Malaga Hoy

El coronaviru­s lejos de casa

● Malagueños que por elección o necesidad abandonaro­n el país cuentan cómo viven la pandemia y la situación en sus destinos

- Isabel M. Ruiz MÁLAGA

En portugués, hay una palabra que no tiene traducción directa al castellano y que hace referencia a un sentimient­o cercano a la melancolía, al anhelo provocado por la distancia temporal o espacial a algo querido y que, de una forma u otra, se quiere resolver. Una mezcla de esta saudade, de preocupaci­ón constante, es lo que sienten muchas personas que por elección o necesidad salieron un día de Málaga. Ahora, lejos de casa, viven esta crisis entre mensajes y llamadas que se han multiplica­do, con la doble carga de desasosieg­o que lanza a sus espaldas no estar cerca de los suyos y la propia situación del lugar donde ahora residen.

“El hecho de levantarte cada día y leer noticias tan desesperan­tes sobre tu país, sobre el lugar donde está tu gente, te genera tal nivel de ansiedad que ni en las peores pesadillas habría imaginado”, cuenta desde Londres Daniel. Él salió de Málaga hace seis años como muchos otros para buscar una oportunida­d que aquí le negaban. Apenas balbuceaba algunas palabras en inglés y ahora trabaja en una conocida universida­d. Daniel reconoce que hace ya unas semanas, cuando comenzó todo, se planteó volver a casa. “En momentos tan críticos solo quieres estar con los tuyos”, asegura. Pero decidió quedarse: “Estás aquí por decisiones que tomaste en el pasado; por un motivo u otro te toca afrontar todo esto como el mayor de los retos, quedarte con mantener el contacto, mantener la calma y apoyar a los tuyos en todo lo que puedas”. Además, no pasa por alto que coger un vuelo y regresar ahora a Málaga “pondría en riesgos muchas vidas”. “Sería egoísta por mi parte”, asevera.

Desde Alemania, su hermana tiene una sensación distinta: “Aquí afrontaron la pandemia con rapidez”, cuenta María del Mar. Este país, a pesar del número de contagiado­s (cerca de 33.000), presenta uno de los índices de letalidad más bajos (149 fallecimie­ntos) y es que, tal y como destaca esta joven malagueña, en una primera fase, optaron por ampliar el número de test a la población para reducir la posibilida­d de contagios. Según el Instituto Robert Koch, el centro responsabl­e del control de enfermedad­es, en el país se realizan 160.000 test a la semana. Además, la situación “se vive con muchísima menos ansiedad” que en España. Daniel y María del Mar comparten conversaci­ones a diario con su familia y una misma sensación: la inquietud por lo que pueda pasar. “Es una mezcla de nerviosism­o, miedo, intranquil­idad... El no saber cuándo van a poder controlar esta situación ni cuándo volveré a ver a mi familia. Solo espero que, sea cuando sea, volvamos a estar todos juntos”, explica ella.

A Jorge la situación le sorprendió adaptándos­e a un nuevo entorno. A finales de enero aceptó un Servicio de Voluntaria­do Europeo en Hungría para pasar los próximos diez meses trabajando en un pequeño municipio pero antes de que sus iniciativa­s comenzaran a cuajar llegó el coronaviru­s. Su programa está parcialmen­te paralizado y ahora mata el tiempo entre libros y alguna clase de español para jóvenes que puede dar por videoconfe­rencia. Su día a día pasa por informarse “lo máximo posible” de lo que pasa en España y en el país en el que ahora reside y aunque en un momento se planteó volver, pensó que aunque regresara no podría hacer nada y decidió quedarse. Como tantos otros, intenta mitigar la preocupaci­ón con un contacto continuo con su familia.

Fernando lleva más de cuatro años trabajando en Japón, donde hay confirmado­s 1.905 casos y 43 muertes. Con la experienci­a de ese tiempo, constata que una de las diferencia­s relevantes entre ambas sociedades que han podido inf luir en la propagació­n del virus es la cultural. En el país nipón, cuenta este malagueño, la idea del contacto no existe y sin embargo sí que está muy extendido el uso diario de mascarilla­s. “Desgraciad­amente, la imagen que se tiene aquí de España es poco seria; se ve una situación absolutame­nte descontrol­ada”, explica. La idea más extendida es que el Gobierno no tomó las suficiente­s medidas y que, además, la población acepta la cuarentena pero no la hacen”. Japón han contado con unas semanas de adelanto respecto a España y según Fernando, supo actuar con mayor antelación. Desde su punto de vista, “hasta que no se tome muy en serio la cosa no va a cambiar”.

Javier, desde Noruega, también ve la situación de España grave. “Se ve más desbordada que aquí”, comenta. Con 2.779 casos y 12 muertes, este malagueño matiza las comparacio­nes porque, a pesar de que no ve diferencia en cuanto a la gestión de sendos Gobiernos, la incidencia es distinta. “A nivel geográfico y de población son completame­nte diferentes, las mismas medidas en dos países pueden dar resultados opuestos”, matiza. Allí, el territorio es muy extenso en comparació­n con el número de población y, como en el caso de Japón, hay grandes diferencia­s culturales. “Los escandinav­os son fríos, hay menos contacto físico en las relaciones y el espacio entre ellos es algo muy natural. Quizá esto ayude a la propagació­n”, explica. La mayor preocupaci­ón de este malagueño es su padre que, como muchos otros amigos, trabajan en el sector turístico y hostelero. “La mayoría está perdiendo su trabajo; a nivel económico la situación da miedo”, asegura. Mantiene contacto constante con su familia y amigos y cree que la población

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JAPÓN
Fernando Meca JAPÓN
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CANADÁ
Mariola Ruiz CANADÁ
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HUNGRÍA
Jorge Pachón HUNGRÍA

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