GRAN NOCHE
HAY gente que confía en Jota Abril para conducir un programa de humor de tres horas (mucho, mucho tiempo). En Canal Sur se les pone una alfombra a los profesionales curtidos en Madrid y Barcelona pero el público andaluz no se deslumbra por las procedencias. La experiencia en las cadenas nacionales no es una credencial que sume puntos de audiencia. Ha quedado claro en estos días.
A Jota Abril, que se expresa de manera incisiva, nunca se le percibió vis cómica o que despertara fidelidad entrañable en sus relatos de sucesos y devenires meteorológicos en las mañanas de La 1. Era desafío que este compadre de buenas a primeras se metiera en el bolsillo a los espectadores del sábado por la noche en Canal Sur. Está muy bien que la cadena andaluza no parezca ahora (curiosamente) el muestrario franquista tenebroso e hiperfolclorista de estos años. Pero Mi gran noche, sin duda y tras haber visto solo una entrega, no es ese antídoto fresco y revitalizador que necesita una cadena andaluza obligada a ser renovadora y reflejo de una emprendedora tierra (de un país plurinacional, ¿no?) del siglo XXI.
Lo peor que le podía pasar a Jota Abril era presentarse a presentar sin apenas guion (sin golpes durante minutos). Ya se puede ser de Jaén o del condado de Treviño, así no se puede arrancar un programa de humor. Ni condenar, por ausencia de ingenio, a tipos que saben defender las frases ingeniosas como Santi Rodríguez, Alex O’Dogherty o el Comandante Lara. Pero no tenían texto. Una pena de humor cuando además se encomienda a estar en antena durante horas y horas. De lo mejor, el imitador, puesto a lanzar en cascada sus recursos cuando precisamente debería dosificarse. Se han creado dos platós con Escala Sur y Mi gran noche para hacer dos programas con demasiadas coincidencias, con un público que parece (algo más joven) el de todas las tardes de Juan y Medio. La alternativa al copleo es una inmensa Toñi Moreno TV, justo cuando cancelan en Telemadrid el formato que hace aquí los lunes.