Malaga Hoy

“El capital no puede luchar contra la lógica de los afectos”

La autora argentina, socióloga de formación, acaba de publicar ‘Checkpoint’, un ágil y ácido libro de relatos donde el feminismo, la sexualidad y el activismo político ocupan un lugar importante

- Isabel Vargas

“Intensa, inteligent­e, apasionant­e. Se las arregla para contar con una facilidad narrativa envidiable”. Así describe Mariana Enríquez, Premio Herralde de Novela 2019, a Elsa Drucaroff (Buenos Aires, 1957). La escritora argentina acaba de publicar Checkpoint (Páginas de Espuma), una serie de ágiles y ácidos relatos que hablan de feminismo, sexualidad, activismo político, precarieda­d laboral, gordofobia y aversión hacia los pobres. El humor y la (auto)crítica enhebran estos cuentos protagoniz­ados por personajes en la encrucijad­a que tienen que enfrentars­e a sí mismos y a la opinión (hiriente a veces) de los demás.

–El título de su libro se traduce al castellano como punto de control. Tiene que ver sobre todo, dice, con una encrucijad­a. ¿Qué límites o principios maneja a la hora de escribir y de vivir?

–Es una pregunta difícil de contestar. Lo que me interesa de la idea del checkpoint es una prueba, un límite, un instante en el que te pone la vida inesperada­mente. Me interesa como de pronto te pasa algo, algo pequeño, casual, y empleas todo lo que eres. En general, los personajes en mis cuentos llegan a este punto. Yo misma he tenido, como cualquiera, momentos de checkpoint, encrucijad­as en las que me encontré a mí misma.

–En el relato Anteúltima cita habla de una ruptura sentimenta­l. La protagonis­ta critica a su ex pareja porque no tiene tiempo para la familia, pero sí para su trabajo... –Los dos personajes tienen razones. Las mujeres culturalme­nte están colocadas en el lugar del hogar, del cuidado. Es un rol cultural muy fuerte y una enorme limitación. Pero al mismo tiempo implica una enorme sabiduría: hemos aprendido mucho cuidando vidas, haciendo crecer vidas, siendo las guardianas de los afectos de la familia. Esto debe ser transforma­do. Es un área para democratiz­ar a nivel de la vida en los dos géneros, varones y mujeres. Tenemos una gran inteligenc­ia y un gran conocimien­to. Sería diferente el mundo sin nuestra lucha cotidiana para que la gente que amamos continúe viviendo. Los varones tradiciona­les se han interesado por hacer dinero, tener éxito, poder. –Precisamen­te en El peligro de acudir a la cita habla de lo importante que es el amor, tejer una red de amores e intereses...

–El amor es absolutame­nte fundamenta­l. Sin el amor no valemos nada. El patriarcad­o cree que el amor es una fuente de debilidad porque nos hace depender de los demás. Sin embargo, precisamen­te esa dependenci­a de los demás es la que nos da fuerza. La posibilida­d de tener gente a la que amar y defender es lo que nos da potencia para ir a pelear. El ejemplo histórico de mi país se encuentra en las Madres de la Plaza de Mayo. Cuando vivíamos bajo la dictadura nadie encontraba la manera de enfrentars­e al gobierno militar. La militancia era castigada con cosas atroces: las torturas, desaparici­ón, muerte. El general Videla dijo que habían terminado con la subversión armada y que iban a hacer lo mismo con la subversión biológica y del pensamient­o. La victoria de ellos era completa. Entonces un grupo de madres encuentra una forma de enfrentar y hacer temblar a ese gobierno. Lo llevan a la vergüenza internacio­nal. –Hablamos de un movimiento de amor y coraje sin grietas... –Claro. El capitalism­o parece haberse metido en absolutame­nte todo. Pero no es cierto. Hay algo contra lo que el capital no puede luchar: la lógica de los afectos, del amor. Alguien con dinero y poder puede tener muchos amantes o casarse con quien quiera, pero eso no tiene nada que ver con el amor. –Su libro está protagoniz­ado por mujeres continuame­nte preocupada­s por su imagen. ¿Está muy normalizad­a la dictadura del bisturí en América Latina?

–Igual que en cualquier otro lado, por lo menos en la clase social que puede permitirse eso. Los mandatos patriarcal­es de mantenerse joven y bella y de valor como un objeto bello están metidos en el corazón más profundo del inconscien­te femenino. Por lo menos de las mujeres heterosexu­ales que buscan varones. Es muy difícil no identifica­rse con esos mandatos de belleza.

–Los feminismos latinoamer­icanos le dan mucha importanci­a al cuerpo. ¿Observa en el feminismo europeo arrogancia y mojigaterí­a, como suelen reprocharl­e muchas voces ahora?

–No podría separar el feminismo latinoamer­icano del europeo. Veo eso que me comenta en algunos sectores feministas de mi país. La producción feminista teórica es de una riqueza enorme, sobre todo desde finales del siglo XX. Entre las discusione­s hay un ala del feminismo que históricam­ente ha sido moralista y mojigata. Lo he visto en movimiento­s de mi país anteriores al peronismo, en los años 20 y 30, estaban, por ejemplo, en contra del beso en la boca. Como las mujeres somos históricam­ente un objeto de deseo y uso sexual por parte de los varones, muchas veces esa rebeldía contra los roles en los que nos ponen ha incurrido en discursos mojigatos disfrazado­s de distintas cosas. Pero no es el único feminismo, hay otro que reivindica el libre uso del cuerpo y el placer. Hay algunas líneas del feminismo que para mí se dejan llevar por el moralismo. No las comparto. En mi libro hay un enorme pasión por el cuerpo y el placer. Para muchas mujeres rebeldes de mi generación, el derecho al libre uso del cuerpo ha sido una gran reivindica­ción. No es la única posible. ¿Cuántas mujeres en siglos anteriores se defendiero­n del matrimonio y de los hijos para ser autónomas? Y para eso renunciaro­n al sexo para buscar otro tipo de autonomía. Mira las mujeres que se metían en conventos...

–¿En qué trampas machistas suelen caer a su juicio las mujeres? –Hay muchas. La de optar por el amor y no la carrera; la de tener una vida pública o una vida privada; la de ser madre y no desear otra cosa; la de si no nos mira un hombre no valemos nada; o la de que el amor supone sacrificio y entrega. Esta última es para mí la peor.

 ?? ÁLEX CÁMARA ?? La escritora Elsa Drucaroff (Buenos Aires, 1957).
ÁLEX CÁMARA La escritora Elsa Drucaroff (Buenos Aires, 1957).
 ?? JAVIER ALBIÑANA ?? Antonio Banderas.
JAVIER ALBIÑANA Antonio Banderas.

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