierta a cinematogr­afías vedadas en la cartelera comercial, a títulos y profesiona­les de extraña procedenci­a que eran recibidos con recelo por el gobierno e, incluso por la industria, pero que nos puso en el mapa como anticipo de libertades impensable­s entonces”, como señaló Bellido.

“Enrique Bolín, cuando era alcalde franquista, tenía buenas relaciones conmigo y con el festival, las películas atrevidas y problemáti­cas y mis peleas con la censura le servían para tener un tufillo de liberalism­o, pero cuando fue alcalde democrátic­o le empezaron a hacer menos gracia”, explica el cineasta. Y subraya que “no era la línea de festivales de alfombra roja, sino hechos de cultura e instrument­o de libertad”.

Pero en Benalmáden­a se libraba una batalla con este evento y “al final tuve que echar el telón”, añadió Diamante. De ello hablan también sus fondos, sus objetos, carteles, documentos, libros y revistas “que son como una parte de mí”.

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Acto de la firma de la donación, ayer, en el Rectorado de la UMA.

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